32. BOSS

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GIOVANNI RUGGIERO

—¿A dónde vamos? —la llevaba cargada en mis brazos, no la había soltado desde que salimos de la habitación

—Teníamos una cita —respondí con dolor

—No puedo ir así —se quejó— necesito bañarme... y... los vestidos...

—Ya traerán los vestidos, pedí que habilitaran la habitación de seguridad de mi ala

—¿Habitación de seguridad? —había inseguridad

—Sí, en cada ala hay un par de habitaciones de seguridad. Estas son de acceso limitado, tienen claves para entrar y cada una tiene un respaldo en armas

—Dios... —respondió con asombro y miedo

—No estarás sola... si yo no puedo estar a tu lado, estará tu hermano, Enzo y siempre Alek, no puedo arriesgarme de nuevo... Además, me encantaría que aceptarás que te enseñe a usar un arma y a defenderte con clases de boxeo

Llegamos a la puerta de seguridad de la habitación, coloqué la clave de acceso. La puerta se abrió, mostrando la enorme habitación.

—¡Es hermosa! —dijo perpleja

—Me encanta saber que te gusta, pero quiero que sepas que puedes cambiar la decoración —la puse de pie en el piso

—¿Podría ducharme?

—Sí, ven, te llevo hasta el baño —la tomé de la mano y cruzamos la sala hasta una de las puertas de la habitación

—¡Es hermoso! —miró todo alrededor, se notaba muy emocionada— pero... no entiendo ¿por qué esta no es tu habitación?

—En realidad... —tomé mi tiempo, el ser expresivo no era mi fuerte— siempre he podido defenderme y los que me rodeaban también. Mis hermanos por su parte, aunque cada uno tiene su propia arma, decidieron vivir en sus habitaciones de seguridad. Por mi parte nunca lo vi necesario, hasta que te conocí y tu vida comenzó a correr peligro en mis manos...

—No quiero ser un obstáculo en tu vida

—No eres un obstáculo... Jamás repitas eso, por favor —me molestaba que pensará que no es importante en mi vida

—No soy un obstáculo, pero si fui una obra de caridad —odiaba recordar lo imbécil que fui al conocerla

—No tengo una justificación para mi comportamiento de idiota —me acerqué a ella— pero sentía cosas que nunca había sentido por alguien. El tenerte cerca me desequilibraba... —posé mis manos en su cintura y cerré aún más la distancia entre ambos— mi juicio se perdía mientras aumentaban las ganas de besarte, justo como en este momento

Me acerqué a su cuello y deje varios besos, antes de subir por la línea de su mandíbula y terminar en sus labios.

—Créeme... la única persona en este mundo capaz de destruirme eres tú

¿CÓMO SE TRADUCE EL AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora