Capítulo 28

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La pareja no volvió a reencontrarse hasta la hora del crepúsculo. Aloy se colgó su arco de caza a la espalda y entró en la habitación del monarca, donde ya se encontraba él con la cena colocada en la mesa. Cuando vio a la cazadora, automáticamente se le dibujó una amplia sonrisa en el rostro.

—¡Aloy! —exclamó contento— ¿Cómo ha ido tu día?

—Bien. —respondió no muy elocuente. Había salido a pensar sobre su próxima partida hacia las Tierras Sagradas para continuar su misión, ahora que ya estaba todo aclarado con el monarca, pronto tendría que continuar con su misión— He estado fuera casi todo el día, cazando y cabalgando en galopador. —muchas veces, la caza le servía de ayuda para aclarar sus ideas— ¿Y... tú? —preguntó finalmente.

—He ha sido un día de intenso trabajo, pero hoy no se me ha hecho pesado. —respondió percatándose de lo seria que estaba. Dando unos pasos acercándose a ella, preguntó— Hay algo que te preocupa... ¿Verdad? —ella bajó la mirada a sus pies.

—Sí... —contestó buscando las palabras adecuadas— Ya casi me he curado... Pronto dejarán de dolerme las costillas, y... ya sabes que... mi misión no ha terminado. —explicó mirando con lástima a los ojos del monarca— No tardaré mucho más tiempo en irme. —él soltó un largo suspiro mientras se sentaba en la cama.

—No quería que este momento llegase. —admitió— Pero tu misión es vital... así que, sea lo que sea que prefiramos... lo mejor será que te vayas cuando consideres oportuno y la finalices. —ella se sentó a su lado y apoyó una mano sobre la de él.

—No quería irme sin antes haber aclarado las cosas contigo... Era algo que necesitaba.

—Yo... reconozco que era algo que realmente necesitaba también. —admitió— Me alegra que aunque te vayas tengamos los dos clara nuestra situación.

—Gracias, Avad, por entenderlo...

—Solo quiero pedirte una cosa... —añadió volviéndose para mirar los ojos de la Redentora— Solo quiero saber cuándo te vas a marchar... me gustaría despedirme de ti... simplemente eso. Sin ceremonias ni otras personas, sin nada llamativo o fuera de lo común, solo... solamente quiero que nos despidamos, hasta que nos volvamos a encontrar. —Aloy le dedicó una cálida sonrisa.

—Pues... estaba pensando en irme mañana... o pasado mañana, tal vez. —respondió notando cómo él apretaba su mano, tenso. '¡Mañana o pasado mañana!' exclamó Avad en su interior '¡Esperaba que con "pronto" se refiriese a la semana que viene!'.

—Vale, gracias por decírmelo... Cuando lo sepas más seguro, me encantaría saberlo. —ella lo miró y asintió con la cabeza.

—Claro. —dijo asintiendo de nuevo. Cenaron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. Aloy mantenía la vista fija en la comida, y Avad daba la sensación de que iba a atravesar el plato con la mirada. Repentinamente alzó la vista y abrió mucho los ojos con la mirada brillando.

—En seguida regreso. —explicó levantándose de la silla— N-no tardo nada, se me ha ocurrido una cosa... —y tan rápido como se había levantado, se marchó. La Nora encendió su foco preguntándose qué sería eso tan urgente que se le había ocurrido, pudiendo comprobar que él marchaba a toda prisa por el pasillo. Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió, entrando así el Rey Sol— ¡Aloy! Se me ha ocurrido una idea... Es un poco alocada, pero... Marad dice que podría estar bien. —explicó recuperando el aliento. Ella se levantó de la silla y se acercó a él.

—¿Qué ocurre? —preguntó verdaderamente intrigada.

—Tal vez no te parezca bien... Y si es así lo entenderé, porque tienes tareas realmente importantísimas... Pero... —comenzó a decir frotándose el cuello con la mano derecha— Puedo... ¿Puedo acompañarte a las Tierras Sagradas? Luego ya regresaría a Meridian. Serían solo unos pocos días, en el caso de... que lo apruebes, claro. —ella lo miró perpleja— La última palabra la tienes tú, por supuesto.

Después de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora