Capítulo 25

65 9 7
                                    

—Verdaderamente siento que hayas tenido que pasar por todo esto... has sido muy fuerte, y muy valiente, mucho más que cualquier otra persona. Quiero que sepas que... en parte te comprendo. —dijo Avad secando sus lágrimas cariñosamente con su pulgar— Yo... al igual que tú, nunca he hablado de esto con nadie, pero mi infancia tampoco ha sido del todo agradable. Siempre me sentí... solo. En parte, siento lo que es haber sido rechazado. —la Nora levantó la vista. En el instante en el que sus miradas se cruzaron notó una fuerte conexión con él— Por desgracia, nunca tuve la oportunidad de conocer a mi madre. Mejor dicho, jamás he sabido absolutamente nada de ella. Me creería si me dicen que mi padre la mató... o que huyó... La persona que más ha cuidado de mí fue Marad, mi único amigo, y... Kadaman. El rey Sol Jiran no se preocupaba por mí, para lo único para lo que tenía utilidad, era para preservar su descendencia, como plan B, ya que en realidad le iba a suceder mi hermano mayor, Kadaman. El único propósito que tenía para mí era como una segunda opción que continuase con sus barbaridades en el caso de que la primera fallase, y eso era muy poco probable... Seguramente te habrás preguntado por qué, a pesar de que me gustaría viajar, nunca he salido de Meridian si no he sido rey hasta hace poco. Es... porque él no me dejaba ni siquiera abandonar el palacio. Se avergonzaba de mí porque no me interesaba formarme como un luchador. Yo prefería otro tipo de formación, como el arte, y él no lo entendía. Crecí pensando algo estaba mal conmigo y que por ello debía ganarme su cariño, e hice todo lo posible para conseguirlo. Me entrené muy duro para impresionarle y ganarme su aprobación, hacía todo lo posible para que me aceptase, hasta solía sentarme junto a Jiran en los puestos principales del Anillo del Sol, pero a él nunca le bastaba... —narró tapando sus ojos como queriendo olvidar todo lo que había visto. Luego, hizo una pausa organizando sus ideas pensando en cómo seguir— Hubo una ocasión en la que pinté un cuadro que me había costado mucho y estaba súper satisfecho con el resultado, y... —Aloy sintió cómo él apretaba su mano tenso, buscando la manera de continuar, con lágrimas brotando de sus ojos— y... é-él... lo quemó, junto con casi t-todo lo que tenía. Y después... después me... ah... —el carja rompió a llorar sin poder continuar hablando.

—Pero Avad... ven aquí... —susurró dulcemente en su oido mientras lo abrazaba— No merecías nada de eso, yo... lo siento tanto... —dijo pensando que tal vez había más que no le estaba contando dada su reacción— Ese hombre no estaba en sus cabales, Avad. —él no dijo nada, sólo la abrazaba.

—Perdona por... esto. —murmuró después de unos minutos mientras se limpiaba la cara.

—No te disculpes por ello. —contestó mirándolo a los ojos. Él continuó su historia.

—Al final... mi hermano y yo estuvimos de acuerdo en que su reinado debía terminar. Todas las demás tribus nos odiaban, y si seguía así, al final se aliarían en contra nosotros y sería una masacre. Ya que ambos éramos conscientes de que yo no iba a influir nada en él, pensamos que lo mejor sería que fuese Kadaman a hablar con Jiran, ya que tenía una clara preferencia por mi hermano, y era más probable que lo escuchase. Un día se reunió con él para pedirle que cesase con tanta violencia... ¿Sabes cuál fue la respuesta de mi padre? Lo sacrificó en el Anillo del Sol. Ah... fue... horrible... No sólo no apartó la mirada mientras moría su propio hijo, sino que me obligó a verlo. Todo. Cada... cada instante... E-es por eso... por lo que me dan tantísimo miedo las máquinas. Cada vez que veo una... veo cómo mi hermano cae al suelo después de... ah... ser despedazado por un dientes serrados... —hizo una pausa sintiendo cómo la Nora lo abrazaba con un poco más de fuerza— Sufrí mucho su muerte, pero en aquel momento hubo una idea muy clara en mi mente. Supe que aquello debía terminar con mi propia mano. Mi padre no estaba en sus cabales. Con ayuda de Marad logré escapar del palacio y huí de Meridian. Gracias a Ersa y a Erend logré un gran número de guerreros con los cuales atacamos el Palacio del Sol. Apenas hubo combate, casi todos los guardias se unieron a nuestra causa. Mientras tomábamos el palacio, Jiran ordenó a Helis que se llevase a Nasadi y a Itamen a Ocaso, donde estuvieron prisioneros hasta que tú ayudaste en su liberación. Al final, me encontré cara a cara con mi padre. —explicó con dolor, con la vista fija en el suelo— Le supliqué que desistiese, pero él me miró fieramente sabiendo que... yo sería incapaz de matarlo. En aquel momento no me había percatado de que detrás mío venía Ersa, quien me arrancó la espada de la mano y allí mismo se la clavó. Cayó de rodillas y murió maldiciéndome deseando que nunca volviese a ver la luz del Sol brillar y diciendo que no duraría ni dos días porque "No mereces ser llamado hijo, ni rey... Eres un incompetente y un traidor. Tarde o temprano Meridian te expulsará como se hace con las malas hierbas. Eres una vergüenza para mi estirpe, ojalá este sea último amanecer". Muchos me llaman 'El libertador', pero yo... me veo como... un asesino. Y encima, cobarde... La culpa siempre me ha atormentado... —terminó de contar sin levantar la mirada del suelo, lleno de culpa.

—No eres un asesino. —replicó acariciando su mejilla.

—Intenté matar a... mi propio... padre. —se culpó mirando hacia abajo.

—Pero no lo hiciste por el simple hecho de matar y disfrutar del sufrimiento como hacía él, lo hiciste porque no te quedaba otra opción. Le suplicaste que parase y no lo hizo. De no haberle matado, te habría quitado la vida él mismo. Gracias a tu valentía cientos de personas dejaron de ser sacrificadas en el Anillo del Sol y has traído la paz al Solminio. Te has esforzado en recuperar la amistad con las tribus, incluso con los Nora. No te culpes por lo que hiciste. —dijo Aloy recordando la historia de la Liberación, la cual ya conocía desde el punto de vista de Ersa, narrada por Erend tiempo atrás, aunque no con tal nivel de detalle— De hecho, es gracias a ti que es posible un futuro de armonía entre las tribus.

—Gracias por entenderme. —se abrazaron más fuerte, sintiendo esa intensa conexión de ser comprendidos el uno por el otro.

—Vaya, nuestras vidas no han sido nada fáciles la verdad... —señaló Aloy con una sonrisa triste— Y en el fondo, no son tan distintas. —se quedaron en silencio observando la vista apoyados el uno en el otro. El cielo ya se había teñido de un sinfín de colores cálidos como el fuego: amarillos, rosados, carmesíes... la vista era realmente increíble. La luz del sol iluminaba sus cuerpos dándoles un tono anaranjado. Se quedaron disfrutando del maravilloso paisaje contemplando cómo esa luz lo teñía todo— Realmente los atardeceres aquí son... mágicos, nunca había tenido tiempo de observarlos con tanta calma. —la mitad inferior del astro se había ocultado ya bajo el cobijo del horizonte. Él se quedó mirando a la Nora. Su mirada tenía una luz tan acogedora, sin olvidar su sonrisa que hacía que su corazón latiese con intensidad cuando la veía, y su pelo lucía hermoso ondeando por la brisa... Cogió aire despacio para intentar calmarse. Era el momento de decirle aquello que tanto tiempo había estado queriendo decirle. Trató de hallar las palabras acertadas para dirigirse a ella.

—Aloy... —la nombró tímidamente sintiendo cómo su corazón se aceleraba, mientras regresaba su mirada a los ojos de la cazadora.

 —la nombró tímidamente sintiendo cómo su corazón se aceleraba, mientras regresaba su mirada a los ojos de la cazadora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

😱 ¡¿Se lo va a decir?! 😱

No te pierdas el próximo capítulo, a ver qué pasa!! 💕

No te olvides de dejar tu apoyo! 🫶🏻💬⭐️

También puedes seguirme en mi Instagram 👆🏻

Después de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora