22.

265 49 0
                                    

Lee enciende la radio, y una canción de R&B empieza a sonar. Intento contener mis ganas de bailar y me acomodo en el asiento.

Carraspeo mi garganta:

—¿Tu tío me conoce? —pregunto curioso, porque sé que me ha visto en algunos eventos de la secundaria, pero no sé si tiene idea alguna de quién soy.

Jeno asiente.

—Le he hablado de ti —confiesa—, pero no sabe que el mismo chico del que le vengo hablando durante los últimos dos años es el mismo que va a ir a cenar a su casa.

Bajo la mirada mirando mis piernas, nervioso por sus palabras. Trago saliva intentando no temblar. No puedo evitar cuestionarme qué cosas podría haber dicho sobre mí, o la manera en la que le debe haber hablado a su tío sobre su compañero de clase.

Él suelta una suave risa (probablemente al ver mi rostro estático), y sube el volumen cuando una nueva canción empieza a sonar:

—¿Recuerdas al conserje cantando esta canción? —pregunta cuando Favorite (Vampire) empieza a sonar. Suelto una carcajada recordando, y todos mis miedos se me van enseguida.

Jeno empieza a imitarlo y segundos después yo hago lo mismo. El auto se inunda con nuestras risas.

Para cuando llegamos, el ambiente ya es más cómodo y no tengo tantos nervios como cuando salí de casa.

Johnny aparece con una sonrisa enseguida que el timbre es tocado y abraza a su sobrino:

—¡Jenitooo! —exclama emocionado—. Te extrañé~

Sonrío enternecido ante la imagen, quiero tomar una foto ahora mismo. Aunque sería muy raro sacar el celular de mi bolsillo y hacerlo, porque me mirarían raro y adiós ambiente agradable.

Alzo mi mano en un saludo y hago una pequeña reverencia ante el tío de Lee en cuanto se dejan de abrazar. Él sigue sonriendo y no entiendo cómo no le duele el rostro.

—¡Hola! Soy Johnny Suh, el mejor tío del mundo. —comenta mirándome y yo suelto una risa al ver los ojos de Jeno rodar.

—Es un gusto conocerlo, señor Suh. Soy Huang Renjun, el compañero de clase de Lee. —Muestro mi mejor sonrisa. El rostro de Johnny cambia repentinamente y sus cejas se alzan en sorpresa—. Gracias por haberme recibido esta noche.

—¿Tú eres Huang Renjun? —pregunta sin esperar respuesta, ya que le acababa de decir mi nombre. Sus ojos van a parar en su sobrino, que está apretando sus labios con nerviosismo, luego vuelve a mirarme con una sonrisa—. ¡Es un placer conocerte por fin! Pasen, pasen, deben de tener hambre.

Entramos a la casa y no puedo evitar observar todos los cuadros colgados en la pared de la sala, lleno de fotos familiares. Mis manos se posan en mi boca reteniendo una carcajada, ¡hay una foto de Jeno de niño! ¡Está vestido como un marinero!

—Tío —el chico a mi lado se queja—. ¿Por qué tienes eso colgado?

Johnny coloca sus manos a cada lado de su cadera e infla su pecho con orgullo sin responder; no puedo dejar de mirarlo. Todavía pienso en lo que dijo Jeno, ¿cómo es posible que semejante persona haya sido tan mala en su adolescencia? ¿Qué es aquello que intenta ocultar? De repente, el miedo comienza a apoderarse, tal vez Johnny no se tome tan bien nuestro repentino entrometimiento.

Miro a Jeno intentando mandarle señales de que necesitamos hablar, pero no sé cómo podría interpretarlo correctamente al ver mis ojos ir de un lado a otro. Él enarca las cejas en confusión.

—¿Ya está la comida? —pregunta a su tío y éste pega un pequeño salto.

—Uh, se me va a quemar. —Sale corriendo hacia la cocina y un suspiro se escapa de mis labios. Lee se acerca aún más y me inspecciona.

—¿Qué rayos fue eso?

—Estaba intentando decirte que tenemos que hablar —lloriqueo.

—Dios, Huang. Podrías simplemente habérmelo dicho, no es como si mi tío vaya a ofenderse. Si por el fuera nos dejaría solos todo un fin de semana. —Guiña su ojo. Decido ignorarlo y doy un paso atrás, alejándome de él.

—Estoy arrepintiéndome de esto —confieso —. No debí haberte insistido, tu tío se enojará con nosotros por hacerle hablar sobre un tema sensible.

—Bueno, no es nuestro problema si él se enoja —dice encogiéndose de hombros, me quedo en silencio esperando a que se explique—. Renjun, no puedes simplemente callarte por miedo a cómo el otro puede reaccionar. No es tu problema la manera en la que el otro controla sus emociones —antes de dejarme hablar, añade:— No es que te diga que vayas y le faltes el respeto, claro. La educación ante todo.

Toda seriedad la pierde, veo su sonrisa ladina aparecer pero por alguna razón logra tranquilizarme.

—Pero si sabemos que eso puede no gustarle, ¿está bien que lo hagamos?

—Si yo no te lo hubiera dicho, ¿se lo preguntarías a mi tío de todas maneras?

—¿Preguntarme qué? —Johnny aparece en la sala con voz confusa y se cruza de brazos levantando la mandíbula. Sus facciones habían cambiado y el miedo volvió a mí.

𝐂𝐋𝐀𝐒𝐒𝐑𝐎𝐎𝐌 ✮ NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora