Los días pasaron y las cosas se fueron calmando en casa. Acompañé a Charlie el domingo a Seattle a hacer sus mandados sin rechistar y el lunes después de clases fue mi primer día en el gimnasio. Llegué tan cansado que prácticamente me quedé dormido mientras leía con Edythe. Al día siguiente me dolía todo. En el instituto todo seguía igual que siempre, con la novedad de que Edythe y Archie ahora andaban por ahí. Incluso compartíamos algunas clases, puesto que les pusieron el mismo horario que tenían antes, pero sólo me saludaban de manera cordial, sin acercarse.
El martes volví a trabajar a la tienda y tuve que aguantar las miradas furiosas de McKayla. A veces murmuraba algo pero no se atrevió a enfrentarme a la cara. El miércoles volví al gimnasio y me quedé dormido apenas llegué, ni siquiera pude esperar a Edythe. No podía asegurar aún si el ejercicio ayudaba con la depresión, pero al menos lo hacía con el insomnio.
El jueves, sin embargo, McKayla se puso furiosa cuando a la hora de cerrar Edythe apareció afuera, esperándome apoyada en mi camioneta.
—¿Qué está haciendo ella aquí?
—No tengo idea, la verdad —contesté algo nervioso. ¿Había venido a despedirse de nuevo? La miré por el ventanal pero me sonrió y me saludó con la mano, todo parecía estar bien.
—No puedo creer que tenga tanto descaro después de lo que te hizo. Y tú eres un completo idiota si estás pensando en volver con ella, Beau —criticó con rabia.
Respiré profundo. Había dicho que McKayla era una buena amiga, sólo estaba preocupada igual que todos los demás, no quería enojarme con ella.
—Eso es problema mío, Mc. Te agradezco la preocupación, pero no te concierne.
—¿Ah no? Ya veremos... —murmuró mirándome como si quisiera matarme con los ojos.
Tomé mi mochila y salí encaminándome a mi camioneta.
—Hola —saludó alegremente.
—Hola, ¿qué haces aquí? —me sentí un poco incómodo. No sabía si me estaba vigilando con McKayla.
—Bueno, ayer fui a tu casa y ya estabas dormido. Me quedé un rato pero no cuenta, así que pensé en compensar en el viaje a casa. Sé que hoy no me toca visita así que cuando lleguemos me voy —me prometió.
Me reí aliviado y le abrí la puerta del acompañante para luego subirme a mi sitio.
—Uff, McKayla me quiere matar —comentó divertida mientras yo conducía hacia mi casa.
—Me di cuenta. No la molestes por favor, sólo está preocupada, como todo el mundo.
—Lo sé —suspiró —. En realidad me lo merezco. ¿Qué tal tu día?
—Adolorido. Empiezo a preguntarme si lo del gimnasio es una buena idea.
—Duele porque tus fibras musculares se rompen y al regenerarse se hacen un poco más grandes. ¿Al menos te gusta ir?
—Curiosamente sí. Tengo una rutina específica y hacerla es como ir tachando una lista de cosas por hacer. Me gusta tachar listas.
Se echó a reír divertida y estiró el brazo lentamente para acariciarme una mejilla. La dejé hacerlo. Empezaba a sentirme un poco más seguro ahora.
—Y sobre los deportes de riesgo que mencionó Archie, ¿desde cuando te gusta saltar de acantilados y andar en moto?
—Uh, eso... —murmuré incómodo, pero decidí decirle la verdad —. Va a sonar como que estoy loco, pero descubrí que cuando hacía cosas peligrosas... ehhm... bueno... yo escuchaba tu voz en mi cabeza.
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Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)
Novela JuvenilBeau ha pasado el mejor verano de su vida en compañía de su novia Edythe. Sin embargo, enamorarse de una vampira tiene sus peligros, y no tiene ni idea de que lo peor está por llegar.