-100.- Me levanté del suelo nuevamente, al terminar de hacer abdominales sobre una colchoneta, en el gimnasio del hotel.
Estaba vestida livianamente. Afuera hacia frío, pero dentro había calefacción y estaba bastante agradable.
Encima llevaba una musculosa negra y un pantalón elástico del mismo color de una marca muy conocida. Mi pelo estaba recogido en un moño, ya que lo tenía muy largo y me molestaba.
Mis zapatos deportivos nuevos de color amarillo limón, eran muy cómodos. Era como si caminara sobre una nube. Comencé a correr en círculos alrededor de las máquinas de musculación.
Ya había trabajado toda la mañana con ellas. Mi cuerpo estaba muy bien construido. Mis brazos y piernas tenían los músculos fuertes y sanos.
Cuando estaba por la vuelta numero veinte, la puerta del gimnasio se abrió sin aviso, y por ella entró Bill, con una toalla blanca que estaba puesta en sus caderas.
Estaba todo mojado y le caían gotas por los mechones de pelo. Amy y él habían estado toda la mañana en la piscina de la suit.
Yo corrí hacia él y el espero mientras. Chocamos las manos cuando nos encontramos en la entrada.
-¿Cómo va eso?
-Ah, perfecto...- dije sacando una toalla de mi mochila y pasándomela por la cara, para sacarme el sudor. Cuando terminé de secarme, me volví para mirarle.- ¿Sucedió algo?
-Sí, dice Harry que luego nos reunamos en el comedor, tenemos que organizar todo para hoy a la tarde.
-Bien, me baño y estoy allí...
Salimos juntos de ese gimnasio y cada uno, luego de subir las grandes escaleras, entró a su dormitorio.
Cuando llegué a mi cuarto, todo seguía igual. Solo que por arte de magia, la cama volvía a estar armada.
Amaba eso de mi nueva vida, por lo menos no tenía que preocuparme si hacia un desorden.
Saqué nueva ropa del ropero. Ayer habíamos salido de compras con Amy y habíamos comprado de todo.
Habíamos gastado una pequeña fortuna, pero al ir al banco, nos dimos cuenta de que mi cuenta seguía creciendo, así que no nos preocupábamos.
En mi casa siempre habíamos gastado solo lo necesario, y ahora había comprado una pulsera de diamantes y oro de no sé cuántos quilates.
Todo parecía un sueño.
Lo que se evidenció, al entrar nuevamente al baño privado de mi dormitorio. Había entrado ya varias veces. Siempre me asombraba.
Parecía el baño de un castillo, o algo así. Era todo blanco, con varias piletas para lavarse las manos a un costado, y unos espejos gigantes que me mostraban mi reflejo.
Había pequeñas cajitas con millares de jabones, y cada uno tenía la forma de una fruta. Y también el correspondiente olor.
Aunque había una tina ovalada en el centro del lugar, decidí solo darme una ducha corta y simple.
Tomé varios jabones de olor a cereza y entré, luego de encender el grifo.
El agua caliente salió y los chorros destensaron todos mis músculos. Me sentí con sueño al instante.
Cuando estuve fuera de la ducha, tomé una toalla y me sequé con ella. Había lavado mi pelo también y olía como los dioses. Me desenredé los nudos, y luego ya estaban formándose mis ondas salvajes sin que yo hiciera nada.
Me puse una ropa de casa, unos jeans oscuros y una remera roja y negra que decía The Clash.
Bajé rápidamente las escaleras y allí estaban todos sentados en la mesa, -todos menos Harry-, y me esperaban impacientes.
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Just call me James
RomanceLucy es una tranquila camarera y universitaria de la ciudad de Toronto, su vida es normal y no cree en los superheroes. Todo eso cambia cuando cierto soldado empieza a ayudar a gente en problemas en la ciudad. El y Lucy se encuentran cuando ella mas...