viii.

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     El artículo había aparecido diez días antes, y, cada vez que se acordaba de él, todavía sentía ardores de estómago provocados por la vergüenza. El artículo de Rita Skeeter me retrataba diciendo un montón de cosas que ella no recordaba haber dicho nunca, y menos aún en aquel cuarto de la limpieza.

Supongo que les debo mi fuerza a mis padres.

Sé que estarían orgullosos de mí si pudieran verme en este momento... Sí, algunas noches aún lloro por ellos, no me da vergüenza confesarlo... Sé que no puedo sufrir ningún daño en el Torneo porque ellos me protegen...

Pero Rita Skeeter no se había conformado con transformar sus «eh...» en frases
prolijas y empalagosas. También había entrevistado a otra gente sobre mi.

Finalmente, Arlette ha hallado el amor en Hogwarts: Colin Creevey, su íntimo amigo, asegura que a Arlette raramente se lo ve sin la compañía de Blaise Zabini, su intimo amigo, quizá demasiado íntimo...

Desde que había aparecido el artículo tuve que soportar que la gente (especialmente los de Slytherin) le citaran frases al cruzarse conmigo en los pasillos e hicieran comentarios despectivos.

—¿Quieres un pañuelo, Potter, por si te entran ganas de llorar en clase de Transformaciones?

—¿Desde cuándo has sido tú uno de los mejores estudiantes del colegio, Potter? ¿O
se refieren a un colegio fundado por ti y Longbottom?

El tortazo que le solté hubiera hecho a Salazar Slytherin pedir perdón de rodillas.

Resulta extraño pensar que, cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el
tiempo empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más aprisa. Los días que
quedaban para la primera prueba transcurrieron tan velozmente como si alguien hubiera manipulado los relojes para que fueran a doble velocidad (decidí culpar a Cronos por esto). A dondequiera que iba me acompañaba un terror casi incontrolable, tan omnipresente como los insidiosos comentarios sobre el artículo de El Profeta.

Hablé con Percy varias veces, le conté lo de El Profeta y puede que incluso la señora Jackson haya maldecido a Rita Skeeter.

A la siguiente salida a Hogsmeade, tuve que ponerme cómo oso polar para que nadie me reconociera, incluso tuve que echarme la capa invisible arriba mientras charlaba con Blaise.

—Bonita capa, Potter.

Lo miré muy sorprendido. A unos centímetros de distancia, el trozo de nariz que le faltaba a Moody era especialmente evidente. Moody sonrió.

—¿Su ojo es capaz de... quiero decir, es usted capaz de...?

—Sí, mi ojo ve a través de las capas invisibles —contestó Moody en voz baja—. Es una cualidad que me ha sido muy útil en varias ocasiones, te lo aseguro.

—Ah, qué cool —alagué.

Cuando Moody de marcó, Sirius apareció en la puerta de Las Tres Escobas y supongo que vió la mesa dónde Blaise hablaba solo y una cerveza de mantequilla flotaba en el aire, porque se acercó allí. Blaise lo saludó y se marchó. Sirius extendió la mano hacia mí, hizo cómo si cogiera algo y la capa salió de encima mío.

—No tienes idea de cuántas veces usamos esta capa para asustar a la gente —Soñó Sirius —Ahora sí, cuéntamelo todo.










***







  El día de la primera prueba llegó más rápido de lo que hubiera querido.

Apenas dormí aquella noche. Cuando despertó la mañana del lunes, pensé
seriamente, por vez primera, en escapar de Hogwarts. Pero en el Gran Comedor, a la
hora del desayuno, miró a su alrededor y pensó en lo que dejaría si se fuera del castillo, y me di cuenta de que no podía hacerlo.

²RADIOACTIVE (HP&PJO)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora