{Si Jung Hoseok no le hubiese pedido que faltara a clases y le ayudase a escoger un anillo de promesa, tal vez Heo JiWon no se hubiese sentido tan culpable por enamorarse del novio de su mejor amiga.
Ella solía pensar que todo era blanco o negro per...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Eunbi dormía profundamente envuelta a mi lado. Giré mi cabeza y observé su respiración, aliviado de que me hubiera perdonado anoche.
Sabía que lo había arruinado. No tenía la habilidad de ser tan abierto cuando se trataba de hablar de mí o de mis amigos; pero ella había estado tan enojada conmigo, sus palabras acusadoras aún pitaban en mis oídos.
—Me hiciste ver como una idiota, Hoseok.
—No —había tratado de decirle—. No te viste como una idiota. Tú...
—¡Me vi como una idiota!
Así que intenté de explicar por qué todo tenía que ser mantenido en secreto. Solo porque hubiera algunos rumores flotando en el campus sobre la razón del despido de la Dra. Lim, no significaba que la gente conociera la verdad. Pero si la verdad salía, todo su futuro podría estar en peligro. Podría no hallar nunca otro trabajo de enseñanza. Y Namjoon estaría devastado.
Pero Eunbi no se preocupó por nada de eso. Su ofensa iba más sobre el que yo no sintiera la necesidad de contarle el chisme del año. Habría estado mal de mi parte señalar lo mucho que le gustaba a ella y a sus amigas difundir rumores, así fueran ciertos o no. Decirle a mi novia algo tan confidencial normalmente era demasiado arriesgado. Así que seguí pidiendo disculpas y prometiendo que nunca volvería a ocultarle nada. Finalmente aflojó y se rindió.
Después de un rápido beso en su mejilla mientras seguía durmiendo, me arrastré fuera de la cama y me puse la ropa de anoche. Después de refrescarme en el baño me dirigí a la cocina, encontré todo en el mismo sitio donde lo había dejado el sábado pasado cuando limpié por aquí. Imaginando que Eunbi agradecería un desayuno sustancioso, puse manos a la obra.
Tenía la masa de panqueques batida y me encontraba a punto de verter mis caras felices especiales en el sartén, cuando oí que alguien entraba a la cocina detrás de mí. El jadeo de sorpresa me hizo saber que no era mi novia. Cada pelo en mi nuca se levantó con atención inmediata.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Di la vuelta queriendo tomar la situación bajo control saludando apresuradamente. —Hola. Buenos días. ¿Tienes hambre?
Jiwon se detuvo boquiabierta. Tenía el pelo revuelto y despeinado, recién salido de la cama. Me hizo sentir incómodo al igual que el resto de su atuendo. Seguro su camiseta era mucho más suelta y larga que lo que llevaba anoche, pero era tan grande que la manga de un lado se había resbalado y caído de un hombro. Sus pantaloncillos eran una vez más lo suficientemente cortos como para exponer bastante de sus piernas.