Amistades

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Los días pasaron naturalmente, Amelia estaba contenta en la escuela, le estaba yendo de maravilla y se llevaba bien con su nueva amiga Anna. Al final ambas niñas terminaron matriculadas a la clase de música, Amelia ya estaba entusiasmada, emoción que le dio curiosidad a su amiga pelinegra, ahora ella también quería probar tocar instrumentos.

Craig se sentía aliviado y contento de que las cosas fueran así con su hija, se estaba adaptando bien. Sin embargo la pequeña solo tenía un tema de conversación en casa: su clase con el Maestro T.

No importaba cuantas veces le cambiaba el tema, era maestro T esto, maestro T aquello, Craig en ocasiones se sentía desplazado con tanta adulación hacia aquel profesor.

—Papi, quiero llevarme mi violín a la escuela.

—¿Tu violín? ¿Para qué?

—Para la clase de música, da-ah

—Amelia, en la sala de música tienen violines para practicar, si te lo llevas puede que lo dañes.

—Los violines de la sala de música apestan, no me siento a gusto usándolos, mejor mi violín.

—No señorita, no permitiré que te lleves tu violín y lo rompas o algo—dijo Craig con firmeza mientras leía un artículo del trabajo en su tablet.

—Pero, papi, otros niños se llevan sus-

—Es un rotundo no, mejor prepara tu mochila para mañana, ayer olvidaste tu libro de matemáticas.

Amelia comenzó a alejarse resignada, pero no sé iba rendir fácilmente y regresó.

—Esta bien, papi, no me llevaré mi preciado violín, es solo que soy muy feliz tocándolo.

Esto último llamó la atención de Craig, de inmediato volteó a verla.

—Es solo que... siento que en la clase de música me iría mejor si me llevará algo familiar, con ese violín me enseñaste a tocar y me trae bonitos recuerdos, es como llevar una partecita de ti conmigo a la escuela... porque... porque te extraño mucho siempre.

La niña de cabellos dorados ocultó su rostro con sus manos, tratando de hacer una postura afligida a la vez, en ocasiones volteaba a ver a su padre entre sus dedos, solo lo veía pensativo. Craig se paró de su asiento y dejó la tablet de lado, lentamente se acercó a Amelia y se agachó a su altura.

—Esta bien, tú ganas, yo también te extraño Cariño— sin pensarlo, la envolvió en un abrazo.

Amelia dio en el blanco: el débil y dulce corazón de su padre, una cualidad de Craig que solamente ella conoce a la perfección.

—Gracias, papi—dijo emocionada aceptando el abrazo de su padre.

—Pero hay que revisarlo, la última vez algunas cuerdas se dañaron, ¿recuerdas?

—oh es cierto, no recordaba eso

—ahora mismo es tarde, mañana iré a comprar las cuerdas para reemplazarlas, así podrás llevarte tu violín la próxima semana.

...

Amelia ya estaba dormida, Stripe ya descansaba en su jaula, ahora Craig podía trabajar.

Estaba exhausto, pero tenía que seguir con su investigación, por fortuna su trabajo era documental y se basaba en teorías propias, era rara la vez que tenía que viajar, así era mejor y no se perdería los mejores años de la vida de su pequeña.

De fondo escuchaba música de aquellos CD's, lo ayudaban a relajarse y motivarse, suaves melodías de música clásica, un melódico piano y un estridente violín, instrumentos que por lo general hacían dupla en aquellos compendios musicales. El azabache quedó nuevamente absorto por la música, se inundaba de tanta nostalgia, una muy dolorosa nostalgia en realidad.

Melódico Drama!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora