XXXV

121 14 5
                                    

—¿Te gustan estos jeans?— Meredith me mira, se da un par de vueltas sobre mi almohada y me ignora completamente —Vamos, Mer. Al menos dime algo— Pero sigue sin mirarme —He de adivinar que Dianna no es muy de tu agrado— Aseguro y ella maulla —Mer, dale una oportunidad ¿si? recuerdo que solía caerte bien— Pero no insiste y yo tampoco. Me pongo unos mom jeans con una blusa de algodón color marino. Me coloco unos mocasines a juego y un par de minutos después de colocar mi perfume suena el timbre de mi casa; yo tomo mi bolso y enseguida voy a mi encuentro con Dianna, notando algo en particular: No estoy nerviosa, pero eso es buena señal ¿no?

—Hola, Taylor— Me dice Dianna mientras me extiende una caja de chocolates

—Gracias, Dianna— Le digo y entonces detrás de ella aparece su hija

—Saluda, Elise— Dice Dianna

—Hola, señorita— Dice suavemente

—Puedes decirme Taylor, pequeña— Le digo mientras me acuclillo frente a ella y le doy un suave apretón en su mano que la hace sonreír

—Será mejor irnos, porque morimos de hambre ¿no es así El?— Y la niña asiente frenética

***

—La mesa está a nombre de Dianna Agron— Dijo Dianna al hostess, quien con una sutil sonrisa nos guía por las mesas hasta acomodarnos en una de ellas.

—Dime pequeña ¿Qué te ha parecido Los Ángeles?— Le preguntó una vez que estamos bien sentadas en la mesa

—Es lindo, pero ya quiero volver con mi mami— Dice nostálgica

—Te dije que pronto la volverías a ver, El— Dice con prisa Dianna —La extraña mucho— Se disculpa

—Me imagino— Le concedo —¿Que es lo que más te gusta de Canadá?— Le pregunto, muy atenta a todo lo que mira, hace y dice. Es verdad que la hija de Dianna es la pequeña mas linda que he visto

—El clima, aquí hace mucho calor— Dice avergonzada pues me ha hecho reír

—A mi también me costó trabajo aclimatarme, pero una vez que sucede te das cuenta que el aire salado de L.A. es incomparable— Le digo muy contenta

—¿Conociste a mi mamá en Canadá?— Me pregunta curiosa

—No, ella era mi maestra en la universidad— Digo con simpatía —Eso fue en New York, nena—

—Nunca hemos ido— Le dice a su madre

—Ya no hay nadie ahí que me haga querer volver— Dice mientras me mira y yo tomo un trago largo a mi vaso, no se si quiero afrontar el rumbo de esta conversación —Además los abuelos se mudaron a Canadá conmigo ¿recuerdas?— Y Elise asiente

—¿Como han estado tus padres?— Pregunto, prefiero saber eso

—Bien, ambos tienen una granja y cuidan, crían y venden vacas y toros. Además de unos cuantos caballos y cabras. Muy domésticos y tranquilos, como siempre... creo— Asegura

—Yo pensaría que llegar de la gran ciudad implicaría otro tipo de cosas— Digo restándole importancia

—Supongo que siempre fueron del campo, pero la presión social pudo con ellos por un tiempo— Dice mientras llegan nuestros platillos ¿Mencioné que ni pudimos ver el menú porque ella ya había hecho el pedido desde antes de llegar al lugar?

***

La noche termina cerca de las 10:30 mientras Dianna y Elise me llevan a la puerta de mi casa. Elise es realmente encantadora, pero cuando empezó a tener mal humor por su claro cansancio vi en Dianna la poca paciencia que (imagino) suele tener con la pequeña.

Mrs. (Kinda) SoulmateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora