Capítulo 15

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Solo quedaba una opción: la Nora corrió hacia el muro seguida del dientes serrados. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, dio un potente salto hacia la pared, y apoyó los pies en ella. Corrió hacia arriba todo lo que la inercia le permitió, e impulsándose con los pies girando sobre sí misma en el aire, intercambió los papeles. Ella ya no era la presa. Ya no era quien estaba acorralada contra la pared, ahora se desplazaba por el aire en dirección a la parte superior de la máquina. Empuñando su brillante lanza, aterrizó sobre la parte de arriba de la bestia incrustando su arma en su lomo. La luz roja de los ojos de la fiera se apagó, y el resonador de su lanza de campeona se recargó al máximo iluminándose en azul. El público gritó entusiasmado y contrariado a la vez. Habían venido a ver la muerte del falso Rey Sol, pero también querían un buen espectáculo, y ella se lo estaba dando. Total, aunque venciese a las máquinas, no podría salir de allí. Lo único que estaba haciendo era atrasar lo inevitable, la muerte de ambos. Se giró hacia el atronador justo a tiempo para ver cómo la máquina que había saboteado caía también al suelo humeante. "Solo quedamos tú y yo." murmuró agarrando su arco preciso Forja Caída y tensó tres flechas de plasma que terminaron en uno de los lanzadiscos del gigante, que rugió enfurecido. Los espectadores aullaron deseosos de acción. El atronador rascó el suelo con una de sus enormes patas. Eso significaba que se preparaba para embestirla, justo lo que quería. Disparó otras tres flechas más a su lanzadiscos, arma que tenía pensado volver en su contra, y de paso, para hacerle más daño, ya que era uno de sus puntos débiles. Por último, disparó un proyectil más, pero rebotó en su coraza sin causarle apenas daño. La máquina corrió hacia ella en un ataque que pudo esquivar por los pelos. Suspiró aliviada escuchando los sonidos de las explosiones de los cables y trampas que había puesto, dañando a la bestia y poniéndola en estado de plasma. Era el momento de tratar de hacerle todo el daño posible durante la cuenta atrás de sobrecarga. Se volvió y disparó a sus lanzadiscos, pero éstos se pusieron en marcha lanzando contra ella los proyectiles explosivos, así que, lo que tocaba ahora era correr. Haciendo volteretas mientras corría, logró esquivarlos todos excepto uno, que dañó ligeramente su mano izquierda, con la que sujetaba el arco. Pero su problema no era ese, más bien, era alejar a la bestia de Avad, que estaba escondido cerca. Para ello, cargó contra la máquina con su honda explosiva de la logia de cazadores, causando que algunos componentes de su protección se desprendiesen, incluido el lanzadiscos. Luego, le propinó un potente lanzazo haciendo que el resonador descargase sobre la máquina su energía. Disparó un proyectil a la diana azul haciendo que explotase— ¡Sí! —celebró.

 Disparó un proyectil a la diana azul haciendo que explotase— ¡Sí! —celebró

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Eso le había hecho mucho daño, pero la alegría no le duró mucho tiempo. La máquina volvió a tratar de llevársela por delante, con la sobrecarga de plasma a punto de explotar. Esta vez, Aloy estuvo más cerca de ser alcanzada. Además, debía alejarse para que la explosión no le afectase. Se puso nerviosa al ver cuál sería su próxima maniobra. Movía sus patas de una forma que indicaba que estaba cogiendo impulso y equilibrio para hacer su ataque más letal, el que había matado a Ahsis, el anterior Halcón Solar de la logia de cazadores de Meridian. El atronador corrió hacia ella y, girando sobre sí mismo, hizo su golpe de cola. Ella saltó sintiendo cómo la extremidad de la bestia rozaba su pelo. Realmente se asustó algo. Había estado demasiado cerca, más de lo que le habría gustado.

—¡Vamos! —gritó iracundo el líder de los Sombríos— ¡Acaba con ella!

La bestia disparó con sus lanzadiscos y sus cañones frontales al mismo tiempo, poniéndoselo muy difícil a la cazadora, quien había vuelto a convertirse en presa. Tensó otro trío de flechas que desprendió su ametralladora derecha. La fiera, furiosa, corrió hacia Aloy dispuesta a acabar de una vez con esa enemiga tan molesta, realizando de manera inesperada el giro sobre sí misma, dándola de lleno y arrojándola contra el muro, haciendo que su arco saliese volando por los aires varios metros lejos de ella. Después, el plasma explotó con un gran estruendo, dando también a la cazadora. El público gritó tan sorprendido que incluso algunas personas se levantaron de sus asientos para ver con más claridad. Se hizo el silencio al notar que ella no se levantaba. A Avad se le encogió el corazón de angustia. La bestia rugió victoriosa, pero para sorpresa de todos, la Nora se levantó. Afortunadamente la explosión no le había alcanzado lo suficiente como para que se produjese en ella también una sobrecarga de plasma. Debía recuperar su arma, ya que, aunque tenía el arco de guerra sombrío, corromper a la máquina no serviría de mucho.

—Ah... —gimió dolorida. Su brazo izquierdo goteaba sangre. Tenía un gran corte causado por la acorazada cola de aquella bestia. Además, se había hecho bastante daño al chocarse con la muralla junto con la explosión, y sentía una gran molestia en las costillas, pero debía seguir luchando a pesar del dolor. No podía fracasar, y mucho menos dejar que a él le pasase algo. La máquina encendió su otra ametralladora frontal, dispuesta a quitarla ya de en medio de una vez por todas. Aloy no estaba segura de si podría esquivar todos los disparos. Se mordió el labio inferior esperando el ataque.

—¡EH! —gritó Avad al otro lado del campo de batalla, recibiendo las miradas de todos los espectadores. Había logrado erguirse agarrándose a un hierro que permanecía sujeto a los escombros. Gastando la última energía que le quedaba mientras se aguantaba el dolor que se extendía por su cuerpo dado el esfuerzo que estaba haciendo, le lanzó una piedra a la descomunal máquina. La roca iba dirigida a su lomo, pero debido a que carecía de fuerzas y estaba lanzando con la mano izquierda, le dio en el final de la cola. Aún así, logró su objetivo, que era desviar su atención de la cazadora para que pudiese alcanzar su arco. Lo malo, era que ahora sus ojos rojos estaban fijos en él.

—Nonononono... —dijo Aloy corriendo a por su arco— No puede ser... —lamentó deslizándose por el suelo, agarrando el arma. Con una voltereta, se impulsó para tratar de llegar a tiempo junto al rey sintiendo el punzante dolor. El arma del monstruo se encendió apuntando al monarca quien, gimiendo de dolor, había vuelto a caer al suelo debido a su escasez de fuerzas. Avad miró cómo se activaba cañón apuntando hacia él. La Nora se encontraba demasiado lejos como para poder evitar el desastre. Estaba situada justo detrás, por lo que aunque lanzase diez flechas, ninguna le daría al cañón. Lanzó un par de proyectiles, pero el atronador estaba ya centrado en su presa fácil— ¡NO! —gritó inútilmente. El arma se iluminó, lo que indicó que estaba disparando. En las gradas se hizo el silencio, y Avad se cubrió el rostro con las manos en forma de defensa, como si eso fuese a hacer algo. Cerró los ojos con fuerza mientras oía cómo el cañón se activaba. Su momento había llegado, aunque al menos había podido defender a la persona a la que amaba.

 Su momento había llegado, aunque al menos había podido defender a la persona a la que amaba

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