2.

365 71 1
                                    

La media hora del receso que se utiliza para almorzar (antes de la penúltima hora) se me hace interminable el primer día de clases.

No tengo hambre, así que me quedo en la clase dibujando tonterías en mi cuaderno mientras la mayoría sale como si su vida dependiese de ello.  

Jeno también está en el salón, pero se encuentra durmiendo.

—Disculpa, ¿has visto a Lee Jeno? —Un chico de cabellos negros aparece frente a mi con una sonrisa. Sé muy bien quién es; Na Jaemin. El mejor amigo de Lee.

Señalo la mesa al otro extremo del salón donde el idiota se encuentra durmiendo y Na suelta una risa.

Se preguntarán, ¿cómo es que Jeno está durmiendo en la otra punta si sus cosas están en la mesa a mi lado?

Él, literalmente, antes de caer dormido me dijo:

—Tu lápiz hace mucho ruido, deja de dibujar o me iré.

Claramente esa fue mi hermosa oportunidad para comenzar a dibujar con más fuerza, y con los ojos entrecerrados por el cansancio, Jeno se dirigió como un zombie al primer banco que encontró muy lejos de mí. Ni me había preocupado por haberlo molestado, ¿quién puede quejarse del ruido de un lápiz? Al parecer el calor del verano había quemado su cerebro más de lo que ya estaba, o tan sólo buscó una excusa para alejarse de mí. Ninguna de las dos opciones me sorprendería.

—Yah, Jeno, despierta —Jaemin lo zarandea y escucho un quejido salir de sus labios—. Vamos, tengo hambre y no traje dinero.

Suelto una pequeña risa que intento disimular, pero sé que los dos me habían escuchado en cuánto mi compañero bufa:

—¿Te parece divertido?

—Yo no me reí —contesta Jaemin confundido. Jeno se levanta refregando sus manos por todo su rostro.

—Tú no, el de ahí —Los dos me miran y yo sigo dibujando intentando ignorarlos—. Ahora se vuelve tímido, increíble.

—Ya déjalo y cómprame comida.

—¿Sabes? Sospecho que traigo completamente loco a Huang Renjun —Es lo último que escucho antes de que salgan del salón.

A veces me sorprende la forma tan liberal con la que Lee se toma su homosexualidad. Quiero decir, yo también soy gay y no lo oculto, pero tampoco voy por la vida gritándolo e insinuándolo a los cuatro vientos.

Creo que la única razón por la cuál le gusta burlarse de mí de esa manera es porque yo soy el único gay aparte de él que lo tiene asumido.

Obviamente no somos los únicos homosexuales de la secundaria, pero por alguna razón sigue siendo una especie de tabú que Lee intenta romper poco a poco. Aunque a veces incomoda, sé que lo hace para normalizarlo. Él es un idiota en todo sentido de la palabra, pero sé que inconscientemente sus acciones demuestran lo buena persona que puede llegar a ser.

Suelto un suspiro y vuelvo a pensar en aquellos chicos de la foto, me pregunto seriamente cómo habrán sobrevivido a la secundaria hace diez años. Si la homosexualidad sigue siendo un tema delicado ahora, no me imagino cuando esos dos chicos estaban estudiando aquí.

A pesar de ello, la valentía con la que sostenían sus manos y la forma de mirarse sin disimulo en esa foto es algo por lo cuál enorgullecerse.

La curiosidad lentamente me mata, y sé que necesito saber más. Dejo de dibujar tonterías y acomodo mi camisa azul, intentando alisarla con mis manos (inutilmente, claro), observo mi pantalón negro y apoyo mis manos en mi regazo jugueteando con mis dedos.

El timbre suena indicando que la media hora terminó, y una sonrisa sale de mis labios. Sólo quedan dos horas de filosofía y luego me iría a casa.

Después de todo, el primer día de clases no fue tan malo como creí.

𝐂𝐋𝐀𝐒𝐒𝐑𝐎𝐎𝐌 ✮ NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora