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A Black Mountain vamos a emborracharnos.

Es un pequeño pueblo en las montañas, que mantiene las cumbres nevadas todo el año y ese encanto de lo auténtico que tanto nos gusta. La excusa para venir cada año es otra, que hay una feria agraria y la empresa de Mark expone sus cosechadoras, pero desde que lo hacen aprovechamos ese fin de semana para hacer familia, para cohesionarnos como grupo que entrena duro todos los putos días del año, que compite cada tres o cuatro meses, y que necesita un momento donde solo queramos divertirnos... y emborracharnos.

Vamos en dos coches, aunque hemos quedado directamente en el hotel porque Namjoon, que es con quien voy, no puede salir hasta las doce y Mark debe estar antes de las diez.

El trayecto pasa volando, entre chistes, bromas y mucha música country.

Cuando nosotros llegamos, los otros cuatro ya están en el bar del hotel, dándole a la cerveza.

—Lleváis tres rondas de retraso —dice Mark, alzando su copa.

—Por eso no te preocupes —lo desafía Namjoon—, te voy a ganar antes de que termine la noche.

Jin está hablando con Yoongi sobre su técnica de respiración diafragmática, algo oriental de lo que el resto pasamos que nos explique, y no repara en mí. Se le ve relajado y contento, y es el único que tiene la cerveza entera.

—Lo he echado a suerte —explica Mark, que tiene un montón de llaves magnéticas en la mano—. A mí me ha tocado con Martin, así que me

llevo lo peor.

—Y una mierda —dice su compañero de cuarto con humor.

—Roncas, así que más vale que esta noche no lo hagas —le tiende una tarjeta—. Namjoon y Yoongi. Vosotros vais juntos.

Miro a Jin. ¿Con quién le tocará? Cuando viajamos siempre comparto habitación con Taehyung. Nos llevamos bien y los dos tenemos un rollo tranquilo. Supongo que esta vez será igual, así que a él le tocará con Jimin.

Tengo cierta sensación de... ¿celos? Eso me deja a cuadros, tanto que el camarero tiene que tenderme por tercera vez una cerveza que no he pedido, pero que al parecer es parte de la bienvenida.

Las maletas se las ha llevado un botones, así que no es necesario pasar por la habitación. Cosas de Mark. Lo de no perder ni un segundo.

—Jimin —prosigue nuestro anfitrión, repartiendo las últimas llaves magnéticas—, esta vez te toca con Taehyung. Así que Jungkook y Jin, dormiréis juntos.

Jin asiente, pero no me mira, y continúa con la conversación, como si nada.

—Por un fin de semana inolvidable —levanta Mark la jarra, una vez repartidas las habitaciones.

Todos brindamos. Noto que mi corazón palpita con más fuerza de la habitual y, aunque me esfuerzo por no hacerlo, mis ojos se desplazan hacía Jin de vez en cuando, como si necesitaran de él. Pero el nuevo me ignora. Bueno, no exactamente. Interviene cuando yo hablo, incluso se dirige a mí, pero con una indiferencia que me molesta cuando me doy cuenta que es la misma con la que se dirige a los demás.

Llegan más cervezas, salchichas, codillos y col hervida. El medio día se transforma en tarde, el bar del hotel en una coctelería cercana, y esta en un bar de copas cuando el reloj da las doce y nos acordamos de que no hemos cenado.

—Otro año que nos perdemos la cena —dice alguno.

Yo he bebido poco. El truco consiste en llevar la copa a los labios sin tomar, para que el nivel del vaso no baje y no tenga que soportar rellenos. No soy de emborracharme, y me inquieta tener que dormir en la misma habitación que Jin, aunque con la actitud que ha mostrado hacia mí y la borrachera que está pillando dudo que deba temer nada.

GYM (KOOKJIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora