31. ¡DIOS MÍO!

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GIUDITTA RUGGIERO

Luego de haberme desmayado al encontrarme con Fabio cubierto de sangre, en la salida del ala prohibida. Abrí los ojos y noté que estaba en mi habitación. Confundida, sin saber cómo llegué allí, me puse de pie aun un poco mareada, escuché la ducha correr y me fijé que la puerta estaba un poco abierta. Con cautela caminé hacía ella, tomé el pomo y quedé perpleja al ver a Fabio, completamente desnudo, dándose una ducha.

—¡Dios mío! —levantó su cabeza, haciendo que nuestras miradas se cruzarán e inmediatamente sentí como mis mejillas ardían

—No soy Dios... pero gracias por el alago —sonrió mientras mis ojos escaneaban el perfecto pack de abdominales y más allá, el tamaño de su...

—¿Qué ocurrió? yo... yo... —balbuceaba de los nervios, él me tenía nerviosa

—Tropezamos en la salida del ala de los castigos, tenía sangre en mi cuerpo, te desmayaste, te traje hasta acá y decidí tomar una ducha mientras despertabas, para evitar tu fobia por la sangre —explicó

Decidí que era momento de ver mis pies descalzos y alejar la vista de él

—Yo... lo siento... es la primera vez... que yo veo... ya sabes... —no tenía idea de como explicarle que jamás había estado en una situación similar

—No... —me interrumpió— no necesitas darme una explicación

—Qui... quiero darla —estaba nerviosa— nunca... yo... es por la tradición... no podía fallarle a Nino... ya sabes... las sábanas... la noche de bodas...
Normalmente me gustaba retar a Fabio, incluso cuando estaba molesta podía enfrentarlo, sin titubear, pero por primera vez me sentí intimidada ante el metro noventa que media. Fabio no solo era muy alto, al menos para mi metro sesenta y cinco, también tenía sus músculos bien trabajados y cómo no, entrenaba todos los días dos veces al día... Era ilógico en mi mente pensar que estando totalmente desarmado ante mi, con solo una toalla que estaba usando para cubrirse, era más imponente que con su traje táctico y las armas.

—Disculpa, yo me quedé... más de lo que debería —quise huir, ya me había avergonzado lo suficiente, pero él tomó mi brazo y en un movimiento me llevó hasta su pecho

—Quédate toda la vida... por favor —susurró acariciando mis labios con los suyos

Bajó sus manos lentamente acariciando suavemente el recorrido hasta mis muñecas. Mi corazón iba a explotar, mi respiración se agitaba más con cada latido y sin querer mi mirada se posaba en sus labios, aunque intentaba ocultarlo... Lentamente subió su mano derecha hasta mi cuello, sutilmente me acercó un poco más a él, eliminando así la distancia que nos separaba. Era un simple roce delicado, lleno de muchas palabras no dichas y deseos por cumplir.

—Tus labios son mi nueva adicción —dijo mientras daba pequeños besos con pausas muy seguidas

No resistí la tentación y me puse de puntitas para alcanzar sus labios y besarlo. Su lengua jugó un poco con mis labios, hasta que me dejé llevar dándole el acceso para encontrar la mía. El beso avanzó y sentí como su corazón latía cerca de mí

—Debo detenerme —había frustración en su voz

—Yo... ¿Hice algo? ¿Estuvo muy mal? es que yo... sabes... Siempre salgo acompañada, nunca había besado a nadie, y quizás lo hice mal... —entré en pánico

—Estuvo perfecto —tomó su rostro en mis manos—, no es tu culpa... Solo... debía detenerme... —respiró profundo—, esto... no quiero llenarte de primeras veces que no merezcas... quiero que vivas tu cuento de hadas y aunque sea una tortura tener que resistirme a ir más allá, mereces respeto

Jamás vi a Fabio contenerse, dar explicaciones o perder la tranquilidad ante ninguna situación. Siempre era directo, no necesitaba hablar más allá de lo esencial fuera del círculo de hombres de la familia. Mantenía la serenidad en medio de un campo de guerra o en el sótano, al menos eso dicen siempre mis hermanos. Así que toparme con un Fabio un tanto nervioso, frustrado y con una gran y visible erección ante mí, solo aumentaba mis nervios.

—Yo... tu... ¿estarás bien? —esperé que entendiera a lo que me refería

—Estaré bien... solo importa que tu lo estés —no podía ser tan perfecto

—Lo estoy —mentí aún estaba temblando

—Ahora... —dijo en un tono lleno de humor y con una sonrisa dibujándose en sus labios— quisiera saber como alguno de mis conjuntos de chándal llegaron a tu armario

—Ok... me declaro culpable... es que son demasiado cómodos para dormir... —me defendí

—Creo que los pantalones te quedan un poquito grandes —seguía riendo mientras salía del baño hacía el armario

—Es que si los dejaba sospecharías... así que por eso los traje

—Que astuta —se giró para dedicarme una hermosa sonrisa

—Aprendí de los mejores —sonreí de vuelta

Principessa... ¿Quisieras tener una cita conmigo hoy? —soltó de imprevisto y sentí como la sangre de mi cuerpo se iba a mis pies

—¿Cita? —pregunté nuevamente nerviosa

—Sí... tengo un lugar al que quiero llevarte y así poder conversar sobre nuestros planes

—Yo... sí... claro... —respondí

—Bien, vendré a buscarte aquí —entró al armario a vestirse

—¿A dónde iremos?

—Es sorpresa —gritó desde adentro

—Necesito saberlo... así podré saber qué ponerme —insistí

—Todo está arreglado, eso también será sorpresa —salió del armario con el conjunto puesto

—Espero que me lo devuelvas —amenacé

—¿Mi chándal? a ver... quieres que te devuelva algo que robaste de mi armario —su mirada revelaba picardía

—Será nuestro cuando nos casemos —lo reté

—Desde hace mucho, todo lo que tengo te pertenece principessa. Sobre todo mi corazón


POR ACÁ UN POQUITO DE LA PERSPECTIVA DE GIUDITTA

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POR ACÁ UN POQUITO DE LA PERSPECTIVA DE GIUDITTA...

ESTOS HOMBRES DE VERDAD SON PERFECTOS!!!!

FABIOOOOOO

PREPAREN LOS OUTFITS QUE SE ACERCA OTRA BODA

¿CÓMO SE TRADUCE EL AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora