Puntadas

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La única que conservó la calma fue Carine. Los siglos de experiencia acumulada en salas de urgencia se notaban en el aplomo y la autoridad de su voz.

—Eleanor y Royal, llévense de aquí a Jessamine.

Eleanor, seria por una vez, asintió.

—Vamos, Jess, vamos.

Jessamine no dejó de pelear con Eleanor, parecía que no la escuchaba, con sus ojos aún fijos en mí. Trató nuevamente de alcanzar a Edythe con los dientes, pero ella se echó hacia atrás en posición defensiva frente a mí, mostrando los suyos y gruñendo como lo había hecho en el campo enorme en el que acostumbraban a jugar beisbol, cuando Joss había descubierto mi humana presencia. Su cara estaba blanca como un papel. Royal se acercó a Jessamine y le pasó un brazo alrededor del cuello para arrastrarla fuera de la casa junto a Eleanor. Me pareció ver en su rostro una expresión que parecía decir "te lo dije".

Pasaron por la puerta que Earnest sostenía abierta con una mano, porque con la otra se tapaba la nariz y la boca. Me miró avergonzado y murmuró antes de salir él también.

—Lo siento mucho, Beau.

—Deja que me acerque, Edythe —Carine le pidió.

Edythe seguía agazapada protectoramente delante de mí, aunque estaba bastante seguro de que no estaba respirando. Sin embargo, reparó en su madre, asintió levemente y se levantó para darle espacio. La doctora se arrodilló a mi lado para examinarme el brazo herido. Archie, que no se había movido antes, se acercó para darle una toalla blanca, sin embargo, Carine negó con la cabeza.

—Hay demasiados cristales dentro de la herida, hay que sacarlos primero. Beau, ¿quieres que te lleve al hospital, o prefieres que te cure aquí?

—Aquí, por favor —murmuré tratando de recomponerme, el olor de mi propia sangre me estaba mareando. No había forma de que Charlie no se enterara si me llevaban al hospital, una de las muchas desventajas de vivir en un pueblo.

Archie desapareció, para volver al instante con el bolso de Carine en la mano.

—En la cocina nos irá mejor —indicó ella, mientras Edythe me levantaba y me sostenía al tambalearme camino a la cocina.

Archie dejó el bolso sobre la mesa y había conectado una potente lámpara a un enchufe. El rostro de Edythe era una máscara pétrea. Ella me sentó en una silla y mantuvo una mano fría en mi nuca, rozándome suavemente con el pulgar, para distraerme del dolor. Noté que seguía sin respirar.

—Estoy bien, Edythe, ve a tomar aire —sugerí mientras Carine sacaba sus instrumentos.

Un estremecimiento me recorrió entero cuando sacó una jeringa, le puso un líquido, y avisando con la mirada lo que iba a hacer, me la inyectó en el brazo. Anestesia local, probablemente.

—No. Me quedo contigo —gruñó entre dientes, delatando el esfuerzo que hacía al quedarse, luchando contra su naturaleza. Carine intervino, mientras sacaba unas pinzas del bolso y las esterilizaba.

—No es necesario, sabes que me pasan estas cosas todo el tiempo, estoy acostumbrado. Carine puede curarme sin tu ayuda —insistí, orgulloso de que mi voz sonara firme. Sabía que para Edythe luchar contra el impulso que le daba el aroma de mi sangre era más difícil que para los demás.

—Deberías ir a buscar a Jessamine. Estoy segura de que se siente bastante mal ahora y no va a escuchar a nadie más que a ti —intervino Carine.

—Sí, buena idea. Dile que estoy bien, por favor —le pedí. No quería que Jessamine se sintiera mal por algo que había sido culpa enteramente de mi torpeza. Edythe bajó la cabeza, rindiéndose. Me acarició una vez más la nuca y salió por la cocina mientras Archie apuntaba.

Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora