Capitulo 43

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Las cosas cambian. Los amigos se van. Y la vida no se detiene por nadie

-Stephen Chbosky.

Un año y medio después las cosas parecen no mejorar mucho.

Rubén está en una constante montaña rusa, la cual no deja de dar vueltas inesperadas.

Hay días en que todo va bien, y otros en que desearía estar muerto. No logra salir de su adicción, aunque para ser sinceros ni siquiera lo ha intentado. Se siente a gusto así, aunque sabe que se jode poco a poco.

El recuerdo de Mangel no lo deja en paz nunca, como si fuese un fantasma que lo acompañará hasta el día de su muerte. Sigue teniendo pesadillas en las que él aparece, lo cual es peor para Rubén. Hay veces en que escucha su voz por el departamento, así que comienza a buscarlo. Hasta que cae en cuenta que no es real, son sólo imaginaciones suyas. Cada vez se vuelve un poco más loco. Intenta reemplazarlo por otra persona, besando a cada chica que se le cruza, pero nunca es suficiente. Pues nadie podría ser como Mangel.

Con respecto a su trabajo, fue despedido. Marcos quería irse de aquel lugar con Catalina y empezar desde cero en otra ciudad. Nunca le explicó el por qué, pero a Rubén no le importó. Le parecía mejor aquella decisión, pues la cafetería sólo le traía malos recuerdos. No buscó otro trabajo, sólo se preocupó de eso cuando se dio cuenta que tenía que seguir pagando por lo que quería. Aún así no le importó, se fió de que Javier entendería su situación y se la regalaría, o al menos dejaría que pagase más tarde. Aquello funcionó por un tiempo.

Con respecto a Paola y Bruno, ellos dos se mudaron a Barcelona. Paola fue la que más insistió en mudarse, pues todo a su alrededor en Madrid le recordaba a su fallecido hijo y no lo soportaba. Seguía en contacto con Rubén, y él notaba cómo cada vez ella iba mejorando. Ya no estaba tan deprimida, las ojeras comenzaban a desaparecer, el color rojo de los ojos y la nariz también, se le veía más alegre, más ella misma. Bruno mejoraba junto a ella. Ambos salían adelante juntos, apoyándose mutuamente. Rubén le preguntaba si pensaban en tener otro hijo, pero ninguno estaba listo para aventurarse en algo así nuevamente. Temían de que todo saliera mal otra vez, y eso sí que sería la gota que colma el vaso.

Alex también se mudó, pues encontró un mejor trabajo fuera de la ciudad, y también una novia con la que es muy feliz. Las primeras semanas de su mudanza siempre llamaba a Rubén, para preguntarle cómo estaba, y siempre era la misma respuesta: "De maravilla". Le enviaba postales y buenos ánimos, y cuando él volvía a Madrid pocas veces salían juntos. Luego los mensajes, las cartas y las salidas comenzaron a disminuir. Alex tenía su vida, su pareja, y Rubén no quería entrometerse en aquello.

Las cosas con Cheeto no eran de lo mejor. Ya casi no hablaban, mucho menos se juntaban. Rubén se preguntaba el por qué, aunque nunca fue capaz de realmente preguntárselo. Quizá también maduró, como todos los demás.

Con sus padres las cosas eran normales. Su madre lo llamaba constantemente, y Rubén siempre intentaba hablar lo más animado posible para convencerla de que estaba bien. Ambos se lo creían.

Todos maduraron. Todos siguieron con su vida. Menos Rubén. Algunas personas se aferran al pasado y les cuesta aceptar lo que ya ha acabado. Y Rubén odiaba ser una de ellas. Odia no poder rehacer su vida como una persona normal y no quedarse estancado deseando que todo hubiese sido diferente.

A lo largo del tiempo vas aprendiendo cosas que cotidianamente no harías, y Rubén es un claro ejemplo de esto. Aprendió que todo lo bueno trae consecuencias. Que enamorarse trae corazones rotos. Y que la felicidad siempre será acompañada por el dolor, aunque no podamos verlo.

Las noches se le hacían más largas cuando comenzaba a pensar. Y muchísimo más cortas cuando decidía satisfacer su ansiedad. Los días de alguna u otra forma siempre se tornaban grises para él. La montaña rusa sólo comenzaba ir hacia abajo, lentamente, sin punto final, como una eterna tortura. Ya no creía en esa bobería de "todo saldrá bien", porque siempre son mentiras. Nada salía bien. Y tampoco tenía a alguien con quien hablarlo.

Promise? (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora