Rosalina

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No supe cómo, pero de repente ya no estaba en el agua. Sentía las piedras clavarse en mi espalda y algo duro como una roca golpeando mi pecho. No entendía qué estaba pasando, pero la roca en mi pecho hizo que expulsara agua salada por la nariz y la boca al mismo tiempo. Fue muy desagradable. La sal me quemaba por donde pasaba y por alguna razón, no lograba respirar. Probablemente tenía los pulmones llenos de agua.

—¡Respira! —me ordenó una voz angustiosa que definitivamente no provenía de mi cabeza, pero no podía hacerle caso.

Simplemente no tenía la capacidad para aspirar aire, como si hubiera olvidado cómo se hacía. El dolor quemante en mi pecho y garganta no me dejaba pensar. La roca volvió a golpearme y otra cascada de agua salió de mi boca.

—¡Respira, Beau, por favor! —suplicó Julie, desesperada.

No lograba siquiera ver bien, sentía que estaba aún rodeado de agua que seguía azotando mi cuerpo sin piedad. Nunca había sentido tanto frío en mi vida.

La roca golpeó de nuevo en mi pecho y me di cuenta de que se sentía caliente. Era la mano de Julie la que estaba obligando al agua a salir de mis pulmones. También había sentido algo cálido que me halaba en el agua, debía haber sido ella. Seguía sin poder verla, muchos puntos negros atacaban mi visión.

¿Estaba muerto ya? Tal vez sí y por eso no podía respirar. No me gustaba, era incómodo y doloroso. Pero entonces recordé que ya había creído estar muerto antes y también había sido doloroso e incómodo, para resultar al final que no lo estaba. Julie volvió a golpearme el pecho y escupí más agua. Entonces empecé a escuchar un murmullo extraño en mi cabeza, como las olas del mar, yendo y viniendo.

—¿Beau, puedes oírme? Por favor, reacciona —la voz de Jules seguía sonando angustiada pero no podía moverme para responder, estaba completamente inmovilizado. Ahora, además, me dolía mucho la cabeza.

—¿Cuánto tiempo ha estado inconsciente? —preguntó otra voz. Eso me hizo sentir más consiente de mi entorno. Estaba acostado, las pequeñas piedras me herían la espalda, estaba mojado y hacía mucho frío, pero ya no estaba en el agua. Tenía los ojos apenas abiertos y por eso no veía bien.

—¡No lo sé! Creo que unos minutos. Ay no, Beau, por favor — sentí sus manos apartarme el pelo de la frente para luego ponerse en mis mejillas, como si quisiera calentarme el rostro. Sonaba asustada, incluso me pareció escuchar un sollozo.

—Tranquila, ya está respirando, se va a recuperar. Siempre y cuando entre en calor, no me gusta el color que tiene.

Esta vez reconocí la otra voz como la de Sam, pero lo que me llamó la atención fue que dijo que estaba respirando. Entonces me di cuenta de que el murmullo que escuchaba de mi cabeza al ritmo de las olas era el aire volviendo a entrar a mi cuerpo por mis maltratadas vías respiratorias. Parecía que las tenía en carne viva, como si hubiera pasado un estropajo de aluminio por ellas.

—Tenemos que moverlo, pero ¿y si se golpeó con algo? El cuello, o la espalda... — Jules seguía sonando muy preocupada.

—Mmm... —Sam también pareció dudar y la sentí arrodillarse a mi lado, al frente de Jules.

Me obligué a abrir bien los ojos, tenían que saber que estaba bien, pero me llevó más de un minuto. Cuando al fin lo logré, sólo pude ver la lluvia helada cayendo en mi rostro.

—Jules —logré articular, aunque sonó como el graznido de un ave vieja.

—¡Beau! Maldición, me diste un susto tremendo —el alivio inundó su voz y vi que acercó su rostro al mío. Tenía los ojos muy húmedos, pero podía ser por el aguacero —¿Recuerdas si te golpeaste en algún lugar? ¿Algo te duele?

Luna Nueva (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora