Agobio

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—Se fue. —dijo Tricia con una expresión seria y a la vez severa en su rostro mientras observaba a Craig con desprecio.

—¿Huh?

—Se fue, Craig, se ha ido.

El azabache quedó perplejo, incapaz de articular palabra.

—No es por nada, Craig —continuó Tricia con un tono de reproche—, pero, ¿realmente pensabas que después de todo lo que pasó, Tweek seguiría a tu merced? Créeme, he estado observando su relación de cerca, además de los últimos acontecimientos. Llevabas meses comportándote como un idiota con él, era obvio que en algún momento llegaría a su quiebre.

—¿Cómo puede irse así?

—Por el amor de Dios, ¿en serio no paras? ¿Cuál es tu problema?

—Es imposible... Ambos teníamos un plan. Los boletos a Nueva York ya están comprados, los primeros tres meses de renta de nuestro departamento ya están arrendados, él lo eligió, uno muy bonito, con una gran vista, a solo cinco minutos de su universidad y a media hora de la mía. Hemos comprado una jaula para Stripe, una amplia en una tienda de mascotas cerca de la avenida principal. Iremos a recogerla juntos. También planeamos hacer las compras y cenar en ese famoso restaurante de pizzas.

—Craig, ¿en serio?

—Nuestra rutina sería lo más modesta posible. Pasaríamos nuestros fines de semana en casa, tocando música de vez en cuando. Lo invitaría a citas. Vería sus series dramáticas, y él prometió ver mis películas de acción preferidas.

—Craig...

—Ja ja, puedes creer que sus padres querían que volviera después de estudiar para seguir el negocio de la cafetería, pero eso no iba a suceder. Los dos nos iríamos a California. Él sería un famoso artista y compositor, y yo seguiría con mis planes de ser un excelente físico, haciendo grandes aportaciones a la ciencia y continuaría con la empresa familiar. Todo estaba hecho. Todo estaba...

Craig, impactado, se dejó caer al suelo, cayendo en cuclillas, y no pudo evitar derramar lágrimas. Colocó sus manos en su cabeza, totalmente destrozado.

—Es cierto, todo es un malentendido, todo esto no puede estar sucediendo, simplemente debo hacer una llamada.

El pelinegro tomó su celular apresuradamente y buscó entre sus contactos hasta encontrar a Tweek. Intentó llamar, pero solo obtuvo la respuesta de que el teléfono ya no estaba disponible. Luego, trató de enviar un mensaje de texto, pero parecía que la red se resistía.

Los nervios empezaron a apoderarse de Craig; no podía acceder a ninguna conversación, a ningún perfil, a ninguna cuenta de Tweek.

—Craig, lo siento mucho, pero lo has perdido.

—Es imposible...

—¿Imposible? —respondió con sarcasmo—, Todo fue posible gracias a ti.

—Yo iba a darle todo de mí. Bajaría las estrellas para él. Tweek y yo íbamos a tener la mejor vida juntos...

—Craig, aquí el gran problema eres tú, solo tú. A pesar de saber la verdad, elegiste seguir creyendo en tu orgullo. ¿Qué esperabas? ¿Que te comprobara a toda costa que estabas equivocado? Es verdad que toda la situación con los Tweak y papá es extraña, pero yo le creo a Tweek. Nunca había visto una mirada tan arruinada y sincera como la que hizo aquel día, y tú lo despreciaste, imbécil.

La pelirroja se arrodilló y comenzó a golpear frenéticamente el hombro de su hermano. La luz de la tarde se filtraba tímidamente por las cortinas, dibujando patrones de sombras en las paredes.

Melódico Drama!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora