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Me costó muchísimo despertarme. Fue como si mi conciencia quisiera empezar el día pero mi cuerpo se negara a hacerle caso. Aún tenía en mi mente recuerdos de los sueños (¿o pesadillas?) que había tenido durante la noche, pero pasaron tan rápido, como vestigios de colores y sensaciones, que no pude atraparlos para identificarlos.

Primero traté de tomar conciencia de mi cuerpo. Estaba acostado boca abajo, en lo que parecía ser mi propia cama. Tenía un edredón encima. Me dolía la cabeza y no quise abrir los ojos, pero se me escapó un leve quejido. Tal vez sería prudente volver a dormir.

—¿Beau? 

Me quedé frío. ¿Ese susurro suave y angelical había sido real? Intenté recordar lo que había pasado en los últimos días, pero estaba tan aturdido que me costaba pensar. La cabeza me daba mil vueltas por segundo. El acantilado... Victor... Julie... Holly... Archie... Italia... Edythe... ¡Edyhte!

Me senté en la cama de golpe, y ahí estaba ella, sentada a mi lado, un poco sorprendida por mi reacción. La miré con la boca entreabierta, asombrado, mientras ella estiraba un brazo y me quitaba el cabello que tenía pegado a la frente y amenazaba con taparme los ojos.

—Hola —susurró, tanteando una sonrisa.

—Hola — contesté, con la voz ronca.

—¿Cómo te sientes?

—Atontado... y con sed.

—Te traeré un vaso de agua — dijo antes de desaparecer. 

Miré el reloj de la mesita de noche y pude ver que eran un poco más de las siete de la mañana. ¿Cuánto había dormido? no recordaba a qué hora me había acostado pero aún era de día cuando lo hice. Ya Charlie se había ido a trabajar y definitivamente, hoy también me perdería la escuela.

Edythe apareció con el vaso con agua en la mano, que me bebí de corrido sin respirar.

—¿Mejor? —preguntó, aún en voz baja, como si no quisiera asustarme.

—Creo... —contesté frunciendo el ceño hacia la luz que entraba por la ventana, me molestaba en los ojos y no ayudaba con el dolor de cabeza —Necesito ir al baño.

—Aquí te espero —indicó volviendo a sentarse al borde de mi cama.

Me levanté y pude notar que seguía vestido con la ropa con la que volví de Italia. Tenía la camiseta pegada al cuerpo, como si hubiera sudado durante la noche. Terminé con mis necesidades fisiológicas, me lavé los dientes y me eché agua en la cara, para terminar de despertarme. Mientras me la secaba, me miré en el espejo y lo que vi no me gustó. El azul indeciso de mis ojos parecía dudar más que nunca, como si ahora no pudiera estar seguro de nada.

Analicé la situación lo mejor que el dolor de cabeza me lo permitía. Archie había vuelto porque me vio saltando del acantilado, se lo dijo a Royal, quien se lo dijo a Edythe, quien se sintió culpable porque creyó que me había suicidado por su culpa y viajó a Italia para pedir una especie de suicido asistido con la realeza vampírica, que le dijo que no, y por lo tanto trató de obligarlos hasta que aparecí para demostrarle que no estaba muerto. Luego nos llevaron hasta su guarida estilo película de Drácula donde un vampiro sádico con forma de niño malcriado la torturó y luego hizo un berrinche porque no pudo hacer lo mismo conmigo. Nos ofrecieron a los tres un espacio en su guardia, nos negamos, y luego obligaron a Edythe a prometer convertirme en vampiro. Nos dejaron ir y me negué a dormir durante el viaje para aprovechar los últimos momentos que tendría con ella, antes de que se fuera otra vez. 

Por eso estaba tan aturdido, por no haber dormido en mucho tiempo y luego haber dormido mucho. Había valido la pena, pude tenerla en mis brazos durante la espera en el castillo de Drácula y los viajes en el avión, y luego ella me había abrazado a mí. Y ahora, se iría. ¿O no? ¿Por qué seguía en mi habitación?

Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora