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Lia la sonrió.
Pero no era su sonrisa de siempre.
Estaba tensa.

Aida asintió. Echó un vistazo disimulado hacia el armario antes de salir al pasillo.

-¿Pasa algo?
-No, nada. Solo estoy nerviosa.
-Todo saldrá bien, majestad.

Una mano la tomó por el brazo.
Se trataba de Alejandro.

-Da mala suerte que los novios se vean antes de la boda.
-Solo venía a advertirte.
-¿A mí? Estoy haciendo todo lo que me pediste.
-No me tomes por idiota, mi reina. Sé que estáis tramando algo pero solo te diré una cosa. Tengo guardias por todo el castillo y tienen orden de disparar a matar a Lucía y sus amigos si hacen alguna tontería. ¿Quieres que muera? Traicioname. Pero si quieres salvarla, cásate conmigo y reina a mi lado.

Aida sintió las lágrimas formándose en sus ojos.

-¿Por qué haces esto?
-Mi reina, no te pongas así. Solo estoy avisándote y quien avisa, no es traidor.
-Te daré mi reino, te daré lo que quieras. Pero por favor, no me obligues a casarme contigo.
-¿Lo que quiera?

Aida asintió frenéticamente.

-Pero es que yo te quiero a ti, ¿aún no lo has entendido?

Se inclinó y dejó un beso en su frente.

-Ve. Nos vemos en el altar, cielito.

Aida caminó junto a Lia. Sin expresión.
Se sentía vacía.

Había tenido esperanzas de que aquello pudiera terminar bien, de que podrían impedir la boda. Había sido una ilusa, todos lo habían sido.

Anna se acercó junto a Peter y la tomaron cada uno de un brazo.

-Cariño... no lo hagas. Huye otra vez.
-No puedo hacerlo, madre. Os mataría a todos y aún así, acabaría por encontrarme y obligarme a ello. No quiero que os pase nada.
-Lo lamento tanto, hija. Fui un imbécil y un necio. Y ahora estás condenada por mi culpa.
-Padre, no diga eso. Alejandro Montgomery lo habría conseguido de todas formas. Yo sé que te he decepcionada pero yo...

Peter la abrazó con fuerza.

-No vuelvas a decir eso nunca. No podría estar más orgulloso de ti.

Aida soltó un sollozo pero se controló para no echarse a llorar allí mismo.

-No quiero entregarte a él, pero supongo que no tengo elección.
-Lo haremos juntos, Peter. -Le dijo Anna con una sonrisa triste. -Y conseguiremos romperlo algún día. Haremos todo por romperlo.

Aida sonrió.

Y juntos, los tres, hicieron su camino al altar.
Alex los esperaba con una amplia sonrisa.

-Sé que el plan era que te interpusieras y yo huiría. No lo hagas, padre. Por favor, no lo hagas.
-Hija...
-Lo sabe todo y os matará si seguimos adelante. No puedo permitir que muráis por mí.

Peter asintió con lágrimas en los ojos.

Aida se sorprendió, nunca lo había visto llorar.

-Te quiero, papi. Y a ti también, mami.

Se abrazaron y Aida caminó hacia Alex.

***

Lucía volvió a intentar abrir la puerta.

No entendía que había pasado. Aida sabía que el plan era fingir que cerraba la puerta con llave pero la había cerrado de verdad.

-Quizá se vio muy expuesta y creyó que lograría salir de otro modo. -Se dijo.

Aunque sabía que solo lo hacía para mentirse a sí misma.

Escribió un mensaje por el grupo para ver si alguno podía acudir en su rescate pero nadie respondió.
Estarían ocupados con lo suyo.

Se dirigió hacia la ventana y miró hacia abajo.

Estaba altísimo pero había un pequeño bordillo por el que podría caminar hasta alguno de los baños y salir por allí.
Perdería mucho tiempo pero no tenía otra opción.

Inspiró hondo.
Si perdía pie y caía al vacío, ya estaba. Ahí acabaría todo.
No podía permitirse abandonar a Aida, tendría que tener mucho cuidado.

Y así lo hizo, pasito a pasito pegada a la pared.

Consiguió llegar y se asomó al interior para comprobar que no había nadie. Abrió la ventana y se coló.

Celebró brevemente.

-El salón real está abajo del todo. -Suspiró. Estaba lejísimos. -Puedes hacerlo, Lu. Por Aidi.

***

-Más te vale comportarte. -La susurró Alejandro. -Y no hacer tonterías.
-Estoy aquí, ¿no? Podría largarme y que te dieran por...
-Cuidado con como me hablas, querida. Además, no tienes elección, si la tuvieras...
-Me habría largado ya. ¿No es eso triste? Estoy contigo por amenazas.
-No me importa el modo, lo que me importa es que serás mía. -La sonrió con malicia.

El párroco se volvió hacia ellos.
Llevaba un rato hablando pero ninguno le había escuchado. Ni siquiera sabían que venía ahora.

-Alejandro Montgomery. ¿Quieres a Aida Brooke como tu legítima esposa para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad todos los días de tu vida?
-Sí, quiero. -Tomó su mano y empujó el anillo en su dedo.

Aida se apartó en cuanto estuvo hecho.

-Aida Brooke. ¿Quieres a Alejandro Montgomery como tu legítimo esposo para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad todos los días de tu vida?

Aida cerró los ojos y apretó los puños.
La faltaba el aire.

-S...
-¡ME OPONGO!

Toda la sala se volvió hacia Lucía.
Aida negó con la cabeza pero Lucía, aunque la miraba, no la hizo caso.

-¡Esta boda es una puta farsa! ¡La familia Brooke ha sido amenazada por ese hijo de puta! ¡Pero ellos no quieren unir familias! ¡¿No es lo justo que la reina sea quien decida con quien casarse?! ¡Estamos en el siglo en el que estamos, esto no es ya la puta Edad Media!
-¿Y tú quien eres?
-¡Lo sabe perfectamente, Montgomery!
-¿Ah sí?

Y antes de que nadie pudiera hacer nada, elevó la pistola y disparó.
Lucía cerró los ojos esperando la bala atravesarla el pecho pero no fue así.

Y entonces escuchó el grito desgarrador de Aida.

Abrió los ojos.

-¡Padre! ¡Padre, por favor míreme! ¡Míreme, padre! -Lo sostenía entre sus brazos y le daba pequeños golpes en la cara. -¡Padre, por favor no se vaya!
-Te... quiero... y a tí... -Miró a Anna. Una lágrima rodó por su mejilla. -Aroa...
-Lo sabemos, padre. -Lloró Aida. -No se vaya, por favor...

Anna estaba en shock, ni siquiera se había movido. Sólo tenía los ojos clavados en su marido y las manos cubriéndola la boca.

Y con una última sonrisa, una que quedó congelada en sus labios, Peter Brooke cerró los ojos para siempre. Habiendo muerto por salvar a la que sabía que era el amor de vida de su hija.


He llorado escribiéndolo y sé que probablemente me odiaréis pero vi necesaria esta gran evolución en el personaje de Peter. Morir por la felicidad de su hija.
¡Muchas gracias por leer!

La reina de Nordlichter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora