26.

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La última clase del día finaliza y guardo mis cosas con lentitud, mi humor cayó demasiado en cuanto me puse a pensar sobre la homosexualidad en este país. Odio tanto amar y que no me respeten por ello.

—Renjun, ¿nos vamos? —Jeno aparece frente a mí con su mochila en su espalda y sus brazos cruzados, encarna una ceja al verme asentir sin ganas—. ¿Qué te sucede? Hace una hora estabas bien.

—No es nada —respondo levantándome y colgando la mochila entre mis hombros. Estoy por empezar a caminar pero él me detiene tomándome por los brazos.

—¿Alguien te dijo o hizo algo? —me inspecciona—. No me mientas, dime así puedo ir y go-

—Lee —lo detengo—. Nadie me hizo nada. Tranquilo, estoy bien —Me suelto de su agarre y comienzo a caminar, él me sigue en silencio—. Aún así, gracias por preocuparte.

—Bueno, no estoy acostumbrado a verte así de triste. Siempre estás molesto, pero no triste —comenta posicionándose a mi lado. Suelto un suspiro mirando a las personas en el pasillo que también se dirijen hacia la puerta de salida.

Miro de reojo a mi compañero que no se despega de mi lado, bajo la mirada y observo sus manos rozar las mías. La manera en la que estira sus dedos me hace darme cuenta que lo hace a propósito, quiere agarrar mi mano.

Muerdo mi labio inferior con nerviosismo porque muchos sentimientos recorren mi cuerpo en este momento. Primero, me parece adorable la manera en la que Jeno intenta acercarse a mí. Pero me da miedo lo que puede pensar el resto al ver dos adolescentes masculinos tomados de la mano.

Meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón y aclaro mi garganta antes de hablar.

—Uhm, ¿por-por qué estamos yendo a tu casa? —pregunto mirando a Jeno apretar sus labios.

Estamos a unas cuadras y recién caigo en el hecho de que nunca antes había ido.

—Lo sabrás cuando lleguemos —responde misterioso y frunzo el entrecejo molesto, ¡quiero que me lo diga ahora!—. Vaya, eres demasiado impaciente, ¿uh?

—Sí, lo soy. ¿Qué tanto puede ser para que tardes en decirme?

—Bien —se detiene a mitad de la cuadra y me mira con una sonrisa arrugando su nariz—. Tengo las redes sociales de Jung Jaehyun.

Abro la boca sin saber qué decir y luego la cierro para tragar saliva. Estoy impactado aunque ya me lo suponía. Lee no parece contento con mi reacción, porque se cruza de brazos y dice:

—De acuerdo, vas a contarme ya mismo qué rayos te sucede porque me estás asustando.

Bajo mis hombros mientras exhalo fuertemente. Agarro las correas de mi mochila y me balanceo pensando en lo que voy a decir.

—Tan solo... Estoy triste en pensar cómo pueden estar sus vidas, ¿sabes? Me refiero a que son gays, Lee.

—Sí, igual que tú y yo, Huang. No entiendo el punto.

—El punto es que... Están en sus treinta y nunca van a poder casarse —termino por soltar—. Sin importar cuántos años lleven de relación no hay un día en el que salgan a la calle como pareja sin recibir miradas o comentarios maliciosos. ¡Probablemente les cueste conseguir un empleo! No puedo imaginarme lo difícil que es su vida por el simple hecho de que se aman.

Nos quedamos en silencio cuando termino de hablar, solo se escucha el ruido de la ciudad. Estoy haciendo un duro trabajo por no llorar como un niño pequeño ahora mismo.

—Estás triste porque esa va a ser tu vida —habla Jeno llamando mi atención—. Tienes miedo de nunca poder ser feliz porque te importa demasiado lo que el resto piense. ¡No tiene sentido, Renjun! Hasta hace unas semanas no tenías ningún problema con ser homosexual.

—Y no tengo ninguno —confieso—, no tengo problema en ser yo mismo, tengo problemas con que el resto no me deja serlo. No quiero que me importe lo que el resto piense, pero Jeno, sé sincero, es inevitable si esos pensamientos no te dejan vivir.

Las venas del cuello de Jeno aparecen furiosas, su cuerpo se tensa y observo sus ojos que e tienen un triste brillo. Quiere llorar al igual que yo.

—No voy a tener esta conversación aquí afuera —digo retomando el camino hacia su casa. Entonces Lee agarra mi muñeca y camina a pasos apurados para llegar de una vez por todas.

En cuanto estamos adentro, sin saber si hay alguien más, mis lágrimas caen sin pedir permiso antes. Jeno se aleja tirando su mochila al suelo y colocando sus manos en sus cabellos.

—¿Crees que no sé lo difícil que es? Estoy en tu misma situación, Renjun, y maldición, también tengo los mismos pensamientos una y otra vez. Me lastiman más de lo que lo hacen las personas al burlarse de mí.

Se detiene y se acerca mientras mira cómo mis lágrimas empapan mis mejillas.

» Pero cuando pienso en ti, la manera en la que sonríes, en la que te preocupas por todo y en el hecho de que tengo posibilidades de estar contigo; todo temor se esfuma. Ya no me importa que alguien me mire raro mientras hablo sobre lo hermoso que eres, ni que hagan comentarios cada vez que muerdo mi labio cuando te veo caminar —pasa sus dedos por mis mejillas, limpiando mis lágrimas y se detiene en mi mentón, alzándolo mientras añade:— Lo que siento por ti supera cualquier otro sentimiento.

Soy yo el que se encarga de cortar la distancia al unir nuestros labios en un desesperado beso. Lo necesito más de lo que quiero aceptar. Enredo mis manos en sus largos cabellos y jugueteo con ellos mientras mis labios buscan los suyos para danzar al mismo compás. Sus manos se quedan en mi cuello acercándome aún más a él si es posible.

Se siente como si estuviese en la rueda de la fortuna y ésta se detuvo en el punto más alto dejándome disfrutar de la hermosa vista de la ciudad, donde toda negatividad se esfuma y la verdadera paz se une al viento que deja mi piel de gallina.

No quiero separarme, pero el ruido de un vidrio golpear contra el suelo nos asusta y aleja rápidamente.

El padre de Jeno nos mira sorprendido, y yo deseo con toda intensidad que la Tierra me trague y me escupa en Australia.

𝐂𝐋𝐀𝐒𝐒𝐑𝐎𝐎𝐌 ✮ NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora