C A P I T U L O | 27

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30 septiembre 2019
Sinaloa, México




















pov Alexa

















Ovidio estaba cruzado de brazos recargado sobre el marco de la puerta del vestidor viéndome cerrar la última maleta, me senté en la cama aún lado de la maleta para verlo.

Esto no solo estaba siendo difícil para mí, sabía que también lo era para el, alejarnos ahora que esperábamos un hijo juntos no era lo que hubiéramos querido. Pero las circunstancias en las que estábamos nos estaban obligando a hacerlo.

Habían sido difícil estos últimos dos días, pasábamos pegados el uno al otro, Ovidio tocando mi pequeñín bulto que aún no era tan visible.

El sol que se asomaba por los ventanales de la habitación comenzaba a esconderse, lo que significa que la hora se acercaba cada vez más, mi mamá y suegra ya estaban aquí, solo faltaba que llegara Pame quien Néstor había ido a recogerla a Culiacán.

Se sentó por lado mío, ambos callados sin decir palabra alguna. Solo pasando los últimos minutos que nos quedaban juntos, hasta saber cuando.

Si, me había prometido irse tan pronto pudiera pero sabía que eso tardaría días, incluso semanas, claro que lo entendía pero lo necesitaba más que nunca conmigo.

Era difícil dormir y que los recuerdos de esa noche volvieran a mi cabeza volviéndose pesadillas, sentir que lo estaba volviendo a vivir, el estar negada a que alguien más tocara una minima parte de mi, pues sentía que eran las manos de aquellos hombres.

Que al sentir el roce de mi espalda en la cama recordaba como me pegaban con los látigos colgada de unas cadenas riéndose de mi.

Él era el único que lograba tranquilizarme cuando esos recuerdos llegaban a mi.

Hace dos noches vi llegar a Ovidio lleno de sangre, su camisa y tenis manchados de ella, sus ojos inyectados de coraje, sabía lo que había hecho. El verlo así me había dado escalofríos, era como ver la otra cara del Ovidio que desconocía y que había escuchado que decían. El Ovidio despiadado que no le importaba nada.

- Vamos a estar bien bonita

- ¿Me lo prometes? - dije viéndolo

- Se lo prometo - entrelazó nuestras manos para después juntar nuestros labios en un beso.

Puse mis manos en sus mejillas, acariciando su barba que había rasurado la noche anterior, sus labios y los míos encajaban como un puzzle, como si estuvieran hechos para estar juntos.

Nos separamos por falta de aire, se separó de mi hincándose en el piso entre mis piernas, metió sus manos por dejaba de mi sudadera.

- Y usted no le de lata a su mamá que no voy a estar ahí con ella pa' ayudarla y cumplirle los antojos - dijo y depositó un beso en mi abdomen

El sonido del radio en la cadera de Ovidio nos dio la señal que era la hora de mi partida, solté un suspiro y ambos nos paramos de donde estábamos.

Tomó una de mis maletas con su mano derecha y con la izquierda tomó mi mano para entrelazarlas y salir de la habitación y bajar a la primera planta donde ya nos esperaban.

Salimos de la casa y afuera había muchos hombres alrededor de nosotros lo que hizo que me pegara si era posible aún más a Ovidio, entrelazando mi brazo al suyo, me volteó a ver con tristeza en sus ojos por lo que paso su brazo sobre mi hombro, lo que hizo que me abracé a su cuerpo y así caminamos hasta la Mercedes de él.

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