Capítulo 2 - Los Mugiwara y el prisionero

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Cuando Franky apareció por el calabozo para dejar el desayuno al prisionero no lo encontró dormido, estaba sentado en la cama sin reflejar emoción alguna, le dejó la bandeja y un rato después volvió para recoger el cuenco con cereales y leche que no había probado.

- ¡Buenos días, ninja volador! – Saludó a gritos Luffy dando una patada a la puerta que casi sacó del sitio, al estar la chancla de por medio no le debilitó al no ser contacto directo con el kairoseki. - ¿Eh? ¿No has desayunado aún?

- No lo quiero.

- ¿Entonces puedo comérmelo? ¡Que aproveche! – No le dejó ni la oportunidad de responder cuando de un trago se lo tomó todo. - ¡Venga, vamos a salir de aquí!

- ¿Eh? – Eso sí que fue una sorpresa.

- Luffy, no creo que sea una buena idea...

- No puede estar aquí encerrado todo el día, Franky.

- Es un prisionero... - Respondió el carpintero como dando por obvio que una cosa iba con la otra, pero conocía la terquedad de su capitán – Al menos deja que le ponga las cadenas, sino los otros no estarán tranquilos.

- Meh, está bien. – Respondió no muy satisfecho, hurgándose en la nariz.

El asesino se levantó de la cama todavía sorprendido, el moreno era el capitán... solo bastaba con ordenarlo, y aun así respetaba la opinión de su tripulación. Todos estaban esparcidos por la cubierta del barco que dejaron de hacer lo que estaban haciendo cuando vieron al rubio allí plantado de nuevo.

- ¿Qué haces aquí fuera? – Inquirió Zoro acercándose a él de malas maneras sujetándole de la camisa con fuerza antes de que apareciesen los otros dos.

- Lo he sacado yo, no te preocupes le tendré vigilado. – Sonrió el moreno restándole importancia dándole una palmadita en el hombro, eso parecía a simple vista, pero el rubio pudo ver que los escasos segundos en que clavó su mirada en la de su subordinado no iba a dejarle opción a réplica, por lo que terminó soltándole y alejarse.

- Oh ¿Te duele algo? – Preguntó Chopper dando una pequeña carrera hacia él, pues le había visto poner una mueca de dolor cuando Zoro le zarandeó.

- Estoy bien. – Se planchó a si mismo la camisa arruga con las manos, aunque la cadena de los grilletes rozó el costado sacándole otra mueca.

- No, no lo estás, deja que te examine.

- ¿Por qué? – Preguntó confundido.

- ¿Cómo que por qué? – Ladeó su cabeza él también sin entender.

- ¿Por qué un mapache quiere examinarme?

- ¡No soy un mapache, soy un reno! – Se enfadó - ¡Soy el médico de la tripulación!

- Ah, sí bueno... daba por hecho que eras el médico, – aunque eso también era sorprendente, al igual que el hecho de que pudiese hablar – me refería a porque quieres ver si estoy bien, sólo soy vuestro prisionero.

- Prisionero o no, estás herido y mi labor es curar a todo el mundo sin excepción.

- ...Oh.

- Siéntate y muéstramela.

- ... - No muy convencido levantó solamente el lado de la camisa revelando que todo su costado estaba amoratado.

- ¡Oh, debe dolerte muchísimo! – Se sorprendió al verlo – Debes tener las costillas rotas.

- Ya no, solo queda el daño muscular.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora