Capítulo 22

58 7 3
                                    

Aquella mañana, al despertarse, Aloy le propuso ir a dar una vuelta en galopador, con su propio galopador. Aunque su miedo a estas máquinas había disminuido notablemente, el hecho de ir él solo en una le generaba inseguridad, pero aún así, Avad aceptó.

Muchas casas estaban ya reparadas totalmente y, aunque aún quedaba bastante por hacer, ese día habían decidido descansar para no sobrecargarse después de dos semanas sin parar y todo lo que había acontecido. A pesar de que el monarca no se había levantado de la cama prácticamente en todo ese tiempo, su consejero había estado trabajando con él en sus aposentos durante su recuperación. Había recibido muchas visitas de Vanasha e Itamen, y Erend solía acercarse para informar sobre la investigación de todos los que se habían aliado en el Anillo del Sol, y en la Percha de los Cernícalos. Durante ese tiempo, Aloy prestaba su bien recibida ayuda en las reparaciones y pasaba todo el tiempo que podía con Avad. Consideraba su compañía realmente agradable. Siempre querían pasar más el uno junto al otro, y cuando estaban juntos, las horas paraban volando. Al Rey Sol apenas le quedaban marcas físicas del maltrato sufrido, por lo que ya casi no podía notarse por lo que había pasado, a excepción de su mano derecha que aún permanecía vendada para que sus huesos acabasen de recomponerse, y de su brazo izquierdo, que continuaba protegido por vendas ya que el corte había sido bastante grave. Al levantarse la camiseta, apenas podía vislumbrarse ya la marca del hematoma provocado por la patada que por poco le partió las costillas, y casi no sentía molestias al respirar.

Salieron temprano del palacio, nada más desayunar, y se encaminaron hacia el lugar habitual de los galopadores. Una de estas máquinas, la que habían saboteado juntos tiempo atrás, merodeaba la zona sur de la ciudad, pero necesitarían una segunda montura, así que se acercaron al grupo que solía pastar tranquilamente. Cuando estuvieron cerca de uno de ellos, Aloy intervino:

—¿Quieres que vaya a por uno para ti? —preguntó Aloy dándole una oportunidad por si aún prefería montar acompañado.

—Vale, bien, te esperaré aquí... —contestó visiblemente nervioso.

La Nora se escabulló hasta unos matorrales que le ayudaron a ocultarse de la vista de los galopadores para después, en un abrir y cerrar de ojos, regresar a lomos de uno de ellos junto al rey. Después de espantar al resto de máquinas, le recordó cómo se manejaba la montura. Trabajosamente, él se subió a lomos del galopador.

—Vale, ahora tienes que darle en el vientre, pero no lo hagas con mucha insistencia, o comenzará a ir al galope.

—Entendido —respondió golpeándolo suavemente. La máquina comenzó a caminar sobresaltando a Avad, que se agarró con fuerza a su lomo. Sin la Nora montada delate suyo todo se sentía mucho más inestable.

—¡Así se hace! —lo animó— voy a por mi galopador, ve yendo hacia adelante. —Aloy lanzó un silbido que atrajo al galope a la montura que esperaba merodeando Meridian y, con un impulso se montó en ella en marcha, alcanzando en escasos segundos al monarca— ¿Qué tal lo llevas? —preguntó preocupada por si él se sentía cómodo.

—Mucho mejor de lo que esperaba. —admitió. Ella sonrió al verlo feliz. Nunca se había sentido tan bien con nadie, exceptuando a Rost, antes de que...— ¿Todo bien? —preguntó el Rey Sol al ver que la cara de la Nora había cambiado drásticamente.

—Sí, sí...—respondió ella— Solo pensaba en... mis cosas...

—Puedes contarme lo que te ocurre si te hace sentir mejor. Puedes confiar en mí.

—Confío plenamente en ti, —dijo mirándole a los ojos— pero aún no es el momento...

—Vale, no te sientas presionada. —respondió con una sonrisa afable. Cabalgaron despacio por los alrededores. A pesar de que estaba progresando mucho, a él no se le veía cómodo del todo montado solo en su propia máquina, así qué decidió regresar antes de lo que habría previsto. Sabía el esfuerzo que le suponía estar cabalgando debido al miedo que tenía a las máquinas y sería mejor no forzar su cuerpo que aún estaba terminando de sanar. Además, había pensado algo para esta tarde, por lo que sería mejor ir con calma. Momentos más tarde, bajaron de los galopadores y se encaminaron al palacio.

Después de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora