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No tengo idea de por qué le pedí a Jiwon que nos reuniéramos en la biblioteca

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No tengo idea de por qué le pedí a Jiwon que nos reuniéramos en la biblioteca. Solos.

Yo era un idiota, probablemente ese es el motivo.

Tuve la tentación de mandarle un mensaje a Eunbi y ver si quería reunirse con nosotros allí, reducir el factor "solos", pero no lo hice. No sé por qué no lo hice. O tal vez sí lo sabía.

Es que...Agh. Ella realmente me gustaba; del tipo agradarme como persona. Eso me hizo preguntarme si podíamos ser amigos después de todo. Conocí a un montón de chicas que eran lindas y nunca me preocupé por mi atracción hacia ellas; así que ¿por qué me preocupaba tanto por mi fascinación con ésta?

Nah. Olvídalo. Podía hacer esto.

Qué ridículo. Me encontraba tan seguro de mí mismo... hasta que entré a la biblioteca y la vi sentada en una mesa, con un libro abierto delante de ella. Una pared llena de ventanas dejaba que entrara el sol, y la forma en que la luz la iluminaba, casi la hacía resplandecer. Como si sintiera mi presencia, alzó la mirada, y sí, supe exactamente por qué no debería ser su amigo.

Ésta no era una simple atracción. Lo que yo sufría era una conciencia total y debilitante. Cada centímetro de mí. Sus ojos provocaban que se me revolviera el estómago. Su sonrisa hacía que se me secara la boca. La forma en que sus dedos perfectos seguían su estudiada secuencia de ajustar sus anteojos para después apartar un mechón de pelo de su cara causaba que, repentinamente, mis pantalones se sintieran más apretados.

Hasta hace cuatro meses nunca había visto a una mujer desnuda, pero ahora sí. Había tocado y experimentado cosas que me dejó alucinado. Mi cuerpo no podía dejar de querer tocar, y experimentar esas cosas otra vez... pero con Jiwon.

Mi paso vaciló. No debería hacer esto. No debería pasar más tiempo con ella. Pero su sonrisa titubeó, y vi una pizca de dolor en sus ojos. De ninguna manera podría decepcionarla. Además, no importaba cuán poderosos fueran los impulsos, nunca traicionaría a Eunbi.

Podría manejar esto.

—Oye —saludé, poniendo mi mochila sobre la mesa junto a la suya—. ¿Cuánto tiempo tenemos?

Y genial, mi mente se dirigió directamente a lo sexual con esa pregunta. En cuánto tiempo podría dejarla desnuda y...

— Cuarenta minutos.

Asentí y me senté a la mesa frente a ella, tenso, pero no parecía afectada. Por el contrario, sacó unos papeles de su bolso y comenzó a explicarme lo que necesitaba saber. Su prueba era sobre biología celular, así que miré la guía de estudio sobre la que garabateó y comencé a preguntarle un montón de cosas. Lo hizo muy bien. Sólo tropezó con un par de términos, así que las repasamos.

Media hora más tarde, bajé la guía y levanté las cejas. —Creo que estás lista.

—¿En serio? —Una sonrisa esperanzada iluminó su rostro. Me encantó ser el causante de ella.

✔ 𝓗𝓸𝓹𝓮𝓵𝓮𝓼𝓼 ||Libro 4 - JUNG HOSEOK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora