XXV

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No fue el rayo del sol golpeando mi rostro lo que me despertó a la mañana siguiente, sino los movimientos de hundimiento del colchón al otro lado de la cama

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No fue el rayo del sol golpeando mi rostro lo que me despertó a la mañana siguiente, sino los movimientos de hundimiento del colchón al otro lado de la cama. Refunfuñando por lo bajo y apenas deseando abrir los ojos, manos masculinas me ciñeron y de inmediato fui colmada por húmedos y perezosos besos siguiendo un camino desde mi sien hasta mi cuello.

—¡Oye!—todavía adormilada me quejé por las cosquillas.

Hoseok rió por lo bajo.—Buenos días.

Acurrucada entre sus sábanas, sonreí sintiéndome traviesa al sentirlo ejercer presión con su pelvis sobre mi trasero apenas cubierto.

Buenos días, para ti también.

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?—interrogó con genuino interés justo antes de que su respiración abanicaba mi nuca.

—Quisiera preguntarte lo mismo.

—Me siento excelente.—su mano izquierda serpenteó debajo de la sábana hasta situarse al borde de la unión entre mis muslos. De inmediato el reconocimiento y el hormigueo despertaron los sentidos en mí. Por instinto giré el rostro hacia este hombre maravilloso en una búsqueda exigente por un beso.

El ardiente beso de lengua que siguió me dejó débil y sin aliento. Eso. y el ritmo constante que sus dedos encontraron para acariciarme. Mis senos también comenzaron a doler una fracción de segundo antes de que su otra palma encontrara la forma de ahuecar uno.

—Me vuelves loco, Jiwon. Saber que soy el único que te ha tocado alguna vez es...

—Hoseok—jadeé. Mis caderas urgieron por levantarse en torno a sus dedos necesitando que aumentara la velocidad.

—No puedo tener suficiente de ti—Hoseok gimió detrás de mí. —. Jamás será suficiente.

—No te detengas —le ordené.

Hoseok fue benévolo conmigo; sus dedos hicieron maravillas con la necesidad caliente entre mis piernas, me tocó a su antojo -literalmente-, agregando un osado y bien recibido estrujamiento de mis pechos. El vigorizante dolor hizo que mis terminaciones nerviosas colapsaran hasta el punto en que comencé a venirme, duro. Los músculos contrayéndose en mi abdomen bajo salvajemente, lo suficiente para hacerme chillar por la presión. Me retorcí contra la ahora mano húmeda que no dejaba de estimularme queriendo escapar y aferrarme del dulce tormento al mismo tiempo.

Su boca se deslizó por mi hombro. Nuestros cuerpos se presionaron juntos perfectamente cuando me arqueé hacia él. Se sentía suave pero aun así tenso, todo a la vez, su piel aletargada, cálida y lisa, pero los músculos debajo de ella duros y anatómicos. Amaba tanto eso, no pude detener a mis dedos de ir hacia atrás y hundirse en su cabello. Casi deseé que estuviera de frente para que mis manos pudieran pasar de arriba abajo por su espalda, asombrándome de cuán maravilloso se sentía. Incluso las protuberancias de sus cicatrices se sentían absolutamente perfectas bajo mis dedos, haciendo pequeños caminos de piel arrugada para seguir en un patrón laberíntico.

✔ 𝓗𝓸𝓹𝓮𝓵𝓮𝓼𝓼 ||Libro 4 - JUNG HOSEOK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora