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-¿Así está bien? -Preguntó Lucía nada más salir de su habitación. Adoraba la ropa holgada y la había costado escoger aquel top tan ajustado. Llevaba el pelo suelto, algo que tampoco la gustaba.
-Deberías llamarte Lucía Sexy Summers. -La aseguró Claudia.
-Pues anda que tú. ¡Madre mía, Jesusito! Todos caerán a tus pies.
-¡Totalmente, tío! Estás tremendo. Si no fueras gay... -Claudia le recorrió con mirada y se mordió el labio inferior.

Lucía y Jesús soltaron una carcajada. Sabían que estaba de broma.

-¡Vámonos de marcha!
-Ay no... -Se quejó Lucía. -No me gusta salir de fiesta y lo sabéis.
-Porque nunca has salido con nosotros, cielito.

Lucía suspiró y se dejó arrastrar por sus amigos. No tenía nada que hacer contra ellos y,
al fin y al cabo, eran unas vacaciones pagadas por ellos. Lo justo era que decidieran lo que hacer.

                                    ***

Comieron en un restaurante con vistas al mar. Lucía no podía estar más impresionada.

-Brindemos por nosotros y por seguir siendo amigos por muchos años que pasen. -Dijo Claudia con los ojos llenos de lágrimas. Llevaba unas cuantas copas encima.
-Em... sí, por nosotros.

Lucía miró a Jesús, ambos sonrieron. Claudia no era nada sentimental, nunca mostraba como realmente se sentía. Sabían que había sufrido muchísimo, sobretodo por amor. Pero esas eran confesiones que había hecho borracha y ellos se sentían muy mal por haberse enterado así. Les hubiera gustado que la rubia confiase en ellos.

-Hey, Clau. Quizá sea hora de volver a casa.
-Ni loca, puta. Solo son las 20:00 de la tarde.
-Y tú estás hasta arriba de alcohol... no puedes ni apenas sostenerte.
-¡ME ENCANTA ESTA CANCIÓN!

Claudia se tambaleó hasta la pista de baile y comenzó a bailar.

-Necesito ir al baño. -Suspiró Lucía.
-Vé, yo me encargo.

Lucía asintió y caminó hacia el baño.
Entró y se miró al espejo.

-Disculpa... -Musitó débilmente alguien a sus espaldas.

Se giró y chocó con una mirada verde algo más oscura que la tonalidad de sus ojos.

Aquella chica la sonaba, juraba por dios que la había visto en alguna parte. Pero no sabía dónde.

-¿Estás bien? -La preguntó al notarla alterada. Parecía aterrada.
-S...sí. Solo nece... necesito. -Inspiró hondo. -Lavabo. -Dijo finalmente señalándolo.

Lucía la dejó espacio pero continuó observándola. En serio, ¿de qué la sonaba?

-No debí hacerlo... -La escuchó susurrar. -Debería haberlo... madre mia, ¿qué he hecho?

Lucia se acercó sin poder evitarlo y la puso una mano en el hombro.
La chica se tensó.

-Perdón... ¿seguro que estás bien? Es que pareces... alterada.

Ella solo asintió.

-¿D... dónde estamos?
-Miami.

Lucía frunció el ceño. ¿Cómo no sabía dónde se encontraba? Eso era algo verdaderamente extraño.

Iba a decir algo cuando Claudia irrumpió en el baño.
Y cuando su mirada cayó en la rubia de ojos verdes junto a Lucía, sus ojos se abrieron al máximo.

-¡ES LA REINA DE NORDLICHTER! ¡DIOS MÍO, ES AIDA BROOKE!

Aida salió corriendo en cuanto escuchó las palabras de Claudia y Lucía trató de seguirla pero la perdió entre el gentío.
¿La reina? ¿Allí? ¿Cómo era eso posible?

-Mierda. -Suspiró. Realmente querría haberla ayuda.
-¿Por qué se fue? Yo quería hablar con ella -Preguntó Claudia con tristeza.
-Tenía prisa... -Mintió Lucía. -Y nosotras, deberíamos irnos a casa. Tú tienes que descansar y yo también lo necesito.

                                      ***

-¡¿CÓMO QUÉ HUYÓ?! -Peter estaba furioso. -¡¿EL DÍA DE SU BODA?! ¡Encontraré a esa niñata consentida y esta vez me va a oír de verdad!
-Mi amor, ella... ella intentó decirnos como se sentía y nosotros...
-¡Era su obligación, Anna! ¡Debía casarse, reinar y tener hijos!
-Pero eso no es lo que ella quería.
-¡ESE NO ES NUESTRO PROBLEMA!
-Pero sí lo es, Peter. Ante todo es nuestra hija, hemos fallado como padres.

Peter no escuchaba a su esposa, solo podía pensar en cuanto le había decepcionado su hija mayor y en lo mal que quedaría delante de los Montgomery. Llevaba mucho tiempo queriendo que sus reinados se unieran y Aida había estropeado todo.

-Guardias, búsquenla. No puede andar muy lejos. Ya pensaré yo en que les digo a los Montgomery, con suerte Alex seguirá dispuesto a casarse con ella.
-Peter, abre los ojos de una vez o al final perderemos a Aida irrevocablemente.
-Nadie ha pedido tu opinión, mujer.

Anna sintió las palabras de su marido como un golpe directo al corazón.

                                      ***

Aida siguió corriendo sin mirar atrás.
Si alguien la reconocía, estaba perdida.

Cuando se sintió lo suficientemente lejos de aquel local, se permitió detener la carrera para recuperar el aliento.

-¿Y ahora qué? No tengo dinero, lo gasté todo en esta vestimenta para que no me reconocieran... -Suspiró. -Estoy perdida. Debí pensar en algo antes de largarme... soy una cobarde.

Pero entonces recordó a Alex Montgomery y sintió un escalofrío.
Aquel hombre no era tan agradable y caballeroso como se había mostrado frente a sus padres. Sabía que si se casaba con él, estaría condenada de por vida y no porque no lo quisiese precisamente. Ojalá solo fuera por eso.

-Pero ahora no sé qué hacer.

Y entonces, la imagen de aquella chica castaña de ojos verdes, apareció en su mente.
Ella había querido ayudarla. Quizá si la encontraba...

-Pero su amiga me ha reconocido... ¿y si se lo cuentan  a alguien?

Aunque... igualmente, era lo único que tenía. Era eso o morir de hambre o de alguna enfermedad. Su sistema inmune no estaba preparado para ello, no podría soportarlo.

-Entonces tendré que volver sobre mis pasos... y esperar a encontrarla.

                                        ***

A la mañana siguiente Lucía le abrió las persianas a Claudia y la obligó a despertarse.

-Ten. -La acercó un café y una aspirina antes de que empezara a gritarla.
-Gracias, pero cierra eso y no grites tanto.
-No, es mejor que te acostumbres. En cuanto te encuentres mejor saldremos a dar una vuelta.
-No quierooooo, me duele todo.
-Haberlo pensado antes de haberte bebido hasta el agua de los floreros, guarra. Me iré, quiero bañarme en la piscina antes de salir. Pero volveré para obligarte a levantarte, Claudia. Así que no te relajes demasiado.
-Puta. -Fue lo único que logró escuchar de su amiga antes de salir.

Lucía se rio divertida.

-¿Qué es tan gracioso? -Inquirió Jesús mirándola con una ceja alzada.
-Claudia, está molesta con que la haya despertado.

Jesús rio con ella.

-La que te espera después.
-Es lo que toca. -Se encogió de hombros con un suspiro fingido. -¿Vamos a la piscina? Necesito refrescarme antes de salir a recorrer Miami.
-Sí, sí claro. También necesito ese chapuzón.

Y esperemos que Aidi encuentre a Lu.

La reina de Nordlichter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora