Capítulo 13 - Blanco

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Un hormigueo en la nariz le hizo abrir los ojos, intentó apartar aquello que le molestaba y se dio cuenta de que estaba enganchado a algo, era un mechón de cabello rubio, se dio cuenta entonces de que el cocinero, en algún momento de la noche se acomodó a su lado y dormía plácidamente con un brazo por encima suya y la cabeza apoyada en el pecho, debió moverse y el pelo cayó sobre la cara del peliverde y por eso le había despertado.

Desde ese ángulo no podía verle la cara, pero por su respiración sabía que seguía dormido, estaban con la colcha casi en los tobillos, los dos juntos en el mismo futón hacía calor a pesar de que refrescaba un poco todavía y pudo comprobar que no era solo el brazo de Sanji lo que había sobre él, también una de sus largas y blancas piernas cruzaba desnuda sobre las suyas, el yukata abierto más arriba del muslo, daban unas ganas locas de subirlo un poco más para ver si estaba usando ropa interior.

Genial, pensamientos obscenos nada más abrir los ojos y un problema que pensó que solucionó antes de irse a dormir amanecía de la misma forma.

Debía arreglarlo antes de que Sanji despertase y aunque no tuviese ningunas ganas de moverse, no podía ir con la "bandera" alzada y que este la viese, por lo que, como pudo, salió del futón para ir al baño a darse una buena ducha fría.

Cuando salió, se encontró al rubio despertándose todavía en el futón, su pelo estaba despeinado y el yukata torcido mostrando un hombro, estaba frotándose los ojos.

- Ah, buenos días, Zoro. – Saludó al darse cuenta de que estaba ahí.

- Ey, – respondió algo torpe, no esperaba esa visión sensual que animaba de nuevo a su cuerpo a despertar - ¿Has dormido bien?

- Sí, – sonrió, aunque debió de recordar algo que le hizo sonrojarse – me... me dormí.

- Ya me di cuenta. – Se rascó la nuca, incómodo porque no quería tener esa conversación sobre que se durmió mientras se besaban. Por el pasillo ya se escuchaban a los escandalosos de la tripulación – Debe de ser tarde, más vale que vayamos a por el desayuno antes de que Luffy se lo coma todo.

Sanji perdió la sonrisa y se quedó en silencio antes de asentir y levantarse de la cama, recogió su ropa limpia que llevó a la posada el día anterior y se metió en el baño para cambiarse. Zoro se había dado cuenta del cambio de expresión en su rostro, parecía que siempre le estaba poniendo excusas para no estar solos, no podía evitarlo, era precisamente para evitar sobrepasarse, tronó la lengua y avisó a su compañero de cuarto que salía ya a buscar al resto.

Se reunieron donde Luffy ya estaba dando rienda suelta a su glotonería, los otros intentaban conseguir algo que llevarse a la boca mientras los camareros no daban crédito a sus ojos y no paraban de llevar bandejas y bandejas de comida. Sanji fue el último en aparecer y saludó a todos con su habitual sonrisa sentándose al lado de Chopper que le había conseguido guardar unos dulces típicos de allí que compartió con gusto con el renito que tanto apreciaba, él con un café y su cigarrillo se bastaba, aunque tenía tanta curiosidad por saber del gusto de estos que se comió su parte y analizó sus ingredientes en silencio, poniendo unas muecas que al médico le resultaron muy graciosas.

Todos salieron de la posada felices de haber podido disfrutar del festival, no es que fuera temprano, pero los lugareños todavía no habían salido la mayoría de sus casas ya que las fiestas duraban una semana al completo y esa noche sería la última, estarían cogiendo fuerzas para poder darlo todo esa noche, caminaron hacia el puerto sin prisas hasta que un grito les alertó.

- ¡L-LOS MUGIWARA! – gritó uno ataviado de blanco, el uniforme de la marina – ¡LOS MUGIWARA ESTÁN AQUÍ!

- Maldita sea, de verdad que no hay forma de salir de ninguna isla de forma tranquila. – Gruñó Nami que les tocó echar a correr.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora