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-¿Qué tal con Lucía? -Le preguntó Aroa nada más verla aparecer.

Aida agarró un par de copas de champán que la ofrecieron en ese mismo momento.
Se bebió una de un trago y dejó la copa vacía en la bandeja del camarero.

-Trae más. -Le pidió llevándose la otra copa a los labios.

El camarero asintió.
-Con su permiso.
Y desapareció.

-Estaba cañón, ¿eh?
-¿Cañón? ¿Estás bien?
-¿Ahora no puedo opinar de un tío que está buenísimo?
-No es eso, Aida. Nunca te había escuchado expresarte así.
-Bien, discúlpeme su alteza real.
-¿Has discutido con Lucía?
-Ni me menciones a esa. ¿Dónde está el camarero con mi buena dosis de alcohol?

Aroa la obligó a girarse hacia ella.

-¿Por qué no te vas a la cama? Mañana podréis arreglarlo tranquilamente y...
-No hay nada que arreglar.
-Aida, no seas así.
-Estoy harta. Nunca cree en mí, prefiere confiar en una criada ramera traidora y rastrera.
-Vale vale. Dios mío eres peor que la autora de la canción "Rata de dos patas".
-No sé a quien odio más, si a Lia o a Lucía.

Volvió el camarero con una bandeja entera llena de copas de champán.

-Gracias gracias gracias gracias.
-¿Dónde se las dejo?
-¿Por qué no le ofrece a más invitados? -Intervino Aroa pero Aida la apartó de un empujón.
-Ni caso. En esa mesa mismo.
-Joder, Aida.

-Me retiro con su permiso.
-Sisi, gracias.
-No vas a beberte todo esto.
-Necesito descansar la mente, ¿de acuerdo?
-Pues seré una niñata acusica pero pienso ir a contárselo a madre.

Aida se encogió de hombros.

-Me la pela.
-¡Aida Brooke! Te vas a enterar.

Se alejó en busca de Anna.

-Que te vaya bieeeeen.

Aida tomó la tercera copa de la noche y se la bebió.
Y así hasta que perdió la cuenta.

                               ***

Lucía no podía para de reproducir la escena de Aida saliendo de su habitación con aquella expresión y el portazo.

Salió de la habitación.

Iría a buscarla y hablaría con ella, no podía esperar hasta el día siguiente.

-¡Lu!
-Hola, Lia.
-Me alegra mucho que estés de vuelta, te he echado de menos.
-Ya, gracias. Tengo prisa.

-¡Espera! Quería preguntarte si te apetecía venir a la fiesta a bailar un rato conmigo, como Aida y tú ahora no estáis muy bien que se diga he pensado que podía animarte un poco.
-No pero gra... un momento, ¿cómo sabes qué Aida y yo no estamos bien?
-Solo lo he imaginado.
-¿Imaginado? ¿Y cómo lo has imaginado exactamente?

-¿Por qué me estás hablando así? Tan brusca.
-Quiero que me respondas, Lia. Con la verdad.
-Yo...
-Aida tenía razón, joder. ¿Cómo he podido estar tan ciega? Eras tú todo el puto tiempo.
-¿Qué?

-Mira, Lia. Vete a la mierda y procura mantenerte lejos de mi novia y de mí, ¿vale? Y a partir de hoy estás despedida.
-¡Tú no puedes despedirme!
-¡Hablaré con Aroa y créeme que estarás en la calle en menos de 24 horas!

Lia apretó los puños rabiosa.

-¡Ambas os pudrireis en el infierno!

Lucía no la contestó y la dio la espalda para empezar a caminar hacia la sala del trono.
Necesitaba encontrar a Aida urgentemente y sobre todo, disculparse.

-¡Aroa! ¿Has visto a Aida?
-Pues... sí. Pero no va a gustarte mucho... -La tomó del brazo. -Sígueme.
-Vale. Por cierto, tienes que despedir a Lia.
-Así que habéis discutido por ella otra vez.
-Es una loca psicópata, le robó el móvil a Claudia para mandarme mensajes y fotos sobre tu hermana para que así la dejase.
-Tenía razón entonces.
-Sí... y yo no la escuché...
-Puedes hacerlo ahora o bueno... más bien mañana.

-¿Aida?
-Lu... lu... Ug, tu nombre es bien difícil de decir.
-Ay madre... Ven aquí, te llevaré a tu habitación.
-¡NO! Estoy pasándomelo bien.

Lucía se volvió hacia Aroa que se encogió de hombros.

-He intentado que entrase en razón...
-Te lo agradezco. Aroa. Yo me encargo a partir de ahora, puedes seguir disfrutando de tu fiesta.
-Gracias, Lu. Nos vemos mañana.
-Sí, cuñi. Hasta mañana.

Volvió a centrarse únicamente en Aida.

-Joder, te has bebido todo el champán que han traído. No sé cómo no estas en el suelo.
-Tengo mucho aguante, boba.

Levantó la mano y la tocó la nariz.
Lucía rodó los ojos divertida.

-Te llevaré arriba.
-¿A hacer cositas?
Aida subió y bajó las cejas sugestivamente.
-No creo que estés en condiciones de hacer nada a parte de dormir, mi amor.

-Quiero bailaaaarrrrr.
-Ven aquí. -La tomó de la cintura. -Venga, camina.
-No quero.
Hizo un puchero que Lucía encontró extremadamente tierno.
-Llévame.
-Bien. Si eso hará que subamos a la habitación...

Pasó un brazo por debajo de sus piernas y el otro por detrás de su espalda.

-Aidi, agárrate bien.

Aida se rio a carcajadas cuando la elevó y caminó con ella en dirección a su habitación.

-Te quiero mucho, Lulu. Una pena que siempre estemos lejos o discutiendo, con lo que yo te daría de besitos.
-También te quiero, boba borracha.
-No estoy borracha, estoy muy bien. Y voy a...

Lucía la bajó y sugetó el pelo rápidamente.
Aida vomitó en mitad del pasillo.

-Con que muy bien, ¿eh? -Se burló. -Vamos a la habitación, ven.

Aida dio un paso y estuvo a punto de pisar el vómito pero Lucía la atrapó justo a tiempo.

-Por aquí, anda. ¿Puedes caminar?
-Siiiii...
-No vayas tan rápido, vas a caerte.
-Tú vas muy tortuga.
-Es por aquí. -Abrió la puerta. -Dale, entra.
-Que propuesta más indecente. -Se rio. -Una camaaaa.
-Te voy a dejar un pijama, duermes aquí y mañana hablamos.

Aida se empezó a desnudar.
Lucía tragó saliva y se obligó a apartar la mirada.

-El pijama. -Se lo tendió con los ojos puestos en el techo. -Si necesitas algo...
-Esto es un lío. Pónmelo tú.
-No me pidas eso, joder.
-No puedooooo.
-Bien...

Se acercó a ella y evitando el roce piel con piel, le colocó el pijama.

-Te queda mejor que a mí y definitivamente me encanta verte con mi ropa puesta.
-¿A Lia le prestas tu ropa?
-Claro que no, solo a ti. Y bueno, a mis hermanas, aunque más bien porque me la roban.
-¿Me das un beso?
-Y dos.
-Vale.

La obligó a meterse en la cama bajo las sábanas con la promesa de premiarla con los dos besos después.

-Te quiero. -La susurró antes de unir sus labios. -Descansa.
-El otro.
-El otro.

Volvió a unir sus labios y esta vez, Aida decidió profundizarlo más y la apretó contra sí.

-Quiero. -Susurró contra sus labios meciendo las caderas en busca de algo de contacto.
-Estás borracha.
-Por favor. Necesito.
-No, Aidi.
-Lu... por favor.

Y con la mirada que la echó justo después de esas palabras, todo su autocontrol se fue a la mierda.

Pues sorprendentemente aquí os traigo un nuevo capítulo publicado poquísimo después que el anterior.
¡Espero que os esté gustando!

La reina de Nordlichter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora