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Desde el momento en que supo, que sería la esposa del en ese momento príncipe del Joseon, sintió la carga de lo que eso significaba, vivir bajo escrutinio constante, solo por ser hija de un noble que quería escalar algo más, sin mencionar el hecho de que el príncipe no sabía más que el nombre.
El día que se conocieron, la química fue obvia, sus personalidades similares los unieron formando primero una linda amistad misma que con los años ella sentó, se volvió amor, creía que era amor.
Amor que cambió cuando finalmente conoció a quien complementa su otra mitad, un hombre que, todo lo opuesto a lo que su prometido era, cayendo en sus encantos, y entregando su corazón sin medir consecuencia alguna.
Que ayudarlo a conseguir aquella botella que se guardaba celosa en las arcas reales, fue un gusto para, fue su prueba de amor.
— ¿Por qué Hanna!? — gritó con rabia, confió en ella, confío en el amor que decía tenerle, en el futuro que decía vivirán juntos, ese que ahora sonaba ridículo, ese su mente.
—El amor nos hace cometer las locuras más grandes Yoongi— viéndolo directo a los ojos —Y yo lo amo! —vio como las cadenas ataban el destino del príncipe, pero no le importo, ella tenía lo que su amado le había pedido, había completado el tribal y ahora lo que por siglos se perdió volvió, el genio de la botella.
Mientras Yoongi con su corazón roto se quedó sin más aceptando lo que aquella voz en su mente le decía, los que debía hacer desde este punto, vivir solo y cumplir los caprichos de quien tuviera acceso a la botella, siendo el primero el enamorado de su ex prometida, ese que solo codicia en su corazón.
El primer deseo fue tener el control del en ese momento el reino de Joseon, separándolo posteriormente para que él y los suyos fueran los únicos gobernantes de esas tierras.
Lo segundo, fue obediencia, nadie podía ir en contra de sus palabras, se haría lo que él diría en los cuatro reinos.
Y el tercero, que él y su amada siempre reencarnan juntos, no importando la vida que fuera, ellos se buscarían y se recordarán siempre.
Solo hubo algo que ellos no sabían, y es que al terminar de pedir los tres deseos, la botella se vuelve polvo de estrellas, donde recarga fuerzas por un siglo para volver a bajar y cumplir su tarea.
Por lo que al terminar, esta se disolvió en las manos del hombre, dejando a la chica con ganas de pedir ella sus tres deseos,
Cada vida era, lo mismo, de alguna forma se encontraban y recordaban su primer encuentro, dando rienda a su amor, solo había un detalle, al destino no le gusta cuando se entrometen en su labor, él une las vidas, por lo que a su modo los maldijo, en cada vida perdían un recuerdo de su primera vida, llegando al punto en que aunque estuvieran en el mismo lugar no eras capaz de reconocerse.
—Espero vivir más tranquilo en este reino Kook —pero al ver al pálido aquel día, alguno de sus recuerdos se activaron, no completos, pero sí uno en específico.
—Sí, también lo espero Baby — como aquel roto príncipe se volvía el ser más poderoso del mundo, el único capaz de regresarle los recuerdos de ese amor— Gracias por la ayuda —
—Ni lo digas, ten— dándole una bolsa con monedas — con esto te será más fácil, vivir aquí los primeros días —
—Eres alguien muy noble —
—Solo hago lo que nadie hizo por mí —
—¿Vida difícil? — asintió.
—Quedé huérfano a los 10 años y desde ese momento ha sido una lucha diaria por vivir, por ahora que puedo, quiero ayudar a los que comienzan, que no vivan lo mismo que yo viví —
—Eso es un gesto muy lindo, estoy seguro de que tus padres deben estar orgullosos...- escuchó la risita — ¿qué? —
—No creo que lo estén, pero es lindo pensar que si — ahora fue turno de Kook de sonreír, si las circunstancias hubieran sido diferentes, él y Jimin habrían sido de verdad grandes amigos —Bien te dejo, esta zona ya no es peligrosa, podrás caminar tranquilo —
—Nuevamente gracias Baby —
—De nada y cuando andes por aquí, pasa haberme siempre estoy en el arroyo— sonrió.
—Claro que sí, lo haré —
Lo vio irse y sonrió, el chico era bueno, un corazón puro, sabía que si picaba en el lugar correcto, solo le daría lo que quería, solo debía planear bien sus pasos.
Regresó al palacio pasado el mediodía, con la sonrisa tonta en sus labios y una alegría poco propia en él.
—Si Jin se entera de que salió al pueblo sin escolta, posiblemente le dé algo? —
—Entonces no le diga nada, príncipe Tae, para que amargar al consejero Kin — sonrió ladino, algo tenía Jungkook que se le hacía atrayente, no al nivel de Jimin, pero atrayente de todas formas.
—Si tiene razón — llegando a su lado — la duda que tengo es, ¿puede ser tan importante que alguien tan bien portado como usted, salga a escondidas al pueblo? —
—La curiosidad mató al gato príncipe Taehyung— coqueto, Tae alzó las cejas.
—Pierde una y le quedan 8, no hay drama en eso — se acercó lento hasta dejar casi espacio nulo entre su cuerpo y el de Tae.
—Eso es solo un mito príncipe, así que mejor no se arriesgue — giro lento y comenzó a caminar rumbo a su habitación, dejando a Tae con un sentir algo raro en el pecho, el príncipe aquel no era como se mostraba la mayor parte del tiempo, y el cómo buen gato curioso, se daría a la tarea, de averiguar quién era realmente Jungkook.
Mientras en otro punto del reino.
—¿Crees que puedas? —
— ¿Por favor me ofendes, cuando te he fallado? —
—Nunca, pero no es bueno confiarse, el chico es listo, no será sencillo... —
—Puede ser muy listo, pero siempre hay un punto débil amigo mío, así que pierde cuidado —
—Bien, como sirope, trabajo hecho, trabajo pagado —
-Claro que sí, dame un par de días y tendrás al muchachito ese —
—Bien, te lo dejo — caminando para salir de aquel oscuro callejón.
—Tú confía que yo te traigo al maldito de Baby, no sé si entero, pero bueno, jamás dijiste que lo querías vivo— riendo.
La avaricia es mala, consejera, el odio jamás se queda hasta el final, pero claro, Jimin tenía el corazón de quien daba el oro, el único punto débil de Suga.
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.Pide un Deseo.
Fantasy¿Conoces la historia de Aladino, verdad? El chico pobre que encuentra una lámpara y así cumple sus decesos, linda, pues la mía es algo similar, yo también soy alguien que desea con todo su corazón tener todo lo que se necesita para ser feliz.