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1 mes más tarde

Era el día de la coronación.
Aida estaba nerviosa. Pero no por convertirse en reina. Ya lo había sentido antes aunque ahora estaba dispuesta a aceptar su cargo con todas las de la ley.

Lucía y ella apenas habían hablado desde que había vuelto a Texas.
¿Y si no aparecía? ¿Y si había encontrado a otra persona?
Esos pensamientos llevaban rondando su mente desde hacía algo más de 2 semanas.

-¡Aida! -Su madre entró a la habitación como un huracán. -¡Deberías haberte levantado hace más de media hora!
-Déjame, no tengo fuerzas.
-Llevas así desde que se fue. Al principio por lo menos lo intentabas pero ahora te has abandonado completamente por una chica.
-No cualquier chica.

Apretó la cara contra la almohada.

Iba a llorar otra vez.

-Cariño... -Sintió la mano de Anna en su espalda. -Debes ser fuerte, ¿vale? Aunque solo sea hoy.
-De acuerdo. -Se incorporó. -Lo haré por padre.
-Sobre eso... -Anna soltó un suspiro cargado de tristeza. -No creo que debas aceptar la corona por tu padre, cariño.
-Pero, mamá...
-Solo piénsalo bien, cielo. Porque después de hoy, no habrá lugar para los arrepentimientos. Serás reina o princesa viviendo la vida que quieras. -Dejó un beso en su frente. -Aroa siempre quiso ser reina y no le importará, tu padre estará orgulloso de ti hagas lo que hagas. Te mira desde el cielo y está sonriendo.

Aida se sentó sobre el borde de la cama.

-Seré reina, madre.
-De acuerdo. Pues entonces vístete, Rose traerá una bandeja llena de galletas. Pero no te las comas todas, te dolerá la barriga.

Anna la dedicó una última sonrisa y salió de la habitación.

Si ella supiera que desde que Lucía se había ido apenas la entraba nada...
Su parte glotona, la que compartía con Lu, había desaparecido por completo.

-¿Aidi?

Abrió la puerta al instante.

-Vaya, hoy estás despierta.
-Voy a ser coronada, Carla. Por supuesto que estoy despierta.

Carla se fijó en sus ojeras.

‐¿Y has llegado a dormir a caso?

Aida desvió la mirada.

-Ayúdame a prepararme, por favor.
-De eso se encarga mejor Clau.
-Lleva 1 mes muy distante, desde que Lucía se fue. Creo que la echa de menos y no quiere admitirlo. -Aida negó y se apartó una lágrima rebelde. -No sé qué la pasa pero no voy a obligarla a venir a aquí a ayudarme con este estúpido maquillaje y esta estúpida ropa.

Aida se sentó frente a su tocador.

-Hey, Aidi. -Se agachó frente a ella. -Sabes que no tienes por qué hacerlo, ¿verdad? Aroa podría...
-Padre quería que fuese yo. -Inspiró hondo y tomó una brocha. -Además, no tengo ninguna razón por la que abandonar el cargo.
-Si la tienes. -Carla la arrebató la brocha. -No quieres ser reina y nunca lo has querido. Sólo lo haces por tu padre y por distraerte de lo doloroso que es para ti que Lucía esté lejos.

Aida negó frenéticamente.

-Lucía ya no me quiere, lo ha demostrado con creces. Habrá conocido a otra o a otro, es bi. -Se encogió de hombros como si no sintiera su corazón hecho trizas. -Ya ni siquiera pienso en ella, no merece la pena.
-Aida...
-Vamos a prepararme, como vuelva madre y me veía así, la va a dar un paro cardíaco.

                              ***

Claudia observaba a Aida desde una esquina. Estaba preciosa y le hubiera gustado acercarse para decírselo. Pero seguía sintiéndose culpable.
No podía mirarla a los ojos sin recordar el beso.

La reina de Nordlichter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora