xi.

1.1K 182 11
                                    

    

Annabeth bailó con Percy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Annabeth bailó con Percy.

Casi les monto una escena.

Los celos son para la gente insegura.

Las bonitas no estamos celosas.

Yo sé mi lugar.

Annabeth es su amiga, yo soy su novia.

¡Me daba igual! ¡Él no tenía por qué carajos bailar con ella! ¡Yo soy su novia, no Annabeth!

No, no, ridículo.

A mí me gusta Percy, yo lo amo.

...

¿Verdad?

Dato curioso, no puedo distinguir mis propias emociones.

Me sentía dejada de lado en todos los aspectos.

Eres una ridícula, Arlette.

Me incomodaba no poder distinguir mis propias emociones, cada día me era más difícil diferenciar las emociones de la gente, no sabía cómo lo hacía Grover para estar bien.

—¡Arlette, Arlette! —Una voz me llamaba, volteé bruscamente y Thalia cayó conmigo al suelo. La copa de ponche cayó en mi vestido, empapado mi pecho. Thalia cayó encima mío al fuego, apoyando las manos en este, con una incómoda proximidad a mi cara —Este, yo... —su cara se tornó tan roja que si hubiera estado sin lentes, no la hubiera distinguido de un tomate.

—¿Qué pasa? —Pregunté —¿Puedes pararte de encima mío, por favor?

Thalia tartamudeó un par de incoherencias y se levantó, me tendió la mano para ayudarme y se la tomé. Me explicó que Percy había Sido un imprudente y había ido a perseguir a Espino y a los mestizos, Bianca y Nico Di Angelo.

Ese nombre me sonaba, pero no sabía de dónde.

Corrimos hacia afuera y Annabeth sacó a los mestizos del peligro, lanzandolos al fuego.

Y déjenme decirles una cosa de Thalia.

Si nunca has visto a Thalia entrando en combate, no sabes lo que es pasar miedo en serio. Para empezar, tiene una lanza enorme que se expande a partir de ese pulverizador de defensa personal que lleva siempre en el bolsillo. Pero lo que intimida de verdad es su escudo: un escudo trabajado como el que usa su padre Zeus (también llamado Égida), obsequio de Atenea. En su superficie de bronce aparece en relieve la cabeza de Medusa, la Gorgona, y aunque no llegue a
petrificarte como la auténtica, resulta tan espantosa que la mayoría se deja ganar
por el pánico y echa a correr nada más verla.
Hasta el doctor Espino hizo una mueca y se puso a gruñir cuando la tuvo delante.

Thalia atacó con su lanza en ristre.

—¡Por Zeus!

Yo creí que Espino estaba perdido: Thalia le había clavado la lanza en la cabeza. Pero él soltó un rugido y la apartó de un golpe. Su mano se convirtió en una garra naranja con unas uñas enormes que soltaban chispas a cada arañazo que le daba al escudo de Thalia. De no ser por la Égida, mi amiga habría acabado cortada en rodajitas. Gracias a su protección, consiguió rodar hacia atrás y caer de pie.

²RADIOACTIVE (HP&PJO)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora