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Lucía y Aida amanecieron abrazadas completamente desnudas.

-Au... -Musitó Aida llevándose una mano a la cabeza. -Esto es como un puto deja vu.

Lucía rio a su lado.

-Ten, me desvelé y pensé que te ayudaría nada más despertar tener un ibuprofeno a mano.
-Gracias.

Aida se tomó el ibuprofeno y volvió a desplomarse sobre Lucía.

-Todo me da vueltas.
-No debiste beber tanto, alteza.
-Ya no hace falta que me llames así.
-Uno, sigues siendo princesa y dos, siempre serás mi alteza.

Aida trató de ocultar la sonrisa que amenazaba con aparecer.

-¿Recuerdas algo de anoche?
-Retazos. Y sí, Lu. Recuerdo perfectamente como hicimos el amor, no te sientas culpable.

Las mejillas de Lucía se volvieron completamente rojas.

-Eres una tonta.
Aida se rio.
-Quieres a esta tonta, Lucía Summers.
-¿Ah sí? No sé, no sé. Probemos a besarnos y ver que pasa.
-No eres lista tú ni nada. Andaaaa guapaaaaa.
-Dame un besoooo.
-De eso nada, sigo enfadada.

Lucía se separó de Aida cabizbaja.
No había recordado aquel detalle.

Se volvió para mirar a Aida.

-Lo siento. Fui una estúpida y tenías razón.
-Perdón, ¿puedes repetirlo? -Bromeó Aida para hacer a Lucía reír.
-¡Me lo estabas haciendo pasar mal, so mala!
Se abalanzó sobre ella y comenzó a hacerle cosquillas.

-Perdóname.
-¡NO!

Continuó con las cosquillas.

-¡Para!
-Paro si me perdonas.
-¡Vale vale! ¡Te perdono!

Lucía dejó de torturarla y se dejó caer sobre ella.

-Tenemos que hablar de todo esto y...
-Lo sé. Pero puede ser en otro momento, ¿no? Hasta mañana no vuelves a Texas y quiero disfrutar de todo esto un rato más.
-Está bien.

Dejó un beso en su cabeza y volvieron a la postura inicial.

                              ***

-Clau me ha mandado un mensaje.
-¿La verdadera?
-No lo sé pero no podemos no ayudarla. Dice que ayer le contó a Carla lo del beso y se ha largado.
-Ay madre. Pues habrá que buscarla.

Salieron de la cama con algo de pereza para vestirse pero Aida se mareó y estuvo a punto de caerse.

-¡Hey! Quédate, iré yo.
-Ya se me pasa.
-Aida...
-Al menos déjame ir contigo para comprobar que es Claudia.
-Que mona eres cuando te preocupas por mí.
-Y tú, mi amor.

Lucía ayudó a Aida a mantenerse estable mientras se vestía.

-Bien. Ya me encuentro mucho mejor.
-Vamos a ver a Clau y después te dejo en el comedor para que desayunes algo mientras Clau y yo buscamos a Carlita.
-Vale.

Aida trataba de seguirle el ritmo a Lucía en su carrera por encontrarse con Claudia lo antes posible pero todo le seguía dando vueltas.

-Princesa, estás en muy baja forma.
-Cuando te vomite encima no te reirás tanto.
-Ven aquí.

La cogió en brazos sin ningún tipo de esfuerzo y aceleró el ritmo de sus pasos.

-¿Mejor?
-Me tienes muy malacostumbrada.
-Por supuesto. -Sonrió. -Ahí está.

-¡Chicas! -Claudia frunció el ceño mirando a Aida. -¿Qué te pasa?
-Resaca.
-Joder, tía. Los malos hábitos no se olvidan, ¿eh?
-Cállate.

-Bueno, a lo que vamos. Hay que buscar a Carla, lleva toda la noche por ahí y a saber si la ha pasado algo.
-Pudiste avisarnos antes. -La reprochó Lucía.
-Perdona porque mi primer impulso fuera salir a buscarla, ¿vale? Joder, sé que la he cagado mucho pero no necesito que me machaques tú también.
-Tienes razón, perdóname. Venga, vamos.

-¿Y ella...?
-La dejaré en el comedor con su madre y su hermana de camino.
-Oh bien.
-Quieres librarte de mí, ¿o qué?
-Pues no te ofendas pero...
-Déjalo ahí. Idos ya, puedo llegar bien al comedor solita.
-Ni de broma.
-Mira, Lu. Sé que siempre me pones por encima de todo pero igual que entre volver a Texas o quedarte aquí la mejor decisión era volver a Texas, aquí la mejor decisión es que salgas a buscar a tu puta amiga de una vez. -Señaló la puerta. -O hemos terminado.

-Bueno vale.
-Gobernada. -Se burló Claudia mientras salían del palacio.
-Tú también. Nunca te había visto así y además, por una chica.
-Touché.

                              ***

-¡Joder! ¿Dónde se habrá metido?
-Si lo supiera la habríamos encontrado ya, ¿no crees?
-Claudia, para de una vez. No es culpa mía que Carla se haya largado y estoy tratando de ayudarte como para que encima me trates así.
-Estoy muy nerviosa, lo siento. -Sus ojos comenzaron a aguarse. -Es que si la ha pasado algo yo me muero.
-Hey. -Lucía la envolvió con sus brazos y la estrechó contra su cuerpo. -La encontraremos.

-Todo esto es culpa mía. Y también por mi culpa Aida y tú casi lo dejáis.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso?
-Lia me robó el puto móvil porque lo lancé constra el suelo en un arrebato.
-Cuidaste de Aida esa noche, lo demás me da igual. La única culpable aquí es Lia. -La obligó a mirarla. -Venga, seguro que Carla está por aquí. Vamos a seguir buscándola.

-¡CARLA! -Gritó Claudia con todas sus fuerzas.

-Aquí. -Escucharon una voz débil repentinamente.
-Ay dios mío. ¡Es ella!

Lucía asintió.

-Pero tranquilízate, hay que mantener la calma.
-No puedo, joder. ¡Es Carla!

-Aquí. -Volvieron a escuchar.

-Dame la mano, Clau.
-Bien, pero vamos.
-Inspira hondo.
-Lu, por favor...
-Inspira hondo.

Claudia soltó un bufido pero obedeció.

-Bien, ahora sí.

Y caminaron hacia donde creían que venía la voz.

-¿Carla? Juraría que la voz venía...
-Aquí abajo.

Claudia se asomó a lo que parecía una fosa.

-¡Carla! ¿Estás bien?
-Solo necesito que me saquéis de aquí, por favor. -Sollozó. -Anoche iba tan metida en mi enfado y tristeza que no vi este hoyo y caí dentro. Creo que me he hecho algo en el tobillo izquierdo, me duele un montón y está hinchado.

-¡En seguida te sacamos!
-¿Y con qué?
-Vuelve y pregunta por una cuerda o algo, no lo sé.
-Está bien. Tardaré lo menos posible.

Lucía recorrió el camino de vuelta a casa, la alivió tardar menos de lo que esperaba.

Se dirigió directamente al comedor esperando que siguieran allí Aida, Aroa y Anna desayunando.

-¡Anna! ¡Necesito una cuerda! -Exclamó según llegó.
No había tiempo que perder.

-De acuerdo, en los establos hay. ¿Puedo preguntar para qué?
-Carla cayó en un hoyo y no hay otra forma de sacarla, obviamente.
-¡Ay madre mía!
-Ya... Por cierto, ¿dónde está Aidi? Creía que seguiría desayunando con vosotras.
-¿Seguiría? Aida nunca vino a desayunar.

Lucía se quedó helada intentando procesar las palabras de Anna.

-¿Lucía? ¿Qué pasa? Lucía, me estás asustando.
-Tienes razones para estar asustada, Anna.
-¿Qué?

Nuevo capítulo, espero que os haya gustado.
Estamos ya en la recta final.

La reina de Nordlichter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora