La mañana era agradable y ligeramente fresca, un cambio bienvenido en comparación con las recientes mañanas gélidas. Craig esperaba en el comedor mientras su hija se preparaba para bajar. Un café humeante reposaba en la mesa junto a su tablet, en la que hojeaba las noticias del día. Nada en particular llamó su atención, pero al menos le servía para distraerse un poco de los pensamientos que lo habían estado atormentando en las últimas noches.
Solo habían transcurrido dos días desde aquel fatídico encuentro, pero para Craig, parecía que había sido hace apenas unas horas. Los recuerdos continuaban persiguiéndolo, atormentándolo en las noches de insomnio. Aunque ya estaba acostumbrado a pasar noches en vela, esta vez no podía utilizar el tiempo para trabajar de manera productiva; en su lugar, los recuerdos de aquel encuentro llenaban su mente.
Finalmente, se levantó de la silla y se acercó a las escaleras. Estaba haciendo tiempo para acompañar a Amelia a la escuela, ya que hoy tenían la reunión introductoria para padres. Craig la esperaba con ansias por dos razones principales. En primer lugar, deseaba resolver todas sus dudas sobre la escuela y estar más presente en la vida de su hija. Había estado ausente en su vida escolar y quería cambiar eso. En el piso de arriba, escuchó el sonido de pisadas que se acercaban. Una vocecita anunció su llegada.
—Ya voy, papá. Estaba guardando algunas cosas que necesito —dijo Amelia mientras bajaba las escaleras.
Padre e hija habían conversado brevemente sobre la situación. Craig ofreció disculpas sinceras a Amelia por lo que había sucedido. Sin entrar en detalles sobre su relación con Tweek, le explicó que aquel encuentro había sido muy impactante para él y le pidió comprensión.
La explicación ambigua que Craig le dio a Amelia sobre su comportamiento inusual pareció funcionar, y para sorpresa del pelinegro, su hija se mostró comprensiva. Amelia también se disculpó por sus reacciones impulsivas y le pidió perdón por haberlo llamado tonto y mostrado el dedo medio en un momento de enojo. Craig siempre había sabido que su hija era una niña buena y asertiva, y esta situación lo confirmaba una vez más.
Amelia bajó corriendo las escaleras, lista para empezar el día con su padre. Sin embargo, antes de salir, recordó que había dejado su violín cerca del sofá y decidió ir a buscarlo.
Craig sintió un nudo en el estómago al escucharla mencionar el violín. Había olvidado por completo la clase de música. Trató de detenerla, tomando su brazo con suavidad para evitar que corriera hacia el sofá. Amelia lo miró con confusión mientras él intentaba explicar.
—Hija, espera —intervino Craig, su voz temblaba un poco—. Hoy no necesitas llevar tu violín, déjalo.La confusión en los ojos de Amelia se intensificó mientras lo escuchaba.
—¿Por qué, papá? Hoy tenemos clase de música.
Craig se sentía sumamente culpable. La segunda razón por la que esperaba la reunión con la directora era porque tenía que discutir sobre la solicitud de cambio de la clase extraescolar de Amelia. Se sentía como si se estuviera aprovechando de la bondad de su hija. A pesar de que ella lo había perdonado con facilidad, él no podía retribuir ese gesto. Sabía que el tema del cambio sería difícil de abordar, y no se sentía capaz de ser sincero con su propia hija sobre eso.
—Eh... lo estuve observando y quería ajustar las cuerdas, estará listo pronto.
—En ese caso, está bien, muchas gracias —dijo la niña mientras se dirigía hacía él con una gran sonrisa.
Estaba siendo un cobarde.
Evidentemente ella se iba a dar cuenta tarde o temprano, pero el azabache lo hacía con la intención de ganar tiempo y ver si era capaz de generar un poco de valentía, tal vez Amelia era un alma compasiva, pero sabía que la iba a molestar mucho dejar esa clase.
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Melódico Drama!
Hayran KurguCraig Tucker es un padre devoto de una niña de 6 años y un investigador de profesión. En su vida las cosas ya estaban complicadas, pero desde la llegada de la pequeña Amelia, todo dio un vuelco de 180°, poniendo pruebas difíciles en su vida que han...