C A P I T U L O | 17

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07 Julio 2019
Rancho de Iván, Sierra de Badiraguato, Sinaloa














pov Alexa






- Yo no quiero ser el primero

- No sean culon y aviéntate ya Serafin

- Que verga y porque no vas tú Nini? A ver

Alfredo, Nestor, Serafin, el chavó - quien había llegado esta mañana con Sera - y yo, nos encontrábamos en el cerro detrás del rancho de Iván. Los cinco teníamos las manos en la cintura viendo la bajada.

Frente a nosotros estaba el carro montable para niños. Una Mercedes blanca. Nadie quería aventarse primero por lo que teníamos alrededor de 10 minutos discutiendo quién iba ser el que fuera primero.

Lo que yo sabía es que nos íbamos a golpear porque si estaba empinada la bajada.

- Un disparejo plebes - al mismo tiempo voltearon a verme y asintieron

Nos acomodamos en un círculo para empezar.

- El que ponga el pulgar hacia abajo es el primero - aclare

- Arre pues

- Dis pa re jo - dijimos todos al mismo tiempo

Néstor, Sera, el Chavo y yo pusimos el pulgar hacia arriba por lo que nos salvamos así que el que se aventaría sería Alfredo.

- Su puta madre, siempre pierdo en esta madre - se quejo - Otra vez, a la tercera

- Déjate de cosas ya perdiste, ándale súbete

Renegando de subió en el carro, cambia bien pues no era un alto que digamos. Acomodó los dos pies dentro de este y puso las manos en el volante.

- Pobre de ustedes que me avienten recio

Néstor y Serafin se voltearon a ver con malicia. Hicieron el carro un poco más atrás y lo aventaron con todas sus fuerzas.

Anoche había llovido por lo que la tierra aún estaba algo húmeda y había unos cuantos charcos de lodo. Nada de esto saldría bien.

Vimos el carro bajar rápido el cerro. Alf trato de sacarle la vuelta a un charco moviendo el volante pero no lo consiguió por lo que se salpicó todo.

Estaba por llegar al inicio de la subida, pero ahí estaba otro charco aún más grande, perdió el control del carro y se volteo cayendo dentro de este.

Nos empezamos a reír como nunca. Nos doblamos de la risa los cuatro. Estábamos que nos meabamos de la risa. Estaba segurísima que nuestras carcajadas se escuchaban por todo el rancho.

Vimos que Alfredo se levantó todo llenó de lodo y más nos reímos. Tenía cara de enojado pero no le duró mucho pues de igual forma se empezó a reír. Subió nuevamente el cerro empujando el carro.

- Quiero otra vez - dijo cuando llegó con nosotros

Le vimos la cara toda enlodada, apenas y podía abrir los ojos y se quería volver aventar.

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