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La noche pasa a duermevelas y llena de sueños extraños. En alguno de ellos yo hago el amor con Jin, pero cuando me despierto él sigue durmiendo, cubierto por la sábana y girado hacia el otro lado.

Empieza a amanecer cuando al fin abro los ojos y agradezco que ayer no me pasara con el alcohol. Inmediatamente me viene a la cabeza su imagen, desnudo en mi cama, y me giro para comprobar que no estoy soñando de nuevo. Sin embargo, no hay nadie. En la cama solo estoy yo, cubierto por la sábana hasta la cintura. Me incorporo hasta quedar sentado. ¿Es posible que lo haya soñado? ¿Que fuera un sueño desvestirlo por la noche mientras él

permanecía medio inconsciente en la cama?

La puerta del baño se abre, y aparece Jin recién duchado, con la toalla atada a la cintura.

—Necesitaba una ducha —me dice.

Me ha mirado a los ojos un momento, pero los ha apartado enseguida. No he oído el agua correr, pero ha sido una noche tan turbulenta, con tantas ideas extrañas metidas en mi cabeza, que supongo que he terminado por quedar profundamente dormido.

—Ya también la necesito. —Mi voz suena gutural.

Voy a levantarme cuando él se sienta en la cama, justo a mi lado.

—¿Fuiste tú quien me desnudaste? —me pregunta, bastante serio.

—Habías bebido. Supuse que estarías más cómodo sin ropa.

Asiente. Está muy cerca, y sus ojos analizan los míos.

—¿Y era necesario quitarme los calzoncillos?

Noto que me sonrojo... ¿Se ha pensado..?

—De eso te encargaste tú solo.

Él hace por recordar, y parece que al final lo consigue. No puedo levantarme porque está sentado sobre la sábana que me cubre las piernas, y demasiado cerca.

—¿Hemos..? —deja en el aire.

—¡Claro que no!

Exclamo.

Y él me besa.

Es un gesto rápido. Alarga la cabeza y sus labios se unen a los míos para separarse de inmediato. Se queda mirándome, muy serio, hasta que se le escapa un suspiro de dolor.

—Me prometí que no iba a dar el primer paso, pero ayer fue muy duro tenerte tan cerca.

Trago saliva. Estoy petrificado. Mi cabeza busca una salida que no encuentra.

—Pensé que te habías olvidado de lo que pasó entre los dos —dicen mis labios, porque no estoy seguro de haber sido yo.

—Eso es imposible —sonríe. Muy dulce. Tierno—. No me sales de la cabeza.

Alargo una mano y lo sujeto por la nuca.

Él se me queda mirando.

Yo a sus ojos.

No está seguro de si pretendo golpearlo.

Yo tampoco.

Pero es tanta mi necesidad, tantas estas ganas que me recorren la columna como una colmena de avispas, que lo traigo hacia mí y me hundo en su boca. Suspiro sobre sus labios. Hasta que mi lengua indaga, los recorre, palpando, descubriendo si esa forma jugosa tiene que ver con lo que imaginaba. Y se sorprende porque es aún más rica, más sabrosa, más llena de sensaciones.

Jin también suspira cuando comprende que lo estoy besando. Se arranca la toalla y se sienta sobre mí, a horcajadas. Nuestros pechos se rozan. Mis pezones impactan sobre su piel y el vello espeso de mis pectorales acaricia y se frota con el suyo, ligero de pilosidad, blanco y rubio.

GYM (KOOKJIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora