7.

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Mi emoción no puede ocultarse, y no es por el hecho de que me encuentro en el auto de Lee Jeno directo hacia la casa de sus jefes; no.

Es por el hecho de que, por fin, vamos a comenzar con el proyecto de filosofía. Lo que significa poder saber quiénes son aquellos chicos de la foto y qué ocurrió con ellos.

—Sabes que iremos solo a trabajar en el proyecto, ¿cierto? —pregunta Lee mirando el camino, me quedo en silencio confundido—. Luces como si nosotros vamos a hacer algo realmente interesante, si entiendes a lo que me refiero.

—No quiero tener sexo contigo, Jeno. —miento descaradamente, pero jamás podría admitir algo así. Él suelta una risa. Tengo que dejar de lado mis hormonas alborotadas por culpa de mi adolescencia y actuar conscientemente.

—Tú te lo pierdes, Huang.

Segundos después estaciona el auto y salgo curioso por saber cómo luce la casa de los Han. La observo embobado en cuanto me paro en frente.

—¡Quiero entrar! ¡Quiero entrar! —exclamo corriendo hacia la puerta y escucho una carcajada salir de los labios de mi compañero.

—Yo reaccioné de la misma manera el primer
día.

La casa es completamente blanca, luce como si hubieran más de tres habitaciones. Hay un balcón arriba, lo que parece ser la sala. Aunque me pregunto cómo es que la sala está allí arriba.

Miro horrorizado en cuanto Lee abre la puerta, ¡hay demasiadas escaleras!

—Puedes correr para escaparte de mí pero no puedes subir esto —habla por lo bajo pero lo escucho perfectamente.

Comienzo a subir las escaleras detrás de él, y la casa ya no me parece tan linda.

—¿Haces esto todos los días? —Levanto la cabeza para verlo y él asiente.

Tengo que dejar de ver su espalda, porque Jeno tiene una muy buena espalda.

—Debes hacer mucho ejercicio —digo inconsciente.

—¿Qué?

—Nada.

Terminamos de subir y suspiro aliviado. Lee niega divertido, sin creer mi poca resistencia.

Me siento en el sillón y me pongo a observar toda la casa. Hay varios cuadros de la familia que me parece adorable de ver y en la pared se encuentra un súper televisor.

—Woah~ —exclamo agarrando el control remoto y prendo la televisión.

Jeno aparece (ni me había dado cuenta que fue a la cocina) con dos jugos y sandwiches, lo miro con una ceja alzada.

—El padre de Yujin me dijo que sea un buen anfitrión —Se encoje de hombros rascando su nuca y yo agarro un sándwich—. No te acomodes tanto, no es ni tu casa ni la mía.

—Lo sé, pero es hermoso este lugar. Quiero vivir aquí —Sigo observando toda la sala maravillado—. ¿Por qué todo es blanco?

Miro a Jeno que se encuentra mirándome. Muerdo mi sándwich curioso.

—Es el color de la paz. La señora Han me dijo que, cada vez que vienen, quieren que el blanco les transmita la paz que necesitan —comenta y al final agrega:—O algo así me dijo.

—Cuando tenga mi propia casa la pintaré de blanco también.

Él niega—. La pintaremos de azul marino. Es mi color favorito.

Toso fuerte al ahogarme con el sándwich debido a las palabras de Jeno.

—¿Disculpa? ¿Te acabas de mudar imaginariamente a mi imaginaria casa? — pregunto nervioso.

Jeno sonríe y baja la mirada hacia su sándwich. Mis manos ya están temblando. No puedo dejar de observarlo, está con sus cejas alzadas y su sonrisa pequeña resalta en su rostro; se ve tan pacífico, como si no hubiese hecho ningún comentario y como si no fuese culpable de mi taquicardia.

𝐂𝐋𝐀𝐒𝐒𝐑𝐎𝐎𝐌 ✮ NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora