Las palabras de Gojo cayeron sobre Ayame como un balde de agua fría. Estaba completamente sorprendida y, debido a su estado un poco alterado por el alcohol, le costó procesar lo que acababa de escuchar.— ¿Qué? —logró balbucear finalmente, sus ojos se abrieron un poco más, como si intentara asimilar la información.
Gojo soltó una risa suave ante la reacción de Ayame y, al ver que ella seguía mareada le pidió al mesero una botella de agua. Cuando la tuvo en sus manos, se la ofreció a Ayame.
— Bebe un poco, te ayudará a sentirte mejor —dijo con un tono despreocupado. Ayame tomó la botella y bebió lentamente, sintiendo cómo el agua fresca la ayudaba a aclarar un poco su mente.
Ayame, aún confundida y mareada, miró a Gojo con ojos entrecerrados mientras bebía el agua. Finalmente, reunió el coraje para preguntar:
— ¿Cómo que lo sabías todo desde un principio? —dijo con voz aún algo temblorosa.
Gojo le dirigió una ligera sonrisa y se encogió de hombros.
— Digamos que siempre he sido un buen detective. Además, los Zenin no son conocidos por su sutileza... —respondió.
Ayame asintió lentamente, sintiendo que todavía le costaba procesar todo lo que estaba ocurriendo. La mezcla de emociones y la resaca comenzaban a afectarla nuevamente.
Ayame miró a Gojo con una mezcla de incredulidad y enojo en sus ojos.
— ¿Lo sabías todo y aún así me pediste que cuidara de Itadori? Eres un verdadero... —sus palabras se interrumpieron mientras buscaba la palabra adecuada. — un verdadero imbécil.
Gojo inclinó la cabeza ligeramente.
— Sí, creo que me merezco eso... pero supongo que no puedes culparme por intentar cambiar el destino. Además, confiaba en que la Ayame Zenin que yo conozco no sería capaz de dañar a un niño — suspiró — no consideré que la situación podría salirse de control así. Lamento si te puse en una posición incómoda... —dijo tratando de no mostrarse afectado, como si estuviera acostumbrado a lidiar con las consecuencias de sus decisiones impulsivas.
Ayame rodó los ojos, aún estaba algo irritada. Se frotó las sienes, sintiendo una ligera resaca.
— Necesito ir a casa, estoy hecha un desastre. Además, ni siquiera debería estar aquí...
Gojo esbozó una sonrisa sarcástica y preguntó: — ¿Puedes si quiera caminar por ti misma?
Ayame rodó los ojos ante el comentario de Gojo, pero en su estado ligeramente mareado, no le prestó mucha atención. En lugar de eso, se centró en buscar su billetera para pagar la cuenta.
Buscó nerviosa en su bolso, pero su rostro palideció cuando se dio cuenta de que su billetera no estaba allí. Miró a Gojo apenada y murmuró: — Satoru, creo que he olvidado mi billetera. Dejé algunas cosas en el consultorio de Shoko y... bueno, paga por mi esta vez ¿si? Te prometo que te pagaré en cuanto tenga mis cosas.
Gojo tomó la cuenta que Ayame le deslizó y fingió una expresión de sorpresa al verla. — De verdad tienes un problema con la bebida, Ayame. ¿Tienes idea de cuánto dinero gastas en alcohol? —dijo con una risa burlona mientras sacaba su billetera y pagaba la cuenta.
Ayame suspiró e intentó ponerse de pie, pero se dio cuenta de que aún estaba mareada y no podía caminar por sí sola. Tropezó y se tambaleó, a punto de caer, pero logró aferrarse al hombro de Gojo para mantenerse en pie. Su rostro se tiñó de un ligero rubor mientras se apoyaba en él para no caer al suelo.
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Entre ayer y hoy (Satoru Gojo x Lectora / Kento Nanami x Lectora)
RomanceAyame Zenin solo recuerda una cosa de sus años de secundaria: a Satoru Gojo, el bastardo que le rompió el corazón y la razón por la cual dejó su hogar. Después de diez largos años, ella regresa a Japón con una misión secreta que le impone su clan. S...