Imagina que te encuentras en un limbo emocional, lleno de dudas, lágrimas y vacío sin respuestas y recibes un llamado desde otro continente para anunciar la muerte trágica de un ser querido...
Imagina que la pérdida de tus padres, no solo traería so...
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FABIO DI FRISCO
—¿Qué haces? —le pregunté a Mik cuando lo vi tomar una soga
—Divertirme... —sonrió mientras pasaba la cuerda por debajo de los brazos del cocinero
—Por favor... tengo hijos... —suplicaba el infeliz
—Y yo tengo una hermana... ¡Ahhh si! esa misma que querían envenenar —estaba lleno de ira
—Yo no sé nada... por favor... —seguía suplicando
—¡Ay cállate por favor! —soltó Mik claramente ya no tenía paciencia— si no hace silencio, por favor, acaba con él...
—Ya que voy a morir... —soltó el guardia que estuvo en el ala de Giovanni— agradezco que estén perdiendo su tiempo aquí... mientras la chica muere lentamente
Voltee de inmediato y sin pensarlo, tomé el cuchillo que tenía en su mano, lo apreté tan fuerte que mis nudillos perdieron su color. Caminé en dirección al hombre que estaba siendo amarrado por Mik y en menos de un segundo clavé el arma en la arteria subclavia del imbécil que intentó hacerle daño a Gin.
—Genial... mataste al mío... tenía un buen plan —gruñó inconforme Mik
—Toma al cocinero, llamaré a Nino... necesito saber que todo está en orden —Mik asintió
Tomé el teléfono y marqué mientras salía del sótano
Llamando...
Giovanni Ruggiero
—Dime —respondió agitado
—¿Cómo está?... —él sabría a qué me refería
—Alek llegó a tiempo —se limitó a responder
—¿Está bien? —necesitaba que lo dijera
—Sí, la saqué de allí... Está con Matteo
—Ok...
Fin de la llamada...
Salí del ala de tortura como la habíamos bautizado un día en medio de una borrachera, fue algo estúpido, pero el nombre quedó como chiste interno. Mientras caminaba me perdí en mi mente, a tal punto de olvidar que estaba cubierto de sangre. Me detuve un minuto a respirar y cuando iba de camino a mi ala choqué contra alguien, sacandomé de mi estupor.
—Mamma mía!!!! ¡¡¡No puede ser!!! —escuché mientras asimilaba la situación— ¿Qué ocurrió? ¿Fabio? Fabio... responde...
—Todo está bien... deja de gritar por favor —era Giuditta, estaba en el piso y empezaba a llorar
