Pequeño secreto

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Tom siempre ha sido un chico bueno, no se mete en problemas, es obediente y responsable, el hijo que cualquiera quisiera tener.

Aunque tenga que fingir una sonrisa frente a las fotos familiares, sigue siendo un buen niño.

Y... aunque él intente hacer lo que sea para seguir siendo un buen chico, sus padres no aportan para ser unos buenos padres y cumplir el sueño del británico de ser una familia perfecta.

La relación de sus padres es difícil, y aunque están casados no se aman, solo están casados por la riqueza de sus dos familias, y también por obligación y para quedar bien ante los demás.

Tom está consciente de eso, pero no dice nada, un niño obediente no le lleva la contraria ni le alza la voz a sus padres.

Pero aún así, le gustaría que en las cenas no tengan que presenciar cómo sus padres pelean solo porque la comida está fría.

. . .

-Clara, te he dicho un millón de veces, no me gustan los champiñones en la comida.

-No seas tan quejoso solo por unos champiñones.

De nuevo era otra discusión en la cena, Tom estaba concentrado en su comida, intentaba limitar sus pensamientos para distraerse de la escena frente a sus cuencas.

-¡Tu sabes que no me gustan! Sé una buena esposa y la próxima vez ni siquiera te molestes en cocinar algo con champiñones. - Reclamó el varón, su rostro era uno decepcionado y a su vez enojado.

-Pues podrías empezar a cocinar tú mismo de ahora en adelante. - La voz de la mujer era demandante, buscaba respeto en la mesa donde comían los 3, pero no podía limitarse a gritarle a su esposo.

Las voces empezaban a sonar como gritos, algo que a Tom le fastidiaba, pero por suerte terminó de comer justo cuando sus dos padres empezaron con las maldiciones.

Se levantó con su plato y vaso, camino cabizbajo a la cocina dejando el plato en el lavabo, parece que no llamó la atención de los adultos, ni siquiera lo voltearon a ver.

Subió por las escaleras, no sin antes mirar con decepción a aquellos llamados padres, se sentía mal de que tenga que presenciar y escuchar los gritos casi todos los días.

Se encerró en su habitación, planeaba distraerse con algo, tal como limpiar... pero toda su habitación estaba ya limpia. Tal vez haga tarea, pero lo acabo todo el fin de semana. Podría practicar con su bajo, le relajaba... pero ya eran las 9 de la noche, y tenía prohibido tocar el instrumento después de las 8.

Siempre había un pero en todas las cosas que hacía, o bueno, en la mayoría.

Se había perdido por momentos en sus pensamientos, hasta que su celular en la mesita de noche sonó.

De inmediato se acercó y lo tomó, miro y era un mensaje de uno de sus únicos 5 contactos, Tord.

-...En 3 minutos llega. - Susurro para sí mismo, algo a lo que acostumbraban era que Tord visitaba a Tom por la ventana, a escondidas, y el de cuencas para no estar solo en las noches por al menos unos minutos, aceptaba. De todas formas sus padres nunca entraban a la habitación, y no le prestaban mínima atención al menos por las noches.

Tord.

Apenas escuchaba el nombre su estómago se retorcía, pero a su vez su corazón sentía la calidez de la compañía que necesitaba, aunque varias personas estén presentes, solo Tord le daba aquel sentimiento cálido.

Sus padres siempre le repitieron la maldad de la homosexualidad, que eran rechazados, y que Tom no debía de incolucrarse con nadie de otra sexualidad. Pero esa también fue otra de las reglas que desobedeció de sus padres.

No, Tord no era gay, eso creía, pues siempre supo del interés de aquel noruego con las mujeres, quién era gay era Tom.

Nunca había sentido interés en las chicas, y aunque sus padres le habían intentado encontrar a una chica, al final terminó sintiendo amor por el extranjero.

Se sentó en su cama, mirando fijamente la ventana al lado de la cama, esperando ver alguna rama golpear el vidrio. Y como si fuera de milagro, una pequeña roca golpeó el vidrio.

Tom de inmediato tomó una cuerda debajo de su cama, abrió la ventana y lanzó la cuerda dejando que el visitante subiera a la habitación.

Después de escuchar quejidos, un chico de cabello avellana cayó a la cama de mantas azules, Tom seguía sentado, y apenas lo vio sintió la calidez en su corazón de sentirse acompañado de alguien.

-Me alegra mucho que tu cama esté justo al lado de la ventana. - Dijo con un muy resaltado acento noruego, sus labios en una curva hacia arriba provocando una sonrisa.

Tom se quedó en su lugar, en silencio y mirando fijamente a los ojos plateados ajenos, si bien Tord no le dirigía la mirada y solo miraba alrededor, el de cuencas quería contacto visual.

-¡Cierto! Mira lo que te traje.

Tom se sintió intrigado, acercó su cuerpo al norsk viendo como sacaba algo de su bolsillo, pareciendo tener un tipo de envoltorio, no creía que fuera un regalo, debía de ser bastante pequeño para que cupiera en el bolsillo del pantalón.

Apenas miró, era un dulce.

-No he comido de esos hace meses. - Dijo, no le tenían permitido comer dulces apenas cumplió 15 años.

-Por eso mismo te lo traje. Es un caramelo con sabor a alcohol. - Tomó la mano ajena y puso el dulce en la palma, Tom se quedó en silencio.

-¿Alcohol?

Tom solo miro el dulce, lo abrió y metió a su boca, el sabor era a alcohol claramente, pero con un toque dulce. Le gustaba.

-¿Te hice la noche? - Preguntó el de cuernos, con una ceja alzada y aun con una sonrisa.

El de cuencas lo escuchó, y no pudo evitar sonreír y asentir.

Las únicas veces que Tom sonreía era con sus amigos, en las fotos familiares y en público, pero la mayoría de veces solo fingía. Esta vez la sonrisa vino por si sola, siempre sonreía cuando estaba con Tord.

-Me alegro... - Susurro el noruego, con sus mejillas ligeramente rojas, viendo como Tom continuaba comiendo el dulce, aun con esa linda sonrisa.

La felicidad de Tom hacía feliz a Tord.




(ノ>ω<)ノ :。・:*:・゚'★,。・:*:・゚'☆

Me inspire de una historia que leí de otro amigo, solo fue en la parte de la cena, y de ahí salió toda la idea... Creditos a cerexitauwu :3

Tabaco y Alcohol [TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora