Edythe no podía haber escogido un día peor. Empezamos a subir la carretera empinada cada vez más despacio por la cantidad de autos que había, hasta que acabamos detrás de un auto blanco sin poder avanzar.
—Archie —gemí aterrado mirando el reloj.
—No hay otro camino —contestó en el mismo tono.
La fila avanzaba muy despacio, sólo un auto a la vez. El sol seguía subiendo, brillante, sobre nuestras cabezas.
Seguimos avanzando lentamente hasta que estuvimos cerca de las puertas de la ciudad, y entonces vi muchos autos desviarse hacia los lados de las carreteras. La gente salía de ellos y continuaba su camino a pie.
—¿Qué está pasando? —pregunté con urgencia, sobre todo al ver el rostro de Archie, nervioso y contrariado.
—Están prohibiendo el acceso de los autos a la ciudad, hay que entrar a pie y el estacionamiento ya está lleno. Mierda, Beau, tenemos diez minutos.
—¡Ya lo sé! —grité desesperado.
Seguimos avanzando lentamente. Bajé un poco mi ventanilla y pude notar que, a pesar del fulgurante sol en el cielo, el día estaba un poco ventoso. La gente se aferraba a sus abrigos, capas y sombreros, que se hinchaban con el viento queriendo escapar. El rojo predominaba en la ropa de la mayoría, en sus camisas, vestidos, capas y sombreros. Mientras miraba, una mujer que estaba tratando de atarse el cabello con una cinta de intenso color escarlata fue azotada brevemente por el viento, lo que la hizo soltar la cinta que se elevó sobre su cabeza como si tuviera vida propia. Ella trató de agarrarla saltando pero esta siguió elevándose hasta convertirse en un hilo rojo como la sangre contra el antiguo muro.
—Beau, escúchame —habló Archie de repente con tono feroz —, voy a hacer algo pero no logro anticipar la reacción del guarda. Si me equivoco, tendrás que salir solo y entrar corriendo. Pregunta por el Palazzo dei Priori y corre en la dirección que te indiquen. No te pierdas, esas calles pueden ser un laberinto.
—Palazzo dei Priori, Palazzo dei Priori —repetí una y otra vez como un mantra para no olvidarlo.
—Si hablan inglés, pregunta por la torre del reloj. Si no puedo entrar, aparcaré por ahí y buscaré un lugar apartado para saltar la muralla. Prometo encontrarte, pase lo que pase. Edythe tiene que estar en un callejón justo a la derecha del reloj. Corre hacia ella, tiene que verte antes de que den las doce.
Asentí enérgicamente sin dejar de pronunciar mi mantra. El Porsche amarillo llegó al principio de la fila al fin y rogué porque no hubiera aún un comunicado de auto robado. El oficial encargado de indicar a los conductores que debían dar media vuelta y buscar estacionamiento se acercó por fin a nosotros, pero Archie lo ignoró y aceleró hasta la entrada de la ciudad. El hombre nos gritó algo, pero se concentró en el siguiente auto. De todas formas, también había un oficial en esa entrada.
Archie aparcó de forma que el muro tapara el sol de su lado y se puso unos lentes oscuros que hacían juego con su chaqueta negra de cuero, mientras el oficial golpeaba suavemente la ventana con los nudillos. Archie abrió la ventanilla, mientras le dedicaba al hombre una de sus sonrisas encantadoras. El oficial pareció sorprenderse, igual que la auxiliar de vuelo en el avión, pero trató de reponerse antes de hablar.
—Disculpe, caballero, pero hoy sólo pueden ingresar autobuses turísticos a la ciudad —dijo en inglés con un fuerte acento italiano y tono de disculpa. Era obvio que le hubiera gustado impresionar de alguna manera al dueño de semejante auto.
—Es un viaje privado — se quitó los lentes y le guiñó un ojo al oficial, que se quedó con la boca abierta. Entonces sacó la mano, que se había cubierto con un guante también de cuero negro y le depositó algo en la mano que el oficial había olvidado bajar después de haber golpeado la ventana.
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Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)
Teen FictionBeau ha pasado el mejor verano de su vida en compañía de su novia Edythe. Sin embargo, enamorarse de una vampira tiene sus peligros, y no tiene ni idea de que lo peor está por llegar.