Secretos

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Me quedé paralizado por el terror, pero después de un segundo pensé que había oído mal. Y entonces, de nuevo el mismo sonido chirriante de las uñas en el vidrio. Dirigí mi mirada a la ventana y vi una figura oscura moviéndose como si quisiera atravesar el cristal.

Me levanté de un salto y pegué la espalda a la puerta cerrada. Era Victor, había venido por mí. Era el fin y no podía hacer nada al respecto. No me había reconciliado con Julie aún y Charlie estaba en su habitación. Me pregunté si lograría no gritar mientras me torturaba para no despertarlo, tal vez el olor de mi sangre taparía el suyo. Pero recordé cómo me había roto Joss el año pasado y apreté los dientes para no dejar escapar el sonido de terror que subía por mi garganta.

Y entonces, la figura habló con una voz que reconocía muy bien.

—¡Ey! ¡Beau! Abre la maldita ventana... ¡Auch!

¿En serio? Necesité un par de segundos para obligar a mi tembloroso cuerpo a moverse hacia la ventana y abrirla.

—Julie, ¿qué demonios haces aquí? —susurré observando asombrado a mi amiga subida en el árbol cercano mientras se balanceaba para lograr acercarse a mi ventana. Eran sus ramas las que chirriaban contra el vidrio —. ¿Estás demente? Son las dos de la mañana. Casi me matas de un susto...

—Quítate o te caigo encima —advirtió balanceándose con más fuerza. Estaba a unos seis metros del suelo, si se caía iba a ser grave.

Me hice a un lado mientras se agarraba del alféizar y se introducía de un salto, sorprendentemente, sin matarse en el intento y cayendo ágilmente casi sin hacer ruido. Nos quedamos mirándonos en silencio unos segundos ante la amenaza de haber despertado a Charlie, hasta que se escucharon sus ronquidos de nuevo.

—Definitivamente estás loca —le espeté aún nervioso por lo que acababa de presenciar, pero por su cara se extendió una sonrisa, la de siempre, la alegre, aunque tenía algo de autocomplacencia en ella.

—¿Eres bipolar? Ya no entiendo nada, esto es demasiado para mí —me di media vuelta y me dirigí hacia mi cama. Me acostaría de nuevo, me dormiría y mañana esta pesadilla se habría acabado, pero me tomó de la muñeca haciéndome volverme hacia ella de nuevo.

—Oye, me pediste que honrara mi promesa, y eso estoy haciendo, por eso estoy aquí —explicó mirándome de forma muy intensa, como si quisiera transmitirme algo por telepatía.

—¿De qué estás hablando? ¿Sam sabe que estás aquí? ¿Te dio permiso? No, mira, ni siquiera puedo ser sarcástico ahora. No puedo. No quiero. Vete. No voy a hablar contigo — farfullé zafándome de su agarre.

Estaba enojado. Me había mandado al carajo por la tarde y ahora, me mataba de un susto y luego sonreía como si nada hubiera pasado. Eso sumado al dolor que me causaba recordar que no era la única que se había metido en mi habitación por la ventana.

—No me voy a ir, vengo a disculparme.

—Pues no lo hagas. No me importa —murmuré otra vez encaminándome a mi cama, donde me senté, cansado.

Ella se acercó y se quedó de pie frente a mí. Seguía vistiendo la misma camiseta blanca y el short, con el frío que estaba haciendo, pero cuando me había tocado la muñeca la había sentido ardiendo, como si tuviera fiebre aunque no se veía enferma para nada, parecía estar en plena forma.

—Beau... ¿Estás bien? —murmuró con preocupación y extendió un brazo hacia mí, como si quisiera apartarme el pelo de la cara, pero me eché para atrás y desistió.

—¿Por qué rayos estaría bien? —gruñí. En serio me sentía muy enojado y, sobre todo, muy muy confundido.

—Sí, tienes razón. Lo siento, en serio lo siento. Lo de hoy fue horrible, lo lamento, pero te juro que era estrictamente necesario — se agachó a mi lado hasta quedar a mi altura, apoyando una mano en mi rodilla. No tuve fuerzas para rechazarla.

Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora