{Si Jung Hoseok no le hubiese pedido que faltara a clases y le ayudase a escoger un anillo de promesa, tal vez Heo JiWon no se hubiese sentido tan culpable por enamorarse del novio de su mejor amiga.
Ella solía pensar que todo era blanco o negro per...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No sé cómo lo hizo, pero Jimin se enteró dónde se encontraba Kiyong antes de que amaneciera. Eran más de las cinco de la mañana, pero no me importaba. No conseguiría dormir hasta que ese bastardo pagara por lo que había hecho.
Había sido una noche ajetreada, luego de todo el apoyo que pudo brindarme, SeokJin se retiró a con Nayeon para estar con sus niños. Jungkook por su lado, había enviado un mensaje diciendo que tanto Jiwon como Yeonwoo había llegado seguras con SeMi y que ambos, SiYeon y él, se marchaban a casa.
Una vez que Jimin me puso al corriente de algunos otros detalles de lo sucedido en la fiesta, Namjoon, Taehyung y él se quedaron a mi lado como perros guardianes. Me prometí que Kiyong conseguiría más que sólo una nariz rota.
Habíamos estado esperando alrededor de quince minutos fuera del edificio donde vivía ese bastardo cuando lo vimos llegar. Se tambaleaba por la embriaguez y frotaba sus manos para entrar en calor. El área central de su rostro se hallaba hinchado, y aunque parecía dolerle cada vez que trataba de aspirar aire, el hijo de puta sonreía.
Nunca había visto a Jimin tan oscuro e intimidante como en ese momento. Aunque creí que le arrojaría por la espalda el paquete de cigarros que tenía en la mano para llamar su atención, lo que hizo fue seguirle el paso sigilosamente sin dejar de fumar, casi cerniéndose sobre él.
El humo que Jimin exhalaba y que chocaba directo contra la nuca del Kiyong, comenzó a molestarlo causándole tos, la cual provocaba que su nariz punzara y aumentara notablemente el dolor.
—¿Qué demonios?—se quejó, limpiando sangre seca de sus fosas y con la otra mano disipando el humo.
Al voltearse y encontrarse directamente de frente con Park, no palideció, se puso amarillo, y tratabilló hacia atrás.
—Mierda, hace frío ¿no crees? —le dijo Jimin, quien dio una última calada y mientras soltaba humo, tiraba el cigarrillo al suelo y lo aplastaba con el pie.
—¿Q-q-qué...?
Mi amigo elevó el rostro y con ojos duros lo miró hasta lo más profundo. Y le sonrió de sonrió alegremente -casi siniestro-.
—¿Recuerdas a ese novio que mencioné hace un rato? ¿Adivina qué? Lo encontré.—Esa fue mi señal, caminé hacia ellos.— ¿Recuerdas a Jung Hoseok?
No sé qué impresión le dí, pero asumo que no fue la mejor porque los ojos de Kiyong se abrieron a medida que avanzaba hacia él. Trató de obligar a sus pies a arrastrarse lejos, pero lo que consiguió fue tropezar con las agujetas de sus zapatos deportivos y caer de espaldas al suelo. Amablemente lo ayudé a levantarse, tirándolo del cabello.
—No sabía. No sabía —sollozó, alzando las manos en señal de rendición—. Lo juro por dios, no sabía que tenía novio.
Este tipo tenía que estar bromeando.
—¿Así que eso te hizo pensar que podías golpearla? ¿Eh? —lo arrastré unos metros calle abajo hacia un callejón estrecho— ¿Que podías besarla aunque ella estuviera luchando? ¡¿Suponer que no tenía novio te da libertad de tocarla en contra de su voluntad?! —lo liberé arrojándolo al pavimento, solo para aplastar su muñeca con mi bota de casquillo.