Capitulo 34

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Las despedidas siempre son dolorosas, y esta no era la excepción. Con todo listo, Rubén y Mangel se despedían de los otros tres presentes. Rubén era el que más duraba en los abrazos, y que no dejaba de repartir te quieros. Christina no era capaz de aguantar las lágrimas; el Padrino se hacía el fuerte, aunque se le notaban los ojos cristalizados; y de Antonella... ella era un mar de lágrimas. Su hermano la consolaba, la abrazaba y le decía que volvería. Ella asentía, pero no dejaba de repetir que lo extrañaría. 

- Yo también te extrañaré, ¿lo sabes? Pero siempre hablaremos por teléfono o por Skype, como hemos hecho todo este tiempo. Te quiero mucho, nunca dudes de aquello – Dicho esto vuelve a abrazarla, esta vez más fuerte. Ella le devuelve el abrazo, hipando. Luego de unos segundos vuelven a separarse, esta vez con la muchacha más tranquila y sonriente.

- También te quiero. Cuídate mucho, ¿vale? – Rubén asiente. Su hermana siempre se ha preocupado por él, a pesar de sus cortos años entiende todo perfectamente.

- Lo mismo para ti, nos veremos pronto – Le da un sonoro beso en la mejilla y se pone de pie, mientras levanta las maletas. Mangel termina de abrazar a Christina, quien, antes de separarse completamente de él, le susurra al oído.

- Cuídalo, ¿sí? Aunque él ya no necesita cuidados, igual me preocupo a veces. Sé que eres un buen novio, lo presiento con ese sexto sentido de madre – Mangel sonríe, y la mujer le da un fugaz beso en la mejilla.

- ¿Estás listo, Mangel? – Pregunta Rubén, sonriendo.

- Listo – Responde el pelinegro.

- Pues es hora de marcharnos – Mira a cada uno de los presentes sin dejar de sonreír – Los quiero muchísimo. Llámenme si necesitan algo, ocurre algo, o por lo que sea.

- Claro que sí, hijo – El hombre le sonríe – Nos avisan cuando lleguen, ¿sí?

El castaño asiente. Cuando van saliendo, Mangel se voltea y les sonríe.

- No me cansaré de decirles gracias, y que son los mejores – Ya que iba caminando de espalda por la calle, casi se tropieza. Todos ríen.- ¡Son los mejores! – Vuelve a gritar cuando ya está más lejos de ellos.

Rubén también se voltea y grita.

- ¡Apoyo a Mangel! ¡Los quiero! – Repite.

- ¡Nosotros te queremos más! ¡A ambos! – Ahora es la mujer quien grita desde la lejanía. Rubén le sonríe - ¡Pero voltea y camina bien, sino te tropezarás como Mangel!

Rubén suelta una carcajada y le obedece, ambos le obedecen. Comienzan a caminar hasta la parada de autobús, donde llamarán a un taxi para que los lleve al aeropuerto.

* * *

El viaje se les hace corto, y no tardan en estar pisando tierra madrileña.

Paola espera ansiosa, dando saltitos de felicidad. Cuando por fin los ve, corre hacia ellos y se les tira encima como una avalancha.

- ¡Pao! – Grita Rubén mientras la abraza. Mangel hace lo mismo, sonriente.

- ¡Los extrañé mucho par de gilipollas! – Los abraza un rato más y luego se separan.

- Venga, linda bienvenida eh – Ríe Mangel.

- Vale, vale, pero no me han contado lo importante. Me pasé torturándome estos días pensando en ustedes – La chica se cruza de brazos y alza una ceja, pero aún así no deja de sonreír.

- Hostia, que no te hemos contado – Rubén se lleva una mano a la boca, mientras abre los ojos como plato. Se le había olvidado completamente. Paola abre la boca formando una gran "o".

Promise? (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora