Imagina que te encuentras en un limbo emocional, lleno de dudas, lágrimas y vacío sin respuestas y recibes un llamado desde otro continente para anunciar la muerte trágica de un ser querido...
Imagina que la pérdida de tus padres, no solo traería so...
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GIOVANNI RUGGIERO
Las alertas se activaron y el radar mostró un movimiento brusco.
—Pakhan... Pakhan... —Ruslan sonaba alterado
—¿Qué ocurrió? —preguntó Mik
—Acaban de sacar a la chica, amordazada y apuntada —mi corazón empezó a latir más lento
—¿Qué pasó Ruslan? —esta vez fue Fabio el que intervino
—De acuerdo a los micrófonos que logramos intervenir de su sistema de seguridad, le preguntaron a la chica sobre el manejo dentro de la Famiglia...
—No habló —dijo Mik para el mismo
—No jefe, la chica no habló... —había real preocupación en su voz, algo andaba mal
—La golpearon... —no era una pregunta lo que Mikhail le había hecho a su antonegra
—Jefe...
—¡Responde Ruslan! ¡¿La golpearon?! —grité
—Sí, la golpearon...
—¿Qué sabes hasta ahora? —Fabio parecía sumergido en una falsa calma
—Dijeron que debían asegurarse de que su plan no saliera mal.. la llevan directo al hombre que ha ideado todo esto
—¿Sabes quién es? —pregunté
—No han dicho nombre, pero tengo ya un par de hombres infiltrados
Un grito agudo irrumpió la transmisión
—¿Qué fue eso? —preguntó Mikhail
—Quieren sacar información a la chica
—Dame las coordenadas ¡Ya mismo! —exigí
Ruslan cumplió y nos envió las coordenadas de la ubicación exacta.
—No puedo esperar, necesito la sangre del hijo de puta que está planeando todo esto
—No te nubles ahorita —Mikhail era el único que estaba bajo control
—Guarda esa energía para el verdadero juego —agregó Fabio mientras tomaba las últimas armas
—Vámonos
El radar se movía en dirección al norte, no estaban muy lejos de donde nos encontrábamos, así que no tardamos más de quince minutos en interceptar el desfile de todoterrenos de los albaneses junto a los que había logrado infiltrar Ruslan con hombres de la Bratva. Pero un desvío antes del último cruce nos alertó de que el plan de ellos era desestabilizarnos y crear una confrontación directa, pero no podía exponer a Gin, no podía arriesgarme a que algo saliera mal y que fuese ella la que pagará las consecuencias, así que aún con el corazón a nada de salirse del pecho tomé la decisión de retroceder un par de pasos.
