Nessa [•Pietro Maximoff•] (Anya universo)

28. Buscando Justicia

Wanda de inmediato dio las noticias al resto del equipo, y aunque la mayoría ni siquiera había escuchado de la supuesta muerte de la joven, se regocijaron de saberla viva y en el mismo sitio que ellos después de haber sido arrebatada del complejo. Por las circunstancias ninguno pudo ir hacia ella, ya que estaban ocupados encargándose del desastre en la ciudad.

Pero Pietro no, Pietro se quedó estático un instante mirando a la chica pelinegra a unos metros, que tampoco le quitó la vista de encima. El corazón les latió con fuerza a los dos de verse a pocos metros y perdieron el aliento. Por un momento, recordaron la primera vez que se vieron a los ojos, en una situación similar y donde a primera vista, solo hubo atracción, que meses después, se convirtió en el amor más intenso que habían experimentado alguna vez.

Sin pensar demasiado, Pietro corrió hacia Vanessa y sin que a ella le diera tiempo de reaccionar, él la tomó en brazos, la alejó un poco de todo el caos y la abrazó con todas sus fuerzas, con añoranza, conmoción, desesperación e incredulidad, todavía dudando de su sensatez hasta que sus brazos la envolvieron a ella.

— ¡No puede ser! ¡Aquí estás! ¡Estás viva! —le dijo Pietro separándose para nuevamente sin sobrepensarlo, besarla con urgencia.

Nessa no tuvo tiempo de procesar nada, solamente se dejó llevar por aquel beso rodeándole el cuello a Pietro con sus manos, repitiendo la misma sensación que tuvo en los primeros besos que se dieron, y de repente pensando que luego de revivir uno de esos besos, el corazón se le había detenido, pero ahora era distinto, estaba más viva que nunca, y no planeaba morir hasta encontrar la justicia que ella buscaba.

La chica antes de ver al platinado había llegado hasta allá con el único pensamiento de acabar con la familia que le hizo la vida un infierno durante años, pero por un instante, al verlo, todo pareció detenerse y esfumarse.

Tras unos segundos, Pietro se separó para verle el rostro y tocárselo, observándola con detenimiento, notando moretones en el cuerpo, rojez y marcas en sus muñecas, y ojeras púrpuras en su rostro que reflejaban su agotamiento; al mirarla a los ojos, sin necesidad de que ella le dijera nada, él confirmó que si él había tenido los peores días de su vida, para Vanessa había sido todavía más horrible.

En los ojos de la mexicana, parecía haber una ausencia enorme y además, una lobreguez que él jamás le había visto.

— ¿Qué te hicieron, bonita? —preguntó él con tristeza.

Ella alejó la mirada y negó con la cabeza, sin desear recordar el trauma de volver a la cabina no una, sino dos veces. Observó ahora a la distancia la destrucción que los Caro habían provocado y a cuánta gente inocente habían involucrado, entonces volvió a situarse en lo que la llevó ahí.

—Si estoy viva es para terminar con todo esto...—dijo ella con aire ausente.

— ¿Qué?

—Todo lo que ha pasado me trajo a este momento, todo el daño que me hicieron... lo tienen que pagar—espetó la joven viendo a lo lejos a la “familia” con la que creció.