Sin sentimientos

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La armada roja tomaba gran parte del continente europeo, los demas solo tenían miedo al gran poder que parecía tener aquel lider rojo, cual tenía mayor tecnología, mejores soldados, armas, entrenamientos duros y mas recursos. Armada cual solo con un click podría explotar mitad de Estados Unidos si le gustaba.

Aun así, Tord, lider de tal poderosa armada solo buscaba algo en especifico. Y hoy como regalo de cumpleaños adelantado le dieron la noticia de un regalito que lo esperaba en su oficina.

- No tengo tiempo para tus mierdas, Patryck. - gruñó dandole un sorbo a su café, firme, acomodando su uniforme negro con detalles rojos y mirando al frente.

- No es ninguna de mis... uh, tonterías, señor. - insistio. - ¡Solo debe de ir a su oficina, es todo!

El de cuernos suspiro con cansancio, las ojeras bajo sus ojos eran un poco negras pero resaltaban, solo de la parte sana de su ojo, claro, la otra mitad de su rostro estaba tan deformada que daba miedo hasta de mirar.

Decidió caminar por el largo pasillo, al lado de su fiel soldado Patryck, hasta llegar a la gran puerta roja que fue abierta, y apenas se abrió, en una silla se miro la figura de alguien.

Tenía cuerdas en todo su cuerpo, cabizbajo, y un lindo moño de regaño en el pelo.

- Ah mira. - otro sorbo a su café y se lo acabo, dejando la taza de lado. - Que bonito.

Sus botas hicieron sonido contra el suelo, la taza ahora siendo sujetada por Patryck, y gracias a eso coloco sus brazos en su espalda, viéndose mas aterrador desde los ojos de alguien de algun rango bajo.

- ¿Tuviste que ponerlo en mi silla, Pat? - ladeo la cabeza, mientras le quitaba el moño como si realmente fuera un regalo a un niño mimado. - Te vas a encargar de limpiarla.

Una sonora risa de burla se hizo presente, risa que provoco las cuencas de Thomas abrirse de golpe, pero aun así sin mirar hacia arriba, su respiración se resaltó más. Sabía quien era la persona que estaba frente a el analizandolo de cerca, y el detonante para hacerlo revivir ese odio guardado fue cuando le alzo el mentón, obligándolo a ver ese rostro tan conocido, ese rostro ahora destrozado.

- Hola Tom. - apretó su menton, pero luego paso su mano sana a la mejilla izquierda. - Que gran sorpresa verte. - apreto la mejilla, estaba algo mojada, así que solo dio unos pequeños apretones más.

- Te odio.

- Lo sé. - sostuvo su rostro por las mejillas, queriendo mirarlo más. - ¿Donde estan Edd y Matt?

- ¿Crees que te lo dire? Ingenuo, no pienso escupir nada de información si eso es lo que buscas. - gruño con el ceño fruncido.

- Me lo esperaba. - soltó su rostro dejandolo caer, ahora mirando por encima del hombro a Patryck, quien de inmediato se acerco y le susurro algo al oido a Tord.

Nunca cambio la expresión de su rostro, incluso cuando le comunico aquel detalle tan grande a su favor. - ¿Cáncer de ojo, Tom? - vaciló.

Luego de un largo silencio y sin respuestas, suspiró. - Tenemos algo para eso, tráelo Pat. - le hizo la orden, a lo que rápidamente Patryck salio de la oficina.

- En serio te odio... - la voz del ingles alarmo al norsk, mirandolo fijamente.

- Yo también Tom, yo también. - alzo los hombros, para luego incarse ante el de cuencas, que ni si quiera lo miro. - Te dare hogar, comida, entrenamiento y plena salud. - tomo nuevamente sus mejillas obligandolo a verlo. - ¿Que te parece?

- Pésimo.

- Pues bienvenido a la armada roja. - le dio unas palmaditas en la mejilla, levantándose del suelo ahora esperando a que Pat llegue con aquel proyecto que iniciaron los científicos y mecanicos del lugar.

Luego de la implantacion de aquellos raros visores, la vista del ingles mejoro drásticamente, con una que otra modificación, casi que estaba ciego y apenas lograba identificar figuras a la cercanía

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Luego de la implantacion de aquellos raros visores, la vista del ingles mejoro drásticamente, con una que otra modificación, casi que estaba ciego y apenas lograba identificar figuras a la cercanía.

Miraba registros de cualquier persona que este frente el, documentaba información entre más.

La promesa que le dió el noruego fue cumplida, le dio comida cumpliendo sus antojos y caprichos, hogar que no quería llamar hogar, solo era un techo donde se refugiaba, entrenamiento que lo ayudo aprendiendo defenderse y lograr tener mayor fuerza, también salud, descifrando como tener una "cura" a su enfermedad, no permanente, pues cuando pueda dejaría de usar esos tontos visores.

Hablando de la salud.

En el lugar que se ubicaba la armada hacia claro frio, frio al cual Tom no estaba tan acostumbrado, podía soportar temperaturas  de máximo -2 grados, pero, ahora tenía que soportar temperaturas de -11 grados.

Aun que no pareciera una gran diferencia, lo era, y después de estar pidiendo una calefacción a Tord por una semana entera de invierno se le fue concedida.

Era lo mejor, si no fuera que Tom era un tonto sin saber que podía enfermarse por el cambio de temperatura que sufriría apenas saldría de una ducha caliente, sufriría frio unos minutos hasta llegar donde la calefacción y recibir todo el calor.

Cuando se le dio la noticia al lider rojo sobre una pequeña fiebre del de visor, de inmediato solicito que lo llevaran a la enfermería sin importar sus berrinches, y así fue, llevado a la enfermería obligado a esperar al gran líder.

Cuando la figura roja se apareció sus visores cambiaron a una expresión molesta y de fastidio.

- Se que te prometí plena salud, pero si tú no cooperas... - se acerco hasta sentarse en la camilla, luego de haber recibido unas cucharadas de medicina, Tom estaba asqueado.

- No necesito nada. - se movió entre las sabanas, dejando caer la toalla en su frente para controlar la fiebre.

En un suspiro, con su mano sana tomo la toalla y la colocó en la frente contraría, sujetandola sin alejarse ni un poquito. - El estado en el que estas ahora me dice lo contrario. - se rio ligeramente, asomando una sonrisa, sonrisa cual Tom ya no creía.

El silencio se hizo presente, hasta que el murmuro de palabras se presento, alertando a Tord y haciendolo sentir curioso. - ¿Dijiste algo?

- Que eres un monstruo sin sentimientos. - escupió.

Los comentarios de ese tipo ya eran normales, tan normales que no le interesaban mucho. - Si... - alejo su mano. - Lo sé.

Aun así dolia. Despues de todo, el aun podía experimentar amor en su corazon, corazon del cual Tom era aquel anonimo dueño.

Tabaco y Alcohol [TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora