La manada

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Avanzamos hasta un punto en el que Julie se detuvo y, por ende, yo también. Esperaba ver a las lobas gigantes salir de los árboles, así que no estaba preparado para ver a las cuatro chicas vestidas con short y camisetas caminar hacia nosotros.

Pensé que parecían unas hermanas cuatrillizas, todas muy parecidas, altas, musculosas, morenas y con el pelo corto. Además, parecía que se movían en sincronía como si lo hubieran ensayado. Incluso sus rostros mostraban los mismos gestos al mismo tiempo. Julie había dicho que se leían los pensamientos mientras eran lobas, pero me pregunté si también lo hacían en su forma humana, por la cara de furia que pusieron las cuatro al verme, deteniéndose a unos cuantos metros.

Sam era la más alta, medía probablemente lo mismo que yo. Su rostro también era el más maduro, no porque se viera vieja y tuviera arrugas, si no por la madurez que parecía mostrar.

—Julie, ¿qué hiciste? — preguntó, seria.

Otra de las chicas, no supe si Jade o Paula pareció ladrar con rabia mientras la increpaba.

—¿Por qué eres incapaz de seguir las reglas? —movió los brazos como si estuviera conteniéndose para golpear a Julie —. ¿En qué demonios estabas pensando? ¿Por qué rayos él te parece más importante que toda la tribu? ¿Más importante que la gente a la que están matando?

Julie contestó tranquila, sin alterarse y sosteniendo mi mano con fuerza.

—Él puede ayudarnos, sabe cosas.

—¡Patrañas! —exclamó la chica, furiosa. Toda ella empezó a temblar —. ¿Eres idiota o qué? Claro, el amigo de las sanguijuelas se muere por ayudarnos —se burló con rabia.

—No hables así de él —amenazó Julie soltando mi mano e inclinándose un poco hacia adelante.

La otra chica se estremeció.

—¡Paula, contrólate! —le ordenó Sam.

Paula sacudió la cabeza, no retándola si no tratando de concentrarse.

—Respira profundo, cálmate — le murmuró la otra chica que no conocía, debía ser Jade.

La chica enojada giró la cabeza hacia ella y le gruñó, luego miró hacia nosotros. Julie dio un paso hacia adelante y se puso al frente mío. Fue la gota que derramó el vaso para Paula.

—¿Lo estás protegiendo? No puedo creerlo. Eres una... — un sonido parecido a un aullido brotó de su garganta mientras se convulsionaba.

—¡Paula! —gritaron varias voces al tiempo, pero ya era tarde. La chica pareció caer al suelo, pero antes de llegar, su cuerpo hizo algo parecido a una explosión mientras una piel plateada y peluda brotaba de su interior y se hinchaba hasta adquirir la forma de una enorme loba furiosa, agazapada y lista para atacar. Su hocico se arrugó mostrando los dientes mientras emitía un gruñido y clavaba sus oscuros y rabiosos ojos en mí.

—Ni lo sueñes —murmuró Julie antes de salir corriendo directo hacia la enorme bestia.

Antes de llegar saltó y cuando tocó el suelo de nuevo, ya era una enorme loba del color rojizo del ladrillo. Jirones de ropa y algo blanco salieron volando en todas direcciones. La transformación sucedió tan rápido que, si hubiera parpadeado en el momento justo, me lo hubiera perdido. La loba rojiza se fue de frente contra la plateada y la embistió tratando de obligarla a volver al bosque. Era aterrador y asombroso a la vez, no podía creer que ese enorme animal pudiera caber en el cuerpo de mi amiga.

Las lobas se aruñaban y trataban de morder mutuamente el cuello de la otra. Las otras dos chicas, Jade y Embry, las miraban con fascinación. Sam simplemente negó con la cabeza y les indicó, mientras se quitaba los zapatos y la camiseta, mostrando un top deportivo parecido al de Jules.

Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora