Paola estuvo unos cuantos días más ingresada en el hospital. Si no estaba llorando, estaba durmiendo. Se la pasaba culpándose de lo ocurrido, insistiendo en que ella fue la que no se cuidó bien, ni cuidó bien a su hijo. Por las noches soñaba que cargaba al pequeño, que le daba de su pecho, que por fin lo veía directamente. Y de repente alguien se lo llevaba para siempre. Despertaba llorando, gritando y revolviéndose en la cama. Bruno la despertaba e intentaba consolarla, pero nada resultaba. Rubén pasaba todo el día en el hospital y, si se lo permitían, también la noche. Temía de que Paola empeorara y Bruno junto a ella.
Cuando por fin salió del hospital, lo hizo en completo silencio. Se mantuvo así hasta llegar a su departamento, donde se dirigió a su habitación y siguió llorando. Bruno intentaba calmarla, pero ella solo lo ignoraba. Rubén no creía en que si él lo intentaba algo cambiaría. Pensó que sería mejor dejarla sola por un rato, por lo que Bruno y él se fueron del apartamento. Estaba seguro de que Bruno volvería en cualquier momento, pero no le importaba.
Cuando Rubén llegó a su departamento, imitó a Paola. Se fue a su habitación, pero en vez de llorar empezó a dormir.
Despertó cuando aún era de día. Se duchó por un largo rato, sintiendo las gotas deslizar por su cuerpo, intentando relajarse. Al terminar se vistió y ordenó un poco todo su piso, el cual estaba hecho un desastre. Botó todos los restos de droga; ordenó los muebles, algunos inclusive los cambió de lugar y otros los limpió; ordenó su habitación, la cocina y, cuando tuvo todo listo, salió del lugar.
Caminó tranquilo, sin un destino, con la mente en blanco. Sin preocuparse, sin necesidades, disfrutando de la música que brotaba por sus auriculares. Miraba todo su alrededor, como si nunca antes lo hubiese visto. Examinaba todo, como si quisiera que todo aquello se quedase plantado en su mente hasta el resto de su vida. Recordando cada detalle que vivió cerca de todo lo que veía. A veces sonreía con los recuerdos, otras veces le entraban ganas de llorar, o de romper todo, o de simplemente desaparecer.
Caminó hasta que anocheció. Compró una hamburguesa en un local de comida rápida y volvió a su departamento, también caminando. Cuando ya se encontró en este, dejó su móvil en la mesa y dio un último vistazo a todo el lugar. Cerró la puerta y caminó hacia las escaleras superiores. Pero antes de comenzar a subirlas algo, que no sabe el qué, le hizo mirar hacia atrás. Le hizo detener su vista en el departamento de al lado al suyo... al de Mangel. Intentaba no pensar en él, pero cada vez que pasaba por fuera del lugar era inevitable que un fugaz recuerdo de su rostro invadiera por completo su mente. Comenzaba a hacerse una costumbre. El mero hecho de ver la puerta ya suponía un gran dolor. Recuerda cuando le pidió que fuese su novio, las veces que dormía con él, las noches en que se la pasaban jugando videojuegos, todo con él. No deja de sorprenderle el amor que siente cada vez que dice o piensa su nombre. Cree que ya lo ha superado, pero el más mínimo recuerdo hace renacer todo el amor escondido.
Tímido se acerca hasta el lugar. Abre lentamente la puerta y mira el desastroso lugar, no ha ordenado desde que encontró la carta... la cual sigue en el piso. Se acerca a esta y la levanta, pero de inmediato se arrepiente, la arruga y la tira lejos. Camina hacia la habitación del pelinegro. La cama sigue deshecha. Se recuesta sobre esta, como no hacía hace mucho, mientras inhala el perfume. Nunca se cansará de oler el exquisito perfume de Mangel. Se levanta pasados dos minutos, aguantando las ganas inmensas de llorar.
Sale del departamento lo más rápido que puede, y de igual manera sube las escaleras hasta llegar a la azotea. El viento le golpea violentamente en el rostro, desordenando su cabello. Respira profundamente y avanza lentamente hacia el borde, admirando la ciudad que se alza hasta más allá del horizonte. Se queda atónito mirando las luces abundando entre la oscuridad, los pocos autos pasar, la gente caminar de la mano, nunca había subido a la azotea por lo que nunca había visto la ciudad de esa manera, tan bella.
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Promise? (Rubelangel)
FanfictionTodos soñamos con un amor de película. Con esos que duran bastante y son verdaderos. Claramente estos amores también traen problemas, pero nos atrevemos a intentar solucionarlos. Miguel Ángel y Rubén Doblas son dos chicos con esperanzas de encontrar...