Talento I

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Amelia ya se encontraba en el salón, aunque aún faltaban 20 minutos para el inicio de la clase. Había llegado temprano, ya que Bebe la había ayudado a alistarse mientras Clyde cuidaba de Craig, quien se había quedado profundamente dormido. Este último había trabajado sin parar anoche, cosa que preocupaba a la pequeña, pues temía que su papá se estuviera esforzando demasiado.

A pesar de esta situación, Amelia estaba entusiasmada, pues esta vez pudo traer su violín, tal como Craig le había prometido. Mientras esperaba a su amiga, comenzó a garabatear en su cuaderno. Estaba ansiosa por contarle a Anna cómo había sido su fin de semana, y por suerte, no tuvo que esperar mucho, ya que Anna llegó apresuradamente para tomar su lugar.

—¡Amelia, hola!— exclamó Anna mientras se abalanzaba sobre Amelia para darle un abrazo. El sonido de sus risas llenó el salón, rompiendo la tranquilidad de la mañana.

—Hola, vienes muy animada también— respondió la rubia, devolviendo el abrazo con entusiasmo.

—La verdad es que tuve un buen fin de semana a pesar de que papá no pudo venir. Pero pudimos hacer una videollamada. Estoy tan feliz de haberlo escuchado, aunque sea un poquito—. Anna hablaba con una sonrisa brillante, sus ojos estaban llenos de emoción por compartir su experiencia.

—Wow, en ese caso, me alegra que hayas tenido un buen fin de semana con tus padres, de alguna manera— dijo Amelia, sintiéndose feliz por su amiga. Las dos niñas se acomodaron en sus pupitres, listas para charlar antes de que comenzara la clase.

—¿Cómo fue el tuyo? Ya puedo imaginar qué tienes en ese estuche— comentó Anna curiosa.

—También fue excelente. Vimos recuerdos de mi papá, me regaló un gorro, y mis tíos Clyde y Bebe se quedaron a pasar el fin de semana con nosotros. Sin duda, fue genial— respondió Amelia, sus  también ojos brillaban mientras recordaba los momentos especiales compartidos con su familia.

—Dame esos cinco— alzó la mano Anna para chocarla con la de su amiga. Las niñas rieron, compartiendo un gesto de amistad y complicidad. El sonido de sus risas llenaba el salón de alegría y energía positiva.

El tiempo pasó volando y pronto sonó el timbre anunciando el inicio de la clase. Todos los niños entraron de inmediato, y la maestra Maggie los saludó y explicó las actividades del día.

—Niños, comenzaremos con ejercicios de caligrafía. Saquen sus libros y colores. Les indicaré en un momento qué página trabajaremos el día de hoy— dijo la maestra con entusiasmo.

Mientras los niños seguían las instrucciones, tocaron en la puerta del salón un par de veces. La maestra fue a abrir y se encontró con el maestro de música, quien tenía una expresión amable en el rostro

—Maestra Maggie, ¿puede darme un momento?— dijo el profesor favorito de Amelia, cuya voz la alertó de inmediato.

Anna murmuró para sí misma: "Y tres, dos, uno...", observando con detenimiento a su amiga, quien ya se levantaba de su pupitre para dirigirse a la puerta.

—¡Hola, maestro T! ¿Qué hace aquí?—, preguntó Amelia con sorpresa.

—Buen día, Amelia. Vengo a hablar con tu maestra. Vuelve a tu lugar—, respondió el maestro Tweek con amabilidad, apreciando la calidez y el entusiasmo de la niña— en un momento nos veremos en clase— agregó mientras le revolvía un poco el cabello.

Sin agregar más, la pequeña asintió y regresó entusiasmada a su pupitre.

—En serio, Tweek, tienes que enseñarnos tus estrategias. Si yo hubiera dado esa orden, ni siquiera me habría volteado a ver— comentó la maestra Maggie, bastante sorprendida.

Melódico Drama!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora